lunes, 30 de agosto de 2021

ANHÉLITA Y LAS PRIMITIVAS TRANSFUSIONES

 

JBL, Anhélita 2. Lápiz, acuarela 

En tiempos de León Hebreo, autor de Diálogos de amor, hijo que fue del famosísimo médico de cámara real Isaac Abravanel, ya se ensayaron transfusiones de sangre en Lisboa utilizando una planta importada de las Molucas y llamada anhélita porque, aun vegetal, parecía respirar intensamente. 

De dicha planta hay varias descripciones que coinciden en afirmar que la planta contaba en sus enormes hojas con ventosas grandes y rojas en forma de labios humanos. Más sorprendió aún en la corte portuguesa que la planta experimentase inclinaciones amorosas bisexuales, reaccionando positivamente tanto a la "pluma" como al "pelo", por usar las expresiones de Quevedo. 

Así, cuando pasaba Tereixa de Sousa Valadares, sus carnes empanadas en seda, las bellas tibias tatuadas de perejil y oro, perfumadas con secante de canela traída de Ceilán, la planta suspiraba, batía sus hojas como jadeante y expulsaba por sus ventosas hilillos de sangre oscura, muy aromática. Sí, como si estuviese perdida por Tereixa y muy enamorada la planta, más que amadora, adoradora de simpares bellezas.

No le sucedía esto con todas las damas -vegetal listo y selectivo-, por eso se pensó que anhélita fuese monógama. Sin embargo, también vertía su sangre cuando paseaba cerca, por el jardín secreto de la corte, el gentil caballero Oliveira de Minganao, que solía vestir de terciopelo azul y portar sombrero amarillo de ala ancha con enarbolante pluma de ave del paraíso.

Naturalmente, se hicieron ensayos. Una hermana anhélita recién traída del puerto de Amboina pareció enamorarse de una esclava negra del conde de Pradeira y le ofrecieron la morena desnuda a la planta. La anhélita la acarició con sus hojas y besándola, por decirlo así, le pasó a la negra su sangre. Luego, como si se hubiese agotado en el lance, dejó caer sus ramas y cerró sus ventosas.

Por lo que respecta a la africana, se le borró una almorrana que mucho le fastidiaba, se le afirmaron los pechos, se le arregló la regla y desde entonces habló portugués con acento aristocrático. Otros efectos maravillosos, aunque diferentes siempre beneficiosos para los amantes, se experimentaron tras el lance de Anhélita (le pondremos ya nombre propio) con un doncel, mozo garrido... El caso es que los varones ganaban con ello potencia viril deslumbradora, tanto sexual como bélica, y las mujeres mejoraban tanto en genio metafísico como en compostura física.


JBL. Anhélita 1. Lápices y acuarelas, 2021

Por desgracia, cuando llegó la peste de 1578 a Lisboa, señora de los mares, transmitida por la pulga de la rata negra, las plantas anhélitas que con tanto cuidado se mimaban y guardaban en los invernaderos secretos de palacio se contagiaron y murieron, como Luis de Camoes, el celebérrimo poeta. Sus restos fueron conservados, en rama o en polvo, en cajitas de plata. 

Felipe el Prudente se hizo con algunas y aún quedaba algo de la planta amadora y sangrante en el Madrid de Felipe IV, pues se dice que el rey y su compinche, el conde de Villamediana, usaban "polvos de la planta portuguesa" para violar el sexto mandamiento.

Esto lo cuenta Cunqueiro en su Tertulia de boticas prodigiosas.