miércoles, 6 de diciembre de 2023

EL PACIFICADOR

 

Fotografía de Juan Vicente Gómez en sus últimos años

Juan Vicente Gómez (1857-1935), político y militar, dio un golpe de Estado en 1908, ejerciendo como dictador penipotenciario (quería decir plenipotenciario) de Venezuela hasta su muerte en 1935. Eliminó los caudillos criollos y puso fin a un siglo de guerras civiles. Canceló las deudas de la nación y modernizó el país con grandes obras públicas. Mantuvo la apariencia de un Congreso elegido por el pueblo, enmendó la Constitución como quiso y administró el país a su antojo. Le apodaron El Pacificador.

Quiso mantenerse neutral durante la Primera Guerra Mundial, pero un día los jerifaltes del Congreso decidieron entrar en la Gran Guerra, no sabemos el porqué, y acudieron a Maracay, que entonces era la capital de Venezuela, a anunciarle la decisión a Gómez.

- ¿Quién ha decidido que Venezuela entre en guerra? -preguntó el Dictador.

- El Congreso, su excelencia.

- Sí, pero ¿exactamente quién?

Entonces le dieron la lista de los diputados que habían votado a favor de entrar en la Gran Guerra.

- Díganle a esos señores que tienen mi permiso para que ellos vayan a la guerra.

***

O sea que se puede ser dictador progre y pacificador, todo al mismo tiempo.

- Es raro.

- Sí, pero hay gente pa'tó.

- El de ahora no es así.

- No. Ni pacifista como Juan Vicente Gómez.

martes, 24 de octubre de 2023

POLVOS DE CERTEZA



Cuenta Cunqueiro que en tiempos del Califa de Bagdad sus mejores pilotos persas navegaban hasta una isla secreta en la que hallaban peculiar fonda y botica maravillosa. El despacho estaba a cargo de una curandera de edad indeterminable y cabellos blancos, abundantes y rizados.

La dueña de aquel establecimiento conocía los idiomas de treinta y dos Vientos, tantos como puntos de su Rosa, pues cada viento habla un lenguaje diferente, muchos con las raíces milenarias de las lenguas humanas: indoeuropeo, germánico, ugrofinés, semítico, quechua, chinés, etc.; sin embargo, otros Aires más liberales inventan idiomas propios, nacidos de sus impulsos violentos, su curiosidad o su necesidad de cariño y contacto. Es el caso del viento norte-nordeste que parece batido por torcaces que vuelan asustadas y remotas; o del vendaval sur-sureste, que chilla con gritos de gavilanes hambrientos y buitres apesadumbrados y, lo peor, arrastra siempre arena, nunca agua.

La Leche de Sirena, usada por los jeques galanes para procurarse sueños lascivos o "de bulto" (con ilusiones táctiles) procedía de esa botica cuya ubicación sólo conocían unos pocos. 

También se cuenta que la anciana proporcionó "polvo de certeza" a cambio de tímpanos jóvenes o córneas sanas, y que de aquellos polvos vinieron estos lodos porque usaron dichos polvos para dictar bulas algunos papas y - lo cual es muy inquietante -, hasta líderes carismáticos, caudillos y antipapas.

miércoles, 11 de octubre de 2023

HAZ QUE LA MISMA HORA NOS LLEVE

 

Rembrandt. Jupiter y Mercurio en la casa de Philemon y Baucis.

Filemón y Baucis eran un matrimonio mayor y bien avenido. Se habían unido en los años de su juventud y figuran como un buen ejemplo pagano de fidelidad y hospitalidad. Pues sucedió que dos dioses, Zeus y Hermes, transformados en mendigos (a saber por qué, tal vez por aburrimiento) se presentaron en la ciudad de Frigia en mitad de una terrible tormenta. Pidieron cobijo y sólo Baucis y Filemón les acogieron en su humilde cabaña sirviéndoles comida y vino.

Los forasteros bebían, pero los cónyuges veían que sus copas no se vaciaban. Sorprendidos, les ofrecieron como complemento gastronómico un ganso, el único animal del que la pareja disponía. Pero el ave corrió a las rodillas de Zeus que amablemente rechazó su sacrificio.

Tras la frugal cena, Zeus, agradecido, les advirtió que destruiría la ciudad y les animó a echarse al monte. Desde las alturas, Filemón y Baucis contemplaron la inundación que destruyó Frigia. El dios salvó su cabaña que más tarde se convirtió en templo.

Al final del maravilloso (y vengativo) suceso, Zeus les preguntó cuál era su mayor deseo, dispuesto a convertirlo en seguida en realidad. El rey de los dioses antiguos (esto sucedió antes del Ché y de Maradona) escuchó esta respuesta: "Auferat hora duos eadem", es decir: "Haz que la misma hora nos lleve", pues todavía se amaban con un tierno amor.

***

Rembrandt pintó el encuentro de los dioses con la pareja. Charles Gounod compuso una ópera con libreto de Jules Barbier y Michel Carré, que se basaron en el relato de La Fontaine, que a su vez se inspiró en el libro VIII de Las Metamorfosis de Ovidio. Por último, Vintila Horia recogió la historia en su novela histórica Dios ha nacido en el exilio, libro homenaje a Ovidio, que compartió la suerte del autor (rumano exiliado) cuando fue deportado por Augusto a la remota ciudad de Tomis, en la cosa rumana del Mar Negro.

viernes, 11 de agosto de 2023

PODERES Y SOLEDADES

 



El sexto barón de FuenMarina fue un tipo muy singular: ilustrado, viajero, galanteador y donjuan, criador de carpas, moderadamente libertino y filósofo de la vida. Su realismo hedonista se deslizaba fácilmente hacia el pesimismo y la misantropía: "Deploro mi pereza -decía- pero me consuela el pensamiento de que mis semejantes son demasiado estúpidos para que yo desperdicie el tiempo en instruirles o entretenerles". Así pues, con dotes para el arte y la enseñanza, no legó nada en prenda, las rentas de las propiedades familiares y el tráfico de carpas le permitieron no tener que inventar ni pringarse para ganarse la vida.

Pero eso sí, dejó un diario formidable en el que sentenció que la sensibilidad en general y la sensualidad en especial van íntimamente unidas a la pena, la aflicción, la soledad y, en general, a los estados melancólicos. 

Para probarlo citaba el caso de la contristada viuda que, francamente desolada por la pérdida y por sus sentimientos hacia el esposo recién finado, se ve traicionada por esas mismas emociones, y se muestra incapaz de resistir los inoportunos avances del amigo en el funeral, pues el condolesciente conoce perfectamente el arte de pasar de amigo a consolador, quiero decir, del pésame a la familiaridad.

Sin vergüenza alguna, pues se trataba de un diario íntimo, privado, el sexto barón de FuenMarina revelaba en su entradilla de 12 de agosto de 1780 que había hecho cornudos póstumamente a un duque y dos vizcondes, a uno de ellos la pasada noche y en el mismo lecho desde el cual, sólo unas horas antes, habían sido pomposamente trasladados los restos mortales del vizconde al sepulcro familiar de estilo neogótico. 

¡Tal es la capacidad regeneradora de la vida! Y el que va a un funeral y no bebe vino, el suyo le viene de camino.

Poco después anotaba el barón una curiosa reflexión sobre la muerte, que bien podía servir de contrapunto a la pasada y procaz noticia. Decía en ella que el morir casi es el menos espiritual de los actos de nuestra vida; incluso es más estrictamente carnal que el acto amoroso. Hay agonías -decía- que tienen mucha semejanza con los esfuerzos que hace el estreñido para evacuar.

Ya tenía cincuenta años el sexto barón de FuenMarina cuando en 1788 filosofa sobre la soledad. "De la soledad uterina surgimos a la soledad entre nuestros semejantes, para luego volver a la soledad de la tumba". Si bien pasamos la vida esforzándonos por mitigar tamaña soledad, por desgracia proximidad ("propincuidad" escribe) no significa fusión y la ciudad más populosa es una aglomeración de soledades. Por eso saltan las palabras de prisión a prisión sin que nunca estemos seguros de que signifiquen para los demás lo que significan para nos.

