martes, 8 de julio de 2014

Tits4beads


Me consta que los pamplonicas son gente austera y hasta notablemente devota. Aunque de bota también los hay, claro. Por aquello no me extraña que se escandalicen con el tits4beads (tetas por regalos) que les están importando las guiris que acuden a las ferias de San Fermín. La fiestas son para eso, son los días fastos en que se puede hacer lo que no se debe en los "nefastos".

Los sociólogos hablan de "la vuelta a la cosificación consentida de la mujer". A mi juicio eso es demasiado arroz para tan poca teta... Quiero decir que el "zorrear", que así le llaman a ciertos chalaneos muchas adolescentes, es una práctica bastante "natural", tan arcaica y apetitosa, diríamos, como la manzana de Eva y el interés de Adán por sus manzanas. Y no creo que lo de enseñar las tetas llegue ya ni a eso.

Las hembras de muchas aves cantoras son persuadidas por los machos, a agachar la figura para dejarse cubrir, con regalos de los machos. "Toma, querida, fíjate si te aprecio y soy buen cazador, que esta deliciosa libélula me la quito de la boca para dártela en el pico"... Así hablarían muchos pajaritos si supieran hablar. Algunos incluso, para asegurarse la continuidad genética, les ponen casa, quiero decir nido.


Entre los bonobos (primos hermanos nuestros), esos chimpancés hipersexuales (comme nous), las hembras otorgan favores sexuales a cambio de regalos o trabajos de despiojamiento y arrascado, rutinariamente...

La doma del varón tiene mucho que ver con la economía de tetas y vaginas. Eso fue estudiado por Esther Vilar en su célebre y contestada obra, El varón domado. Como la hembra usa la zanahoria de la caricia o el coito para adiestrar al varón:
Como compensación por su labor los hombres son premiados periódicamente con una vagina.
Cuando las labores son menores, como la demostración de valor de los encierros sanfermineros o la puesta a disposición de la hembra del kalimotxo reglamentario, la exhibición de los pechos puede ser un refuerzo muy ponderado.

La doma del varón es misión universal de las hembras, no nos engañemos. A veces, es cierto, fracasan, y eso a pesar de que, en general, "pueden más dos tetas que dos carretas".


Si no hay favor, mérito, proteínas, regalos, descapotable, humor, talento, gracia, donaire, arrojo, abrigos de piel, viajes a París... o lo que la hembra valore, no hay teta y no hay coito. Lo original de los sanfermines tal vez sea el orden que adoptan estas bárbaras (lo digo en el mejor sentido) anglosajonas. Parece que no esperan a recibir el regalo del macho para otorgarle la visión estimulante de sus glándulas mamarias, sino que desnudan sus peras mucho antes, a sabiendas de que serán dichosamente regadas con el aqua vitae. O sea que toman la iniciativa, otorgando el don con generosidad manifiesta.

O porque vienen a San Fermín para hacer, por una vez, lo que les pide el cuerpo serrano, con la ayuda del vino que tal vez sea más el medio que el fin de su jovial destetaje. En la inconsciencia feliz provocada por el mosto fermentado, ¿sienten en lo profundo que podrían amamantar a la multitud? ¿Son madres o des-madres? Las dos cosas. Después de un gusto un disgusto, y al verres.

Las feministas se lamentan de que se use el cuerpo, desde el plano sexual, para conseguir otra cosa. Pero, desde el plano natural, filogenético, ¿podemos hacer otra cosa?

La teta que salta en el aire, adobada por el vino, no deja de ser una hermosa señal de vigor femenino. Triunfo de la vida.