domingo, 8 de mayo de 2016

CANCIÓN DEL PRIMER FILÓSOFO


Aldous Huxley es uno de mis autores favoritos. Siempre (quiero decir desde que la leí) me ha parecido un milagro la publicación de Brave New World en 1932. Admirable profecía, cuyo irónico título tomó de un verso de Shakespeare, de La Tempestad, para ser precisos.

Su antología La Filosofía Perenne, compendio cosmopolita de sabiduría espiritual, mística y teológica, ha orientado mi vida en distintas ocasiones. Sus ensayos sobre las drogas: Las puertas de la percepción y Cielo e infierno (1954-1956) son esclarecedores. Otras novelas suyas me han dejado frío, y su poesía (Cátedra ha editado su Poesía completa en cuidada edición bilingüe) no me emociona especialmente. Seguramente no estoy tan familiarizado con el inglés como para comprender su melodía...


Me pregunto si la conversión de un poema a prosa poética será entendido por los derridianos como deconstrucción. En todo caso, estimo mejor la conversión -o interpretación- de un poema a/en prosa poética que a/en prosaica poesía. Es un ejercicio que se me ha ocurrido al hilo de mi lectura de un poema de Huxley titulado "First Philosopher's Song". 

Los poetas exageran y confunden los labios de una mujer con una rosa. Nosotros aplicaremos el principio de "al pan pan y al vino vino" para decir lo mismo, eso que puede traducirse, cambiando la música.
Aldous Huxley (1894-1963)



Ahí va:


CANCIÓN DEL PRIMER FILÓSOFO

Veo una miserable especie degenerada del cuadrumano con rabo que llamamos "mono" al mirar mi floja estampa, y sé que no podría rivalizar con él. Salvo tal vez con mi mente, esa ágil bestia con un millar de musculosos rabos y mil manos con los que trepa, codiciando los dulces frutos de la verdad, por las engrasadas cucañas y gráciles cocoteros del pensamiento, o vuela fácilmente sobre el laberíntico manglar de la metafísica, colgada de los tirantes frágiles y peligrosos de esas lianas que salvan profundos y salvajes abismos como si tejiesen analogías entre árboles distantes. Mi mente fabulosa deja atrás a la liebre y sobrepasa a la cabra, ¡mente sublime y libre! Pero, ¡ay!, se oye todavía el eco de la carcajada del simio: Mente procedente de la matriz del mono, ligada inexorablemente a la tierra, la tierra su casa, la tierra su tumba.