El más íntimo de los contactos -insiste el barón- sólo lo es de superficie, epidérmico. "El placer no se comparte; lo mismo que el dolor, sólo se experimenta o se inflige", y la verdad es que nuestras bondades tienen el mismo motivo que nuestras crueldades: el de aumentar la sensación de nuestro poder. Mas resulta que la soledad de un hombre es proporcional a la sensación y a la realidad de su poder: cuanto mayor es nuestro poder, tanto más solitarios nos sentimos. 

En las últimas entradas de su diario el barón de FuenMarina confiesa que quiso poner a su vejez el remedio del rey David. Pronto se desilusionó diciéndose que el calor no puede compartirse, sólo evocarse. Donde no queda carbón, ¡ni la yesca hace llama!

***

Fue el erudito Jeremías Fonseca (@Kandidocordial) quien desempolvó el diario del barón en una biblioteca de anticuario. Comentó con su amigo Modesto Modales las ideas del casanova ilustrado: 

– Los mandones se quedan solos.
– Dios es grande y justo. 
– Y más solos cuanto más mandonean. 
– Dios castiga sin dar voces.

Mr. Snorkel no estaba muy seguro de esto y así se lo hizo saber a @Kandidocordial en un trino. 

Tampoco yo estoy seguro -respondió Jeremías en otro trino-. ¿Quién puede? Es un desiderátum; como el karma. Muchas veces los dioses encumbran a los soberbios y les regalan adeptos y prosélitos. Cosa que a Nietzsche le ponía en trance épico, aunque él en vida no tuvo muchos subidones ni ocasiones de venirse arriba, y Lou von Salomé le dio calabazas. Con motivo.

Además -añadió Modesto- no está claro que los prosélitos den verdadera compañía. ¡Propincuidad no es fusión!, ya lo dijo el barón de FuenMarina.

domingo, 14 de mayo de 2023

EL ACORDEÓN

 


"¡Oh modestos acordeones! ¡Simpáticos acordeones! Vosotros no contáis grandes mentiras poéticas como la fastuosa guitarra; vosotros no inventáis leyendas pastoriles como la zampoña o la gaita; vosotros no llenáis de humo la cabeza de los hombres como las estridentes cornetas o los bélicos tambores". Pío Baroja.

 

JANA, KONÍN Y FABIO (Cuento del abuelito)

Jana era una anciana pianista viuda. Todos los días se sentaba en su taburete y tocaba las piezas más hermosas que conocía, luego abrazaba un viejo acordeón que hacía sonar con arte en bodas y ferias su marido difunto, para interpretar con él apasionados tangos conque recordaba el afecto que los esposos se habían tenido, partituras sentimentales de una tristeza solemne. 

El acordeón se llamaba konín. Su nombre estaba escrito con letras doradas por encima de su teclado. No era muy grande, pero pesaba lo suyo, y Jana, que era ya una mujer mayor, no podía abrazarlo sosteniéndolo en el aire durante mucho tiempo.




Konín revivía contento cuando aquellos ágiles dedos acariciaban sus teclas y presionaban sus botones y cuando los brazos de la señora impulsaban su fuelle, que rozaba la blandura cálida de sus senos, al hacer cantar el viento en sus cajas armónicas de madera. ¡La música era el gran amor de su vida!

Un día no se oyó nada en el apartamento de Jana, ni la pianista acudió a su cita con konín, aquel viejo acordeón que había sido el instrumento preferido por su marido. Al día siguiente tampoco, como si un calderón ahondara un silencio hondo. Al tercer día, la vivienda se llenó de rostros tristes y ropas negras. Konín comprendió que su vieja amiga no tornaría a despertarlo, que Jana ya no volvería a agitar el aire en las entretelas de sus pulmones ni por los canales de sus entrañas generando emocionantes melodías.

Aquella larga noche Konín se mantuvo en vela y repitió para sí, en sordina, las piezas más melancólicas que conocía. Luego permaneció mudo, hasta que unos mozos de mudanzas lo metieron en su caja negra y lo depositaron en una tienda de instrumentos de segunda mano. Se sentía inútil y echaba de menos los abrazos de su señora hasta que cayó en los infiernos de una inconsciencia sin sueños. 

El dueño de la tienda le sacó con cuidado de la caja y le expuso junto a otros instrumentos de cuerda y de viento: un saxofón, una guitarra, un contrabajo, una trompeta... Deseaba que algún visitante al pasar rozase con sus dedos su teclado e impulsase su fuelle para ver cómo sonaba. 

¡Un día sucedió! Entró en la tienda una pareja con un niño saludable y fuerte, y este, atraído por el color rojo brillante de la carcasa de Konín, acarició levemente su parrilla de sonido y Konín soltó un dulce gemido, aun sin que lo abrazasen ni expandieran o contrajeran su fuelle, mientras algunas de sus lengüetas temblaban por dentro y sus registros se activaban.

Ayudado por el vendedor, el niño se ciñó las correas y probó a tocar una cancioncilla en su teclado equivocando varias notas, vacilante e inseguro. 

¡Qué vergüenza!". Él, cuyas lengüetas habían entonado al compás tangos, pericones, polkas, valses franceses y hasta piezas de Bach y el Ave María de Schubert..., con perfección virtuosa e indiscutible maestría, ¡flores de Maravilla!, ahora balbuceaba y tartamudeaba una melodía repetitiva, vulgar y ridícula... El regulador de la correa se distendió, varias plaquetas de aluminio de desencolaron, saltaron un par de remaches de sus badanas de piel, el fuelle soltó por su canal de alivio algo parecido a un eructo, luego un pedo, y más tarde unos sobrealientos de asmático... El vendedor no se achicó:

- ¡No se preocupen! Hay que ponerlo a punto. Pero tranquilos, llamo a nuestro luthier y en unos días lo abre, lo limpia, lo ajusta y lo deja nuevo. Estos viejos instrumentos italianos son eternos. Se fabricaron para que durasen. Y, si les gusta, se lo dejaré barato, ¡muy barato! -dijo el vendedor guiñando un ojo a la madre del niño, que se llamaba Fabio y se había encaprichado del acordeón rojo.

Así fue. Los padres volvieron a la tienda, comprobaron su rejuvenecido estado y compraron a konín. Al día siguiente los transportistas vinieron a buscarlo. A su lado y antes de que lo metieran en su caja, un venerable contrabajo, que había notado la ansiedad del acordeón-piano, se mostró sensible a su desconcierto y le susurró gravemente:

- Sabes..., compañero, Jana, tú anciana señora, y su difunto marido también fueron niños y sin duda comenzaron tecleando cancioncillas ligeras, vacilantes, con dudas y errores. Para aprender hace falta esfuerzo, ilusión y tiempo.

Encerrado en su cajón, Konín reflexionó sobre esas palabras de su colega el contrabajo y se arrepintió de haberse sentido tan superior e indiferente al abrazo del chiquillo. Cuando le dejaron en su nuevo hogar hizo lo imposible porque aquellas sencillas melodías que Fabio ensayaba sonaran bien y alegraran o consolasen el alma, como las piezas de los grandes maestros. 


viernes, 5 de mayo de 2023

TRANSDIVERSIDAD

 


El profesor Quintana nos pone sobre aviso al comentar la noticia de la señora angloparlante "tanscapacitada". Parece ser que esta persona "se autodeterminó" ciega (con perdón), quiero decir invidente o, mejor, diversa funcional sinóptica o sinoftálmica. Por aclararlo: la morena de la ilustración prefería que no le funcionaran los ojos ni la vista. 

Tal vez pensase que "¡para lo que hay que ver...!"; o tal vez le fastidiaba ver lo que veía; o tal vez estaba hasta el moño de espejos, pues todos los monitores lo son y el mundo está rebosante de monitores y la figura que nos devuelven no siempre nos satisface.

Algunos normópatas pensarán que la señora está chiflada. Puede. Y que tal vez tendría que haberla tratado un siquiatra para prevenir su automutilación. El normópata es por definición intolerante.

¡Como si su cuerpo no fuera su cuerpo y ni siquiera le permitieran ya mutilarse a uno! Las locuras, como explicó el "torcido" de Foucault, tienen su genealogía y su historia social... Y los pirados y chifladas de unas épocas son conductoras y caudillos de otras. En la modernidad, la mayoría de los profetas de la Antigüedad hubieran acabado en manicomios y recibiendo descargas eléctricas en sus complicados cerebros a causa de sus lúcidas advertencias y jeremiadas.

A fin de cuentos, todos tenemos manías. Los griegos llamaban "manía" a la locura, pero también a diversas formas divinas de entusiasmo..., todos tenemos rarezas, porque llegar a ser persona cuesta un huevo, por lo menos uno, porque no siempre está uno a gusto con lo que ve de sí u observa en otros que también le miran a uno, o malmiran. El Padre Orígenes (Ὠριγένης, h. 185-254), gran erudito y asceta cristiano, se emasculó (vamos, que se los cortó) para que los padres de sus catecúmenos no sospecharan de él la menor debilidad pederástica. Un santo.

A mí que cada cual "se autodetermine" como le salga de las gónadas, o que se las suprima o intoxique, que se castre o se mutile, se ponga o se quite tetas, una arandela en el hocico o un chip en la oreja, según su vocación, me da igual. ¡Uno es tolerante!, eso mientras el trans no haga daño a nadie ni tenga la Hacienda Pública que cargar con el capricho de sus ocurrencias castrantes, es decir mientras no tenga que pagar el contribuyente la intervención quirúrgica y los cuidados y mantenimiento posteriores del autolesionado. ¡Que cada cual "se autodetermine" como quiera o pueda! O sea, que cada quisque se dé un disgusto por gusto o un gusto para su disgusto, me importa un pimiento. Vive y deja vivir, o morir.

Esta mojiganga se vuelve patética cuando se compadece de estas insanas "diversidades" auto-infligidas, que nada tienen que ver con las pamplinas, flores humildes, nada narcisistas. Y digo yo, que más que una "trans-capacitada", tendríamos que referir a la señora de marras como "trans-discapacitada" si consideramos el resultado y, por decirlo así, el ideal u objetivo de su acción: la ceguera, en lugar de la situación inicial: la videncia. 

Auto-determinaciones dis-capacitadoras son estas, obviamente, destructivas, más que constructivas. Como preferir ser inútil y cobrar una paguilla, a ser útil y tener que "pringarse" o trabajar, casos que también se dan, como el que se invalida para no ir a la guerra. Eso último lo entiendo. Si sólo lo finge, que no puede disparar, mejor para él y para el posible disparado.

No faltan trágicos y hasta venerables antecedentes para estos que se castigan a sí mismos buscando la felicidad o el alivio del dolor en la insuficiencia. Edipo se sacó los ojos -ciego voluntario- cuando supo que había matado a su padre -involuntariamente- y había copulado con su madre Yokasta, sin saber que era su madre. Por cierto, que de casta le venía a Antígona su condición trágica y suicida, pues si su padre sólo se sacó los ojos, su madre se ahorcó.

Todos pagaron por "pecar", por haber obrado contra ley, por haber pecado mucho según los patrones del pecar e infringir la ley de aquella época, en la que contaban más los hechos objetivos que las intenciones subjetivas; más los resultados, que los propósitos con que se obraba. 

También se cuenta que Apolo cegaba a los poetas para devolverles "la mirada interior". Nuestra libérrima voluntad sacrifica a veces sus poderes a capricho, o tal vez para ganar así otros. Y esta capacidad de ver y mirar no es "moco de pavo", aunque las hay mayores. Recuerdo que un personaje de la Rayuela de Cortázar decidió ahogar su talento en alcohol, seguramente porque conocer le hacía daño. Y es que hay conciencias muy pesadas. Pero las penas saben nadar. Y aunque uno no las vea fuera, las penas se las apañan para dejarse ver por dentro. Y de nada sirven las gafas obscuras para evitar que otros se den cuenta de que uno carga su tristeza con mochila íntima.

Y todos preferimos remirar almas alegres, antes que ver caras sin espejos, rostros tristes. Ver, decía Teilhard, toda la evolución natural es una pugna por ver más y mejor... A fin de cuentas los ojos están hechos con la misma materia que los cerebros, por eso son el espejo de las almas. Sí, también monitores.

jueves, 4 de mayo de 2023

QUIÉN SACUDE EL TARRO




Según Devesh Lalluwadia, (દેવેશ લલ્લુવાડિયા, en guyaratí, lengua del oeste de la India hablada por casi cincuenta millones de personas), ingeniero de telecomunicaciones, hay algo que todas las gentes deberíamos saber...

Si meto en un tarro un grupo de hormigas rojas y otro grupo de hormigas negras, no pasa nada, pero si lo sacudo un par de veces, comenzarán a luchar, a herirse y a matarse entre sí. 

Las rojas tendrán por enemigas a las negras y las negras a las rojas, sin preguntarse quién ha sacudido el tarro. Dan por hecho que ellas no, luego tienen que haber sido las otras. No lo saben por razonamiento; les engaña el instinto.

El verdadero "enemigo" es, evidentemente, la persona o personas que han sacudido en tarro. Las que hacen el experimento, las que sacan a las hormigas de su medio natural y las encabronan.

Según Devesh Lalluvadia, esto es lo que ocurre en nuestras sociedades. Así que antes de irritarte contra el hermano, antes de pelearnos entre nosotros, preguntémonos quién ha sacudido en tarro.

No me atrevería a descargar toda la responsabilidad formicida u homicida sobre el líder manipulador de masas y el arengador o activista fanático. Puede decirse que a veces los pueblos tienen los imprudentes caudillos que se merecen. Sin embargo, casi siempre, los más inocentes y los sensatos pagan hasta con su vida la locura de unos pocos.

Fuente: fr.quora.com


viernes, 28 de abril de 2023

VERDAD DESNUDA & MENTIRA DISFRAZADA

 


Cuentan que un día de los que doña Verdad y doña Mentira se cruzaban (casi todos), doña Mentira, de natural facunda y parlanchina, saludó:

- ¡Hermoso día! -dijo doña Mentira.

Doña Verdad pensó que era cierto, que el día era hermoso y fecundo, porque llovía.

- Aún más hermoso está el río -añadió Mentira con embeleco, guiñando un ojo.

Corría Mentira hacia un remanso y metía la mano en él...

- ¡Limpia y templada! -le gritó alegre a Verdad-: ¡Nademos!

Como Verdad es por naturaleza confiada, le pareció inocente la propuesta de la Falsa. Ambas, señoras magníficas, se desnudaron y nadaron tranquilas bajo una lluvia fina y mansa. Se dijeron algunas gentilezas a la vista de sus cuerpos espléndidos, que el agua argentaba.

Tras largo rato, salió del agua doña Mentira; se vistió a prisa con el manto de doña Verdad y salió corriendo como alma perseguida por un diablo.

Salió luego del agua doña Verdad y, lógicamente, se irritó al deducir lo que había hecho su compañera embustera. No quiso de ninguna manera vestirse con las ropas extravagantes y llamativas de la volandera Mentira... 

Embarrada, enfadada, despeinada, con algas y otros restos vegetales pegados al cuerpo, corrió Verdad desnuda por el mundo y todos se asustaban al verla, y preferían a doña Mentira disfrazada de Verdad, que se hizo famosa en todos los Medios.

Pasó el tiempo y el manto de Verdad que lucía Mentira se deterioró y devino andrajoso. Entonces se le veía el plumero a Mentira, por más que lo escondía o lo disimulaba.

Dicen que doña Verdad se refugió en un pozo, en el que oraba triste por que don Tiempo la devolviese al mundo, limpia y vestida del todo, a sabiendas de que desnuda impresionaba demasiado.



domingo, 16 de abril de 2023

LA RANA EXITOSA

 


Fábula de los cuervos y las ranas

Érase una vez un montón de ranas gordas. Se aburrían en una charca del monte. Para paliar el muermo, una de ellas concibió la aventura de escalar una torre de telefonía móvil que habían plantado cerca de su reino diminuto. A muchas les pareció la propuesta una perfecta tontería. ¡Qué necesidad tenemos de exponer así nuestras vidas! -decían. 

Sin embargo los más jóvenes y temerarios anfibios, que eran los que más se aburrían, y los más emprendedores de la charca, ranas con vocación aventurera, se propusieron conquistar la cima de aquel alto y misterioso artilugio.

Al evento acudió una tribu de cuervos. Estas aves son inteligentes y no puede decirse que sean necesariamente pájaros de mal agüero, y menos aún que traigan mala suerte por ser negros, color elegantísimo que en algunos plumajes y cabellos se enriquece con irisaciones azulonas o añiles muy coquetas y atrayentes (dejemos esto claro).

El caso fue que los cuervos no llegaron allí para aplaudir la empresa de las ranas, sino todo lo contrario... "¿Pero adónde vais, pedazo de imprudentes? ¡Os vais a secar!" -exclamaban unos-. "¡Os vais a desembrar!"; "Lo vuestro es el cieno, no el cielo raso" -chillaban otros-. 

Acudieron otros animalejos sedientos de espectáculo: mamíferos, reptiles y artrópodos de todos los colores y formas, pero no hablaban ni levantaban la voz, expectantes. Miraban curiosos, a ver qué pasaba. La mayoría se reía cuando una rana daba un traspiés en la torre, resbalaba y caía.

¡Es inútil! ¡No lo conseguiréis! -graznaban los cuervos en su idioma, lengua que las ranas entendían perfectamente. El pronóstico de los cuervos las desanimaba. Se asustaban, se encogían, engurriaban y caían.

"¡Ranas soberbias!" -sentenciaba el más veterano de los cuervos-. "¡Por lo visto queréis subir adonde sólo nosotros podemos alzarnos, gracias a nuestras poderosas alas!". Así se daba lustre e importancia el pajarraco negro.

Una a una, desanimadas por lo que oían, fueron cayendo de los listones metálicos de la torreta las ranas frustradas. De las alturas a la charca: ¡plaf, plaf, plaf...! Alguna se espachurró sin remedio, cayendo y golpeando sobre piedra: ¡chin-pum-paff! 

Temblando y agarradas a los mástiles de aquel gigante altísimo sólo quedaron tres ranitas en el empeño..., luego dos..., al fin una que, intrépida, perseveró a duras penas en elevarse hasta la meta, agarrada a la torre y abrazada a sus partes y remaches con manos, patas ¡y hasta con la larga lengua!

- ¡Te vas a matar! ¡No lo conseguirás! -gritaban los pájaros obscuros.

Pero al fin, la intrépida sin pelo, la resuelta criatura sin pluma, lo consiguió. La ranita logró escalar la torre aquella, ¡hasta su cima! El gentío animalesco, sorprendido por la proeza, no tuvo más remedio que aplaudir y celebrar a la pequeña y animosa atleta. Incluso un esmeraldino lagarto ocelado, famoso por su discreción, gritó ¡bravo, bravo! 

Los cuervos, desdeñosos o fingiendo indiferencia, dejaron de graznar y emprendieron vuelo. Abandonaban aquel lugar, pero no marchaban sin recoger y aprovechar con pico y tragaderas los cuerpos mutilados de las ranas que habían muerto, reventadas en las piedras.

- ¿Qué se ve desde lo alto? -cantaron unos grillos apelando a la rana triunfadora.

- ¿Hasta donde llega tu visión? -le preguntó una cigarra.

Y así otros bichos prosiguieron, inquiriendo qué veía y cómo se sentía la ganadora..., pero la rana sonreía inmutable sin contestar nada... 

Hasta que por fin un mochuelo, que había acudido al show organizado por las ranas por pura curiosidad y sin ningún interés oculto, se percató de lo que pasaba... 

El mochuelo, pájaro de Minerva, diosa sabia, se dio cuenta de por qué la campeona no decía lo que sentía. Estaba, se había quedado, o era de nacimiento y por suerte ¡del todo sorda! Sorda como una tapia.

Moraleja

Jesús Garrido ilustra con esta fábula u otra parecida el llamado EFECTO PIGMALIÓN, pariente de "la profecía autocumplida", que afirma que las expectativas de los demás, sobre todo de los próximos, padres, educadores, y más todavía las de aquellos a los que respetamos o admiramos, determinan nuestros logros y fracasos.

En fin, que muchas veces es preferible hacer oídos sordos a lo que dicen los demás sobre nuestras capacidades o nuestras acciones y perseverar en nuestra vocación para conseguir un logro o alcanzar un fin amable.

martes, 14 de marzo de 2023

MORIBUNDIA



Mosca escatófaga, sus larvas descomponen,
reciclan y ayudan a la bella forense del CSI


“¡No os pongáis a llorar, cobardes!”
Ramón Gómez de la Serna, 1935

Cuenta Claudio Eliano en su Varia Historia (I, 16) que volviendo el barco del santuario de Delos ya no había motivo (religioso) para retrasar la ejecución de Sócrates, y que entonces Apolodoro, su amigo, le llevó a prisión un vestido de lana muy fina y bien trabajada con un manto haciendo juego, rogándole que se mudase de ropa antes de tomar la cicuta letal y quedarse tieso.

“Estos vestidos te servirán al menos de adornos fúnebres, pues es honorable que un muerto sea enterrado decentemente”.

Quería Apolodoro que el maestro representase un cadáver “en condiciones”, como diríamos hoy dando por hecho que todas las “condiciones” son buenas y legales.

La proposición de Apolodoro no gustó a Sócrates. El Tábano de Atenas no tenía el cuerpo para coqueterías post mortem. Así que dijo a Critón, a Simmias y a Fedón (Platón se escaqueó ese trágico día):

“No sé qué idea tiene Apolodoro de nosotros si cree que después de que haya yo tomado el veneno mortal que los Atenienses me ofrecen, todavía verá a Sócrates. Si él piensa que el que dentro de poco yacerá a vuestros pies es Sócrates, seguramente jamás me ha conocido”.

¡Se pasó de duro el maestro! Eso creo yo. ¡A caballo regalado no se le mira el diente. ¡Pobre Apolodoro, tan enamorado del discurso de Sócrates y tan generoso! Regalaba mortaja fina con la mejor intención y dio con el hueso duro de roer de la razón filosófica. Y es que, si fuésemos del todo racionales, lo más exacto que diríamos del finado sería: “ya no está” o “nos dejó” o "ha periclitado", y lo menos que se puede pensar es: “se fue antes que nosotros”.

En lo menos que piensa un hombre sano es en la muerte –decía Spinoza, filósofo sefardita genial y hereje, aunque demasiado determinista para mi gusto. Pero, si te van a fusilar al amanecer, distraer la imagen de que vas a palmarla sin remedio ante un pelotón de desalmados armados resulta difícil. Y ciertamente, eso es lo peor de la condena a muerte: la espera. Por eso, aquel fatídico corredor en el que aguardan el cumplimiento de sentencia capital los peores criminales usamericanos, casi todos tipos chatos, grandes y negros, lleva su nombre, Corredor de la Muerte, el otro nombre es “Suegra de la Vida”, como la llama Gracián. Aun bajitos, blancos y narigudos, todos estamos en ese corredor, a la espera. Ignoramos la hora, ¡menos mal!

Amamos tan instintiva e inconscientemente la vida, que la muerte suele ser un valor en crisis, salvo en épocas de extremo romanticismo, claro, cuando los amantes desesperados levantan las losas y rascan suelos de camposantos para practicar la lúgubre necrofilia poética. ¡Morbideces! Nunca hay celo para tanto, y nada nos queda por temer cuando ya no existimos. No obstante, siempre hay motivos para compadecerse de los que ya están más allá del teatro del tiempo y del espacio, o sea, de los pobres muertos, ¡qué solos se quedan los muertos, pues ni siquiera están ya consigo mismos!

Es esto, la desaparición del Yo –esa ilusión tan útil, esa representación tan teatral y necesaria- lo que más fastidia y contraría nuestra vanidad egoísta cuando pensamos en la muerte. Freud decía que, en lo profundo del inconsciente, todos nos creemos eternos (o tal vez de algún modo raro lo seamos). El yo debe mucho a esa pretensión, perfectamente irracional, de infinitud, de eternidad. A fin de cuentas, ¿no prueba el deseo que hay objeto para el deseo? ¡No se desea lo que no se conoce!

Se ha comparado la muerte con un “sueño eterno”, pero Ramón protesta: “En el sueño hay una saturación de vida, densa, con esperanza de despertar, con pereza…”. En la ironía de Sócrates, en ese incesante preguntar que ejercía todos los días en el mercado o en el gimnasio de Atenas latía un deje de humor por el lado de la burla del Sabelotodo. Si no hubiera sido porque, a la vista del barco que regresaba del santuario de Delos, le tocaba a él bailar con La-más-fea, en lugar de poner mala cara tal vez se hubiera reído de la ofrenda de Apolodoro, como no dejaría de reírse hoy con los gastos suntuarios, con la carísima cosmética del embalsamador, con el costosísimo embalaje del tanatólogo, destinado ipso facto a la inhumación o a la exhumación, o sea a convertirse en humus o en humo.

Si Sócrates hubiera aceptado el detalle textil de Apolodoro, vestiría sus mejores galas ¡justo cuando su cuerpo ya no era templo del alma, ni cárcel del espíritu, sino pasto de gusanos o combustible para llama!

Gómez de la Serna pasa entre nosotros por genial humorista, pero, tal vez precisamente por ello, fue también filósofo y reflexionó profundamente sobre la Calva de la guadaña, afectó durante toda su obra esa preocupación por la muerte tan senequista, tan quevedesca, tan aparentemente española. Pasa igual con Andrés Rábago, que firmó Ops y firma hoy El Roto. Toda ilusión y toda presunción se deshacen ante la evidencia contundente de nuestra extinción, aún de la extinción prevista del Sol, padre estelar de la vida en la Tierra. Fantasear le parecía al humorista lo único inmoral que podía hacer con la muerte. Por eso dice de sus obras, lo cual podríamos generalizar a todo logro cultural, que están ceñidas a sus cuernos, porque son un vasto y hermoso conjuro contra la muerte. Y así lo deja escrito en una de sus greguerías: “el éxito del humorismo está en que no brote ni de lo muy cómico ni de lo muy fúnebre, que se mueva en ese trozo de calle que va del teatro a la funeraria”.

Como la muerte está poco valorada, Apolonio, con buena intención, quiere vestirla de gala, pero ¿hay mejor absolución y más segura prescripción para deudas, dolores, remordimientos, trabajos y compromisos? Ni siquiera puede uno acudir en persona a su propio funeral, ya no estás con ellos, lo cual si bien se mira, también es un descanso. ¡Hasta el compromiso del “amor eterno” se lo lleva por delante la calva! Y encima uno deja ya de comer carne para siempre; se hace vegano definitivo. Ya no tomará más que ensalada de ciprés y zumo de malvas, y lucirá clavículas a tope, como las más altas y aclamadísimas supermodelos de moda.

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lunes, 13 de marzo de 2023

DIAÑO BURLÓN

 


A mitad de camino entre duende y fauno, existen los diablillos burlones. Viven a su aire y normalmente no se mezclan con humanos, pero a veces cuando se aburren buscan el contacto de bípedos implumes por razones bien alimentarias, bien lúdicas o hedonistas. Suelen mostrarse más malignos que los trasgos en la ejecución de picardías y divertimentos.

El más conocido en el norte de Iberia es el Diaño. Muy probablemente su nombre derive del masculino de Diana, hembra divina indócil, gran cazadora amiga de soledades húmedas y claros de bosque. El Diaño tiende a enanuco y feo. Tiene mucho carácter y observa de lejos las tonterías que decimos y hacemos, eso cuando puede. Entonces cabe que nos gaste alguna broma si se tercia la ocasión. Su burla no suele tener consecuencias nefastas, salvo entre caracteres pusilánimes.

Se lo ha visto en casas de juego, cruces de caminos, altozanos de senderos rurales; en apeaderos de autovías, en claustros ruinosos y en jardines descuidados. Antiguamente era frecuente que cambiara algún renglón del Breviario cuando el cura lo leía en la iglesia. Lo hace para satisfacer su gustillo irrefrenable de irreverencia, escandalizar a los fieles y erizar el vello de las beatas, como "santificado sea su hombro" o "ahora y en la joda de nuestra muerte"... Comportamiento infantil este, que ni siquiera merece consideración de blasfemo. 

Diaño es bromista y disfruta riéndose de la ingenua buena voluntad de la gente sencilla. Apena explora ciudades ni pueblos de muchos vecinos, prefiere campos, aldeas y caseríos. La simple alusión sincera al nombre de Jesús o de María lo pone en fuga. En Asturias lo espantan en bable con una coplilla que adapto aquí al castellano:

Torpe Diaño / de ti reniego / mal año te den / los hielos de Enero. / La cruz te hago, / ¡come mierda, rascacueros, / y caca de gato negro!

Al Diaño burlón le ha visto mucha gente en tierras de meigas: en Galicia, León y Asturias. Los del Bierzo confunden diaños y trasgos de forma sistemática. El Diaño, al contrario que el trasgo, es actor consumado y maestro del esperpento. A un diablillo burlón jamás se le ocurrirá hormonarse ni acudir al Dispensario de prótesis sexuales. No lo necesita. Su autoestima no decae, su vanidad está siempre por las nubes, ni siquiera cuando se siente solo y distinto. 

Cree que ha sido creado con un cuerpo perfecto, pues cuenta con un poder innato para el transformismo integral y la metamorfosis especial. Aparece de repente como holograma de múltiples animales, aunque prefiere el gallo, el sapo, la tijereta, el avispón, el choto y el poni.

En San Miguel del Río, en el antiguo camino real de León a Asturias, se recuerda que una moza garrida encontró en un erial a un gallo que parecía desnutrido y alicaído. A la buena samaritana le dio pena el bicho y lo llevó con mimo a su humilde hogar. Encendió lumbre para calentarlo, lo alimentó con granos de maíz y lo dejó en un canasto junto a su lecho. 

Cuando la moza fue a acostarse, se desnudó y rezó un Ave María. Entonces el Diaño saltó en una pirueta y canturreó:

Ijujú, que te comí la merienda;
ijujú, que te la comí
ijujú, que te vi las tetas;
ijujú, que te las vi.

Y repitiendo su "ijujují" partió volando por la chimenea con espanto de la noble doncella, que quedó frustrada y confundida. 

Dicen también que un zagal socorrió a un diaño transformado en cabrito que simulaba lesión de pata y lucía ojazos de pena, que el joven se lo echó al hombro camino de casa y que el diablillo se le orinó encima y puso pies en polvorosa riéndose de la buena voluntad del payo.

Nada puede ser perfectamente bueno en este mundo salvo una buena voluntad con recta intención. Y sin duda es diabólico reírse de ella como hace Diaño. Hay que mirar bien a quien socorre una, no vaya a ser diaño transfigurado el falso doliente que busque reírse o burlarse de nuestra noble intención. Su acción tendrá además el efecto perverso de volvernos maliciosos, desconfiados e impasibles ante el dolor ajeno.

jueves, 23 de febrero de 2023

LA ONTOLOGÍA DE NICÉFORO ARGIROTEO

 

NICÉFORO ARGIROTEO

Nicéforo Argiroteo fue el mejor ontólogo de la Galaxia del Palo de Hockey durante la decadencia del Imperio de la dinastía de los Tornasoles. Mozo todavía, escribió en la luz su obra Theofaria o Teoría General de las Deidades Aposteriorísticas. Postulaba en ella un imperativo incondicionado como mandamiento no arbitrario, sino extraído de la Razón pura en su uso ético-práctico. 

El imperativo mandaba así: Al final de todo o, por lo menos, al término de un ciclo cósmico, las civilizaciones superiores suministren, suministran o suministrarán dioses omnipotentes y bondadosos. El uso del subjuntivo en cursiva capta la posibilidad futuriza, ideal o dudosa, del cumplimiento de la orden hic et nunc, o sea, su existencialidad problemática a la vez que su imperiosa necesidad. 

La discusión sobre si esa Deidad a posteriori sería una o muchas es demasiado compleja para resumirla en esta página. Sólo añadiré que, según la sutilísima e iluminativa especulación de Nicéforo, tanto el monoteísmo como el politeísmo aposteriorísticos llevan a contradicción si se razonan en rigor y pureza sus consecuencias prácticas.

Partía el bueno de Nicéforo del hecho incontestable de que todo está material y pésimamente organizado (kosmos deficiens) desde un punto de vista físico, metafísico y moral. Físicamente porque existe el sufrimiento y el dolor; metafísicamente, por la imperfección o la privación de todo cuanto contingentemente existe; y moralmente, porque se da y es imparable el crimen y el atropello voluntario. 

Sobre todo, el mal moral es inaceptable racionalmente, es decir que haya malas personas que delinquen y -por decirlo así- salen y se van de rositas; e inocentes que sufren sin causa justificada (esto último es todavía peor que la impunidad). Por lo tanto ¡hemos de inventar jueces poderosos y justos!, ya que en la Naturaleza brillan por su ausencia y en el orden civil están aquejados de los tres males antes indicados: porque los jueces biológicos enferman físicamente son imperfectos metafísicamente y, a veces, venales, o sea juzgan con dobles y hasta triples intenciones, alguna de ellas viciosas, a veces.

Por desgracia, la Theofaria, cuya edición digital fue costeada por su autor, no alcanzó amplia divulgación ni eco suficiente y su teoría no se implementó en una praxis consecuente por parte de las civilizaciones más avanzadas de su Galaxia del Palo de Hocket. No desesperó el filósofo y, ni corto ni perezoso, sin prisa pero sin pausa, dedicó dos lustros a una original meditación honda, de la que resultó, tras sudores y lágrimas, su segunda obra, que colgó en la Red a su costa: El Gran Dilema. Aquí probaba que cualquier civilización avanzada y próspera tiene dos caminos: o exterminarse a sí misma por exceso de tedio incurriendo en sevicias, pues el aburrimiento es madre de todos los vicios; o, por exceso de bienestar, al caer sus ciudadanos en la abulia y el pasotismo, ya que cuando se tiene todo no se hace nada por mejorar. Además, el exceso de belleza rompe familias, el de inteligencia trae soledad y el de riqueza conduce directamente a la locura. Por consiguiente -razonaba conclusivamente Nicéforo Argiroteo-, la prosperidad tiene también su radical inconveniente y umbral límite en orden a la otorgación de alegrías crecientes.

En ambos excesos, esplín o confort, el motivo de la decadencia es siempre el mismo: al no poder comprender ni dar sentido al absurdo de la existencia, los civiles se vuelven estériles o transforman su hábitat en un paraíso preñado de infiernos o, por decirlo metafóricamente, en camas y cloacas; y al cosmos circundante, en un gran almacén de cachivaches y chatarra. Y es que la Razón, en su codicia, no descansa hasta poder convertir los átomos en bombas y a los electrones, protones y otros corpúsculos o enerjúsculos, en narcóticos y cremas antiarrugas. Así la Razón lo avasalla todo.

El El Gran Dilema tampoco alcanzó éxito ni motivó un cambio de paradigma científico como nuestro ingenioso ontólogo pretendía. Después de haber defendido a la Razón productiva inventora de dioses, contra las injusticias de la Naturaleza; y a la misteriosa Naturaleza, contra la instrumentalización dominadora de la Razón que todo lo convierte en desierto y basura, la decepción no acabó con la inspiración del filósofo, el cual, tras tres lustros quemándose las pestañas y dándole al magín, redactó en la luz su Refutación del Universal. En esta obra de madurez, Nicéforo recogía todas las hipótesis posibles sobre el origen y destino del Cosmos, incluso los más extravagantes nihilismos: "El Cosmos no existe y tal"; incluso registraba el más pesimista de los creacionismos gnósticos, la conjetura de que el universo es fruto de la demencia de un Supercerebro trastornado por su eviterna soledad; o aquella otra, que sostiene que la materia al transformarse en sustancia nerviosa o circuito electrónico calcula bien, mucho y rapidísimo, pero piensa como un imbécil; o sea, la materia entonces sabe, pero no sabe qué hacer con el saber...

Nicéforo llamó "Gran Salto Fideísta" a su conclusión de que todas las disputas de los filósofos, estos y los otros, esos y aquellos, diestros y siniestros, son vanas, ya que cada sujeto ejecutivo y cada inteligencia natural o artificial puede y debe inventar su propia filosofía dando así sentido provisional a lo que hace y en armonía con su idiosincrasia. Con una condición, se debe siempre filosofar como si existieran ya esos dioses -o diosas- que la civilización superior debe crear (ha creado o creará) y como si esas deidades nos estuviesen viendo y pudiesen castigarnos o premiarnos. De este modo, al azar se unirá la necesidad y la armonía, ganada libre y espontáneamente, corregirá el desarreglo o, por lo menos, contendrá el caos del kosmos deficiens.

El maestro Nicéforo no salía de su asombro cuando se apercibió de las pocas descargas que se hacían de sus tratados y que muy pocos de los intelectuales de su época criticaban con benevolencia sus planteamientos. Hubo uno que le llamó "Bufón de los Tornasoles", ¡cosa injustísima! porque Nicéforo Argiroteo nunca se había ocupado del menudeo cotidiano de la  política y estaba muy lejos de ser un "estómago agradecido" adulador del jerarca de turno; otro dijo de él que escribía "cuentos de viejas". ¡Lamentable desprecio de Nicéforo, pero también misógino menosprecio de la sabiduría de la tercera edad!... Bueno, la verdad es que nuestro pensador sí salió de Asombro, y fue por la puerta de Rabia y Resentimiento. Ni premios, ni renombre, ni celebridad, ni subvención, ni beca, ni reconocimiento... ¡Sólo le quedaba la esperanza de que los que han de venir descubriesen la relevancia de sus ideas y su pertinencia transformadora! 

Su aparente fracaso, su inactualidad, no desanimó a nuestro genio. Ya sesentón completó su obra con una demostración irrefutable mediante procedimientos estadísticos y rigurosa lógica probabilística. En su Aristarquía o Gobierno de los cisnes y Demonarquía o Gobierno de las ranas (título matizado por su ya negro humor) probó matemáticamente la existencia en su galaxia de una civilización superior que necesariamente construiría un Nicetrón argiroteico productor de dioses justos. A su Aristarquía añadió un epítome en el que, a modo de corolario, aseveraba que el destino de los seres orgánicos inteligentes es siempre acabar sintetizando inteligencias superiores o, si son animales, maquinales transbiológicos que acaban, por nostalgia edípica, recreando madres biológicas, o biónicas, mediante procesos de desextinción y reedición genética. O sea y por decirlo claro: personas que crean inteligencias artificiales y máquinas inteligentes que recrean personas en vuelta eterna y circular. 

Aristarquía concluía con dos preguntas cruciales que Nicéforo planteaba como la esfinge su enigma, sin querer darles respuesta (en realidad, leyendo fino, parecía que Nicéforo las consideraba una sola pregunta): 

  • ¿Qué fue primero, la persona o la máquina?
  • ¿Qué fue primero, la Forma o la Materia?

Al final de sus días, resignado por no alcanzar gloria alguna, ni tan siquiera en los brazos exteriores de su Galaxia del Palo de Hockey, volvió a pensar en las generaciones venideras. Tal vez ellas descubrirían la excelencia y ultimidad verdadera de su ontología, su teología aposteriorística y su ética del como si. 

Murió pobre, virgen y desconocido, pero entregó su alma in olore virtutis. Había investigado, pensado y trabajado para quienes habían de venir. Ninguno de los cuales, de los que lleguen, han llegado o llegarán, podrá jamás estrecharle la mano ni invitarle a un picnic.


jueves, 9 de febrero de 2023

DRACONOLOGÍA PROBABILÍSTICA

 

Paolo Uccello. San Jorge y el dragón, 1470.
Temple sobre madera, National Gallery.


- ¿Cuándo, entonces -preguntó Sócrates-, 
el alma aprehende la verdad? 
Porque cuando intenta examinar algo 
en compañía del cuerpo, 
está claro que entonces es engañada por él.
- Dices verdad.
-¿No es, pues, al reflexionar (λογíζεσθαι) 
más que en ningún otro momento, 
cuando se le hace evidente algo de lo real?
(Platón. Fedón 65b-c)


En su Ciberiada, Estanislao Lem visitó un mundo -y luego todo un sistema solar- obsesionado con los dragones. No se trataba de un pueblo atrasado ni medieval, sino de una nación en paz perpetua con una gran cultura muy avanzada en cibernética, biotecnología y geometría no euclidiana del espacio pseudovacío. 

Evidentemente, los dragones no existen, constatación simplista que puede satisfacer a una mentalidad primaria, pero no a una mente científica, y mucho menos a un espíritu filosófico. Ya el genial lógico y matemático Gottlob Frege (1848-1925), padre de la filosofía analítica, dotó de total objetividad al modo de referir de las palabras, a su sentido (Sinn) o intensión, incluso si esos nombres carecen, aquí y ahora (hic et nunc, en este espacio y este tiempo) de referencia existencial o de significado extensivo (Bedeutung), el modo de referir intensivo es perfectamente legítimo, aunque no esté por el momento sustancialmente saturado. Este es el caso de palabras o expresiones como centauro, cero, raíz-cuadrada-de-dos, sirena, esfinge, etc.

¿Acaso carece de sentido el principio de identidad (A = A), tan imprescindible en la práctica (praxis) como en la técnica y en el arte (techné) ? Podemos decir que carece de significado ¡pero no de sentido! 

La Identidad carece de significado existencial por, al menos, tres razones: 1) Porque nada en el universo se conserva estable ni idéntico a sí mismo, ya que toda entidad contingente se mueve en dinámica y continua evolución, como el río de Heráclito; 2) Dado que el Continuo no está hecho de puntos, la película de la realidad no puede descomponerse en fotogramas; y 3) Porque "jamás en el mundo se da una semejanza perfecta", según el principio de los indiscernibles de Leibniz. O sea que la ley de los iguales no es más que un caso especialísimo de la Ley de los desiguales

Por consiguiente, tales nombres como el de "dragón" son objetivos aunque no refieran por el momento a seres reales o, digamos, resulten de problemática existencialidad, como, por otra parte, sucede también con "Dios", "Libertad", "Felicidad", "Verdad" o "Justicia".

Así pues, los sabios de la Escuela de Neántica no se ocupaban sólo de lo existente, no pensaban que la imperfecta banalidad y contingencia de la existencia mereciese una atención racional y circunspecta permanente, necesaria o propiamente científica. Se habían entregado a una segunda singladura (deúteros ploûs), una vez satisfechas sus urgencias existenciales: de abrigo, alimentación, salud y reproducción. Podemos decir que navegaban a la búsqueda del sentido. Peregrinación, contemplación, o sea theoría, y luego aplicación, es decir praxis, techné, artes constructivas, pues sabían que "todos los posibles exigen existir". 

O también: los ingenieros de Neántica sostenían que reducir la inteligencia a la comprensión y explicación de lo existente es tan reductivo como inadecuado, pues el mundo de los posibles es, no sólo más vasto, sino también más interesante que el de los existentes, tan expuestos como están a la obsolescencia, la decadencia termodinámica y la muerte. 

De modo que en dicha escuela se desarrolló con éxito y durante varias generaciones la Draconología. Sus estudiosos descubrieron por métodos exactos tres clases distintas de dragones posibles: los iguales a cero o cerontes, los imaginarios o imaginontes y los negativos o negontes. Ningunos de los tres existían (todavía), pero cada clase insiste de manera completamente distinta y -por decirlo filosóficamente-, son en cualquier caso dragones posibles (posibilontes) y -como toda esencia virtual- pugnan por su existencia, pero de modo muy diferente. Curiosamente, por ejemplo, si se herboriza a dos negontes se obtiene un infradragón en cantidad 0,6 aproximadamente, cifra que expresa su esencia o grado de posibilidad y perfección.

La Draconología Probabilística se desarrolló en la Escuela de Neántica hasta el punto de llegarse a la conclusión de que los dragones sustanciales son termodinámicamente imposibles sólo en sentido estadístico, como elfos, hadas, sirenas y duendes, pero en absoluto insiste -ni puede darse- en el más allá o más acá un dragón incomposible, en el sentido de que una bestia a la que podamos llamar objetivamente dragón sea incompatible con todos y cada uno de los mundos posibles. Es decir, los dragones no existen, pero podrían existir, aunque no en un mundo cualquiera, sino como esencias dinámicas en busca de su perfección, en armonía con un ordenamiento espacio-temporal propicio, acogedor y, por decirlo con un neologismo poético: en un ámbito draconófilo

Se precisó que para presenciar la manifestación espontánea de un dragón habría que esperar quintocuatrillones de heptillones de años, ¡tiempo enorme!, pero menos del que requeriría la aparición del gnomo o el duende, y poca cosa en comparación con la eternidad. Impacientes por dotar de presencia y figura a esta entelequia dragonil que ya amaban desesperadamente, los ingenieros de Neántica inventaron un amplificador de probabilidad que se implementó en un dragotrón, esto es: una máquina de diseño prototípico y producción paradigmática de dragones. 

La clave del procesador dragotrón consistía en hacer pasar a la criatura sintética desde el espacio configurativo de geometría no euclídea al espacio real, o digamos existencial, tridimensional, aprovechando la vitalidad creadora del vacío, cribando, eso sí, las micropartículas y microcargas con un filtro de antimateria, porque 'ex nihilo nihil fieri cogitare possit' y, como se sabe, materia y antimateria se reducen a nada (0)


Nos cuesta pensar el proceso, porque no todo lo inteligible resulta imaginable, pero piénsese en que los electrones se mueven precisamente en ese espacio que hemos llamado "configurativo", dependiendo su suerte fundamentalmente de lo que llamamos "ondas de probabilidad". Por supuesto, es preferible posibilitar elfos rubios o positivizar en realidad hadas buenas y bellas, antes que existencializar bestias dragonoides, puesto que difícilmente podemos creer que las hadas quieran chamuscarnos o puedan comerse a nadie.

El caso es que la Escuela de Neántica llevaba ya mucho camino recorrido como para cambiar la Draconología probabilística por la Elficología, una de cuyas ramas, la Feericología, se ocupa, precisamente, del estudio, producción y reproducción de hadas. (La Elficología fue popularizada por Pierre Dubois y no sólo estudia a las hadas, sino también a otra gente pequeña como elfos, trolls, duendes, etc.)... Soslayemos lo feérico, y centrémonos en lo dracónico, la Escuela de Neántica halló la unidad llamada dracónido, imprescindible para calibrar el contador de dragón: dragonómetro.

Puesto que la inteligencia se desvive por ir más allá de lo condicionado, nadie pudo evitar que en la Escuela de Neántica se especulara más allá de lo positivo y empírico, sobre estos decisivos descubrimientos y técnicas, incluso retrospectivamente, usando ilegítimamente la Razón pura para dilucidar la virtualidad de un dragón-vampiro, rascando en la etimología de "Drá-cula", ni que se perdiesen algunas mentes en digresiones meditabundas sobre el espectro discontinuo del Basilisco. Esto sucedió después del descubrimiento de las fluctuaciones paradójicas de la estadística aplicada a los espacios configurativos polidimensionales y multivérsicos, pues aconteció que los dragones, al emerger desde el espacio configurativo al real parecían algunas veces múltiples a pesar de ser uno solo, otras veces resultaban con disforia de género; o se naturalizaban con dos cabezas, lo que conducía irremediablemente a bipolaridades esquizoides y a violentos altercados.

Este último hecho podrá constar en la Historia de la Ciencia como feliz serindipia o chiripa fértil, porque el famoso ciberconstructor Gerold Rascacueros inventó -aprovechando el fracaso de la bicefalia accidental y analizando la dracónica conflictiva-, creó -decimos- un trabuco anticabeza capaz de disparar y alojar en un dragón bien formado una cabecita electrónica que al momento paralizaba al bicho alado por interferencia con el cerebro sintético y luego serenaba sus impulsos (impeta), esfuerzos (nisua) y conatos (appetitua), es decir sus energías y fuerzas ínsitas para actuar y padecer, para desear y percibir, reduciéndolo a un dragón sumiso o sumidraco. 

El sumidraco se mostró criatura relativamente dócil y susceptible de comercializarse como mascota de nobles damiselas con posibles, que dispongan de parques o jardines donde hospedar a un dragón que sigue siendo animal XXL, que no come cualquier cosa y que requiere cuidadores especializados y amaestradores si se ambiciona enseñarle a hablar o a piruetear en el aire para impresionar a invitados y amigos. Los ingenieros del dragotrón se inspiraron en cuadros antiguos, como el de Uccello que adorna esta crónica, para diseñar a estas simpáticas criaturas y prefigurar su capacidad primera de recepción monádica (πρῶτον δεκτικόν).

Por desgracia, algunos dragones sintéticos, ya más o menos enanecidos y binarios (a voluntad del consumidor), se escaparon, se colaron como polizones o viajaron como mascotas en naves interestelares y acabaron asilvestrados en planetas poco habitados, cuyos nativos y aborígenes, aún hundidos en la superstición de edades obscuras, les trataban como almas impuras, creyendo que les habían caído del cielo cual castigo divino. A cambio de que no se comieran a personas o estropearan sembrados y obras civiles, les ofrecían siete doncellas tiernas y siete efebos imberbes cada año, de los que el dragón cimarrón abusaba cuanto podía para devolverlos -¡eso cuando los devolvía!- sucios y famélicos. 

¡Menos mal que Gerold Rascacueros inventó también el Desposibilizador dragonicida! No obstante, su uso resultaba tan complejo como peligroso. 

En el reino mediavalizante y neófobo de Archivaldo Odelario, la hija del rey, Frida, sufrió acoso y rapto por parte de un dragón inteligente y libertino, aunque feo y con carácter de dinosaurio engreído. Gerold probó su lanza desposibilizadora con la bestia parda, que se resistía a poner en libertad a la hermosa Frida, y causó con el arma tal tensión entre el espacio de configuración y el espacio real que empezaron a emerger del submundo y del multiverso dos Cthulhus y tres Azathothes de Lovecraft. 

¡Menos mal que Rascacueros apagó su lanza a tiempo y todo volvió a ser posible! De no hacerlo, hubiera sido peor el remedio que la enfermedad. 

Al final se impuso una solución negociada: Frida pudo volver con su papá Archivaldo a su cortesana burbuja de confort, a cambio de la promesa firmada por el director de la Escuela de Neántica de la desextinción o puesta en existencia plausible de una hembra dragona, joven, sana, limpia y consentidora.

martes, 7 de febrero de 2023

LUZMIRO EN BUROCRÓN

ARPESTOSA

 Luzmiro Matratás sabía cómo conducirse con éxito en su oficio, pero no sabía qué hacer en Burocrón para que se le hiciera justicia. Se estaba volviendo loco de indignación. La administración de aquel planeta remoto le tenía maltratado y muy cabreado. 

Su trabajo consistía en saltar con su bien nutrido equipo de artefactos, robots y biotecnólogos, desde un planeta a otro, ofreciendo sus servicios de exterminador de especies muy dañinas. No le faltaba faena a su empresa, a lo largo de las espirales externas de la galaxia llamada Vía Láctea. 

Cicatero Racañón, Presidente autoritario del planeta unificado Burocrón, le había solicitado con gran urgencia.  Había reclamado con angustia los servicios de su empresa como si unas arenas movedizas estuviesen a punto de tragarse a él y a todos sus súbditos, prometiéndole a cambio el oro y el moro.

Luzmiro y su equipo de ciber-organismos altamente cualificados habían cumplido en un periquete, acabando con la abominable raza de Las Arpestosas, criaturas diseñadas y escapadas accidentalmente (por descuido y desidia) de un laboratorio de biotecnología de Burocrón. Las arpestosas eran bestezuelas volantes que se reproducían por partenogénesis telitóquica con más facilidad que lombrices y polillas, infestando cultivos, estropeando canales acuíferos, quemando redes eléctricas e incluso introduciéndose en los hogares para robar en alacenas y frigoríficos, pues no carecían del todo de astucia práctica.

Sin embargo, cuando Luzmiro reclamó la paga por sus gastos y competentes servicios, el Presidente Cicatero no quiso o no pudo saldar la factura, minuta tan formal que incluía un eco-impuesto interplanetario. El Presi se escaqueó y olvidó su compromiso, echando la culpa a la burocracia de su mundo: que había que confeccionar un protocolo especial para el caso, que tenía que contar con la aprobación del Senado, que había que reunir el Consejo Nacional, previa aprobación de mediciones, infografías 3D, etc., etc.

Luzmiro desesperaba en la espera. Iba de acá para allá pagándose el transporte y la comida. El Tesorero de la República Constitucional le acogió con buenas palabras pero le despidió diciéndole que no sabía cómo podría formalizar el pago, que no estaba previsto tal dispendio en el ordenamiento jurídico presente. Él tenía que ajustarse a lo mandado por el poder legislativo, él era sólo "un mandado", y las Cortes estaban de vacaciones. Hasta que los diputados no elaborasen nuevas leyes...

Luzmiro fue de Ministerio en Ministerio a sugerencia del Presidente autoritario, el cual, muy paradójicamente, parecía carecer por completo de autoridad... Desde el Ministerio de Defensa al Ministerio de Salud Pública, de caja en caja (y para pagos sólo las abrían del alba al desayuno)... ¡Siempre faltaba alguna instancia, un sello, algún archivo digital. Fue obligado a redactar una biografía personal y un historial completo de su empresa interplanetaria. Se vio obligado a conseguir la nacionalidad burocroniense, sin alcanzar por eso a que le pagaran.

Entonces, hastiado pero enérgico, fastidiado pero no vencido, recordó la antigua historia del Flautista de Hamelín. No pensó en secuestrar a los niños de Burocrón (Luzmiro era un buen tipo), aunque no eran muchos, pues resultaban caros. 

Meditó, meditó..., quiero decir que pensó en vengarse e ingenió el modo. Como guardaba en su nave un registro genético de todos los bichos y monstruos que había exterminado en cientos de sistemas estelares, procedió a la desextinción de una arpestosa. Lo consiguió al cabo de tres semanas burocronienses, y pronto la arpestosa se multiplicó por cien, y las cien por mil... Las liberó a todas y partió con todo su equipo rumbo a casa, saltando el espacio-tiempo a través de un túnel de gusano.

No se había jubilado todavía, cuando Luzmiro supo que el planeta Burocrón había dejado de emitir información codificada e inteligible. Sin duda, las voraces arpestosas habían acabado con toda su vida inteligente, y de paso con toda su apestosa y estéril burocracia.

domingo, 5 de febrero de 2023

ELECTROBARDO EN OFERTA


 Ciberpoeta, también llamado Electrobardo, ha sido modelado cibernéticamente por el ingeniero estelar Trurl mediante un hardware de circuitos lógicos y emocionales, estos últimos reforzados y entrecuzados con nódulos armónicos. 

En su producción, el gran maestro cibernético añadió un filtro filosófico estrangulador de problemas existenciales, para que Ciberpoeta no se obsesionara ni se fuese por las ramas de la especulación teórica. Lo consiguió añadiendo al filtro e incorporando a la máquina egocentrizadores autoguiados con acople narcisista. 

Todo eso no hubiese bastado sin el agregado de un software inmenso compuesto por centenares de bibliotecas poéticas y con muchísimos textos de autores consagrados en todos los idiomas conocidos. Hemos de decir que Trurl puso el trabajo, la sudor y el talento cibernético, pero la idea se la proporcionó el famoso psicólogo, matemático y reconocido literato, Estanislao Lem (medio polaco medio ucraniano), famoso autor de Ciberiada (1965).

A petición del propietario o usuario, Electrobardo es capaz de formular desde sencillos epigramas y procaces romances, desde breves eslóganes publicitarios o propagandísticos, hasta complejas palinodias para suplicar perdón a cualquier dama feminista, o largos y entrañables poemas gnómicos para reprender a un hijo u orientar a una prosélita rebelde. Todo ello mediante outputs orales o escritos, recitados o cantados, en registro masculino o femenino, de soprano a contralto o de contratenor angelical a bajo profundo.

El Ciberpoeta es competente para celebrar el Amor en verso o lamentar la Muerte mediante emocionantes elegías salpimentadas con melismas quejosos y refinados ayes que le harán llorar hasta desahogarse del todo. Sus creaciones pueden referir al origen y al destino, especular sobre el bien y el mal, en ellas puede mostrarse asceta, místico o libertino, y esto en un lenguaje sencillo o aún en términos de matemáticas superiores y álgebra de tensores.

Sus invenciones pueden adoptar estrofa y métrica clásicas, o libérrima y vanguardista; esto es: coplas inteligibles y populares o fragmentos de línea quebrada tan conmovedores y elitistas como incomprensibles, o tan obscuros como inquietantes.

¡Atrévase ahora a hacerse con Electrobardo por un precio rebajado (30% hasta fin de mes) que podrá pagar en cómodos plazos mensuales y