viernes, 21 de agosto de 2015

Filósofos & profetas

Mapa de Estrabón del mundo en el que vivía Séneca

Los filósofos no son profetas, pero a veces han dado muestras sorprendentes de lo que hoy llamaríamos prospectiva superior.

No me refiero  a intuiciones epistémicas geniales. como aquella del Milesio según la cual el hombre procede del pez, exageración que caritativamente interpretada congrúe con la antropo-génesis en los peces de aletas lobuladas hace una millonada de años. Tampoco me refiero al atomismo de Epicuro, ni al genial invento aristotélico del concepto de energía, ni a los infinitos universos de Bruno...

Me refiero a la anticipación histórica. Por ejemplo, al sueño parcialmente realizado de Kant de una organización internacional de naciones que garantice la justicia universal y la paz perpetua; o a la profecía anticipadora, hegeliana, de que la hegemonía futura correspondería a una potencia allende el Atlántico, encarnando el espíritu del mundo, Weltgeist. O al vaticinio de Nietzsche de que los héroes del futuro serían deportistas o periodistas, gladiadores en el circo de la Actualidad, o de que el Estado acabaría convertido en el monstruo más frío de todos los monstruos fríos.

Unos versos de la Medea de Séneca se hicieron archifamosos por anunciar con casi quince siglos de antelación el descubrimiento de América. Traducidos en prosa por Lorenzo Riber dicen esto:

En edades tardías venir han unos siglos en que el océano relajará las cadenas del mundo y se abrirá una tierra inmensa; Tetis revelará un nuevo mundo, y Tule ya no será la postrera de las tierras.

 La nota del traductor en la edición de Aguilar (Madrid, 1970) no tiene desperdicio:

Celebérrimos en todas las edades han sido estos versos, en que parece profetizarse el descubrimiento del Nuevo Mundo concedido por Dios a nuestra raza.