lunes, 29 de marzo de 2010

Conatus

No deja de sorprenderme la extrema capacidad de la vida para perseverar y reproducirse. ¡Y eso que la vida parece un extraño acontecimiento en medio, o en el borde -¿quién  lo sabe?-, de la inmensidad de lo inerte.
Conatus, llamó Spinoza a este afán de la vida por seguir siendo; élan vital, le llamó Bergson.
Me hace gracia la soberbia de nuestra especie, incluso las raras veces que asume sus culpas. "Destruiremos la vida con nuestra avaricia y nuestra avidez" -se dice. A mí me parece bastante claro que la vida seguirá palpitando cuando nosotros hayamos desaparecido. Me basta pasear por las ruinas de un cortijo y ver como las higueras, los almeces y las encinas, las jaras y los romeros, rompen en poco tiempo sus muros y reconquistan sus espacios en cuanto los humanos nos damos la vuelta.

En la terraza del pequeño apartamento costero, pasan meses y trimestres dos crasuláceas, abandonadas en sus macetas. Las hojas, suculentas, que almacenan agua, acaban flacas y sedientas. Soportan meses viviendo sólo de la brisa del mar. Cuando al fin nos escapamos del trabajo y llegamos a la costa, al entrar en el apartamento, lo primero que hago es darles de beber a mis crasuláceas. Absorben con avidez el elemento de las ondinas, fuente de vida, y se hinchan enseguida, lustrosas y agradecidas.
Uno tiende a ilusionarse atribuyéndole "agradecimiento" a las plantas. Son seres vivos. Detrás de una de sus hojas he encontrado lo que parecía una piedra o, mejor, un garbanzo aplastado, como de cerámica. Dentro, engorda la larva de una avispa, seguramente a partir de otro insecto que le sirve de huésped. Tal vez una icneumónida. Lo consultaré en mis guías, preguntaré en Insectarium virtual...
Estos pequeños descubrimientos han llegado a ser para mí la sal y la pimienta de mis veranos. Una sola de estas imágenes de la vida real vale más que cualquier farsa televisiva, incluida la del telediario.

jueves, 11 de marzo de 2010

Joan Saura

Hay veces que uno no tiene humor. Por ejemplo cuesta apreciar con benevolencia las respuestas de los políticos frente a sus responsabilidades en episodios que afectan a toda la población. En Cataluña nos hemos quedado perplejos como, frente a una nevada anunciada, el gobierno autonómico se inclina de hombros para que las culpas se deslicen suavemente al servicio metereológico. El conseller Saura merece una entrada en este blog.