Salvador Solé Soriano es un excelente fotógrafo. Quien quiera comprobarlo navegue y disfrute su variada galería en FotoRed.
No contento con ello, el Salva es un crítico agudo, tolerante, y un urbanita disidente, de esos que exploran soledades campestres y se pierden por exóticas montañas y fantásticos desiertos, descubriendo o soñando el edén de las aves del paraíso, mientras, ya casi perdidas, las acecha y retrata.
Sus cuentos y relatos, claros, bienhumorados y mordaces, merecerían un espacio en los escaparates de las mejores librerías, pero, ay, Salvador incuba un noble prejuicio contra la intrusión de los mercaderes en el templo de la creatividad -según el mismo cuenta.
A mí me parece un desperdicio imperdonable que el público se pierda las ocurrencias y sonrisas que despierta en mente y cara su edificante ingenio, así que me he convertido, voluntaria y gratuitamente, con su consentimiento, en corrector de textos del Salva (el trabajo es ligero) y en editor de sus relatos, en la luz de esta colosal Magna Malla Mundial.
He aquí una muestra de su raro talento. Que ustedes la disfruten:
Archivo General de Indias. Sevilla. |