sábado, 21 de abril de 2018

ANIMAL DE DOS LENGUAS Y DOS CARAS


En lo más crudo del invierno, caminaba un romero por regiones remotas. Su viaje se enredaba como aventura temeraria, pisando nieve contra vientos crueles, resbalando en hielo. Su camino serpenteaba entre nubes atravesando quebradas. Ya avistaba en sueños el lugar santo al que acudía, ya temía por su vida, ya se encomendaba a San Roque o a San Cristóbal, perdida la senda, perdía con ello la esperanza. Sufría su cuerpo por ser alma. Se desnortaba.


Un sátiro que de lejos le vio se apiadó del peregrino y cargó con lo que de él quedaba. Llegándose a su gruta, cercada por castillos de montes en piedra viva, el engendro le dejó caer sin demasiado miramiento sobre una gran piel de oso tendida sobre el suelo pedregoso, frente a una lumbre tonificante que allá en el fondo ardía.

Cuando el romero recuperó el sentido, se llevó las lívidas manos a la boca para devolverles la vida y el color. El sátiro le miraba, atento sin decir nada. Le ofreció al inválido un vaso de vino muy caliente. Tan caliente estaba el mosto fermentado, que el peregrino para enfriarlo le sopló y resopló.

El sátiro, que le había estado observando mudo, soltó de repente:

- Hombre, creo que te llamas. Haces cosas con la cara y la boca muy contrarias: calientas las cosas frías y las calientes enfrías... ¡Aléjate de mi montaña!, pues me recuerdas a aquellos que halagan y gustan a los presentes, y a los ausentes calumnian y ofenden... Bien puedo tener yo miembros y cuernos de cabra, pero, aun greñuda, ostento una sola jeta que a nadie engaña. No me hace ninguna gracia mirar a tipos con dos lenguas y dos caras: una feroz, para maldecir y calumniar; otra perruna, para cautivar y adular.

Estas cosas dijo el sátiro y guardó después silencio. Bebió el hombre el vino. Cesó la tempestad. Una vez se sintió con fuerzas, obedeció el romero la orden del monstruo, y partió de aquel antro. Meditando la actitud y las palabras del sátiro piadoso y altivo, encontró enseguida el camino que buscaba, la dirección de aquel Lugar Santo al que se dirigía.

===============================

El presente texto es recreación de Avieno, XXII, en La Vida y Fábulas de Esopo, a las cuales se añadieron muy graciosas de Avieno..., Oficina Plantiniana, 1607.