jueves, 2 de julio de 2015

Ley soberana

Lucha de Hércules. Sacra capilla del Salvador. Úbeda
Cuenta Heródoto que el tirano persa Darío, más inteligente que algunos autócratas contemporáneos, convocó a los griegos que hospedaba en su corte y les preguntó cuánto querrían por comerse a sus muertos.

Los griegos se horrorizaron. Ni por todo el oro del mundo incurrirían en semejante sacrilegio. 

Luego, en presencia de los griegos, Darío convocó a los kalatios, un pueblo indio acostumbrado a consumir los restos mortales de sus parientes y que justificaban su canibalismo mediante mitos antiquísimos y ritos religiosos. Darío les preguntó a los kalatios a qué precio consentirían en quemar los cadáveres de sus mayores.

Tal blasfemia horrorizó a los kelatios que gritaron escandalizados...

Heródoto concluye: "Tal es, en estos casos, la fuerza de la costumbre; y, en mi opinión, Píndaro dice la verdad cuando declara que la costumbre es la reina del mundo".

La anécdota ilustra ya cierto relativismo. Cada cultura tiene sus peculiares valores y ritos. 

El poema de Píndaro empieza:


νóμος ὁ πάντων βασιλεύς 

θνατῶν τε καì ἀθανάτων
ἄγει δικαιῶν τό βιαιότατον
ὑπερτάτα χειρí... 
La ley es soberana de todo

de los mortales y de los inmortales
dirige lo más enérgico de los justos
con brazo sobresaliente... 


El verso del beocio 'νóμος ὁ πάντων βασιλεύς', o sea, "la costumbre (nómos) es reina de todas las cosas", ha sido interpretado una y otra vez a lo largo de la historia según la noción de ley (o costumbre) de cada autor. Así la cita es alterada, modificada..., y el pensamiento de cada intérprete se refleja en la manera de traducirla y comentarla.

Pertenece a un poema perdido y parcialmente redescubierto en un viejo papiro. Evoca el robo hercúleo de los bueyes de Gerión y justifica la violencia empleada por Hércules, pues lo que hizo le estaba mandado, y no pidió ni pagó los bueyes a Gerión, sino que los robó. Ejercicio legítimo de la violencia, pues. 

Lo justo, ¿está por encima de la ley, o lo justo -dada la relatividad de las costumbres humanas- es la ley misma? ¿Debemos cumplir las leyes en cualquier caso o, por el contrario, hay momentos en que lo justo es rebelarse, estar más allá o más acá de la ley?

Calicles cita el verso en el Gorgias platónico. Y el filósofo ateniense lo recoge textualmente, alude a él o lo parafrasea en Leyes (690b, 715a, 890a). 

El desprecio a la ley coincidirá, tras la muerte de Pericles, con la decadencia del civismo. Platón, Isócrates, Demóstenes, buscaron la restauración de la ley y la recuperación del respeto a la ley, pero fracasaron.

Lo mejor de la democracia -ese invento ateniense- es la racionalización del ejercicio del poder, y no consiste sólo en que cada cual vote según sus gustos, caprichos o ideas a sus representantes cada cuatro años, o se pronuncie cuando le convoquen a referéndum, sino que admitimos que son las leyes, y no las personas, quienes nos gobiernan. Y que los gobernantes están, ellos mismos, sometidos a ley, ordenados, gobernados por ella. 

Pacta sunt servanda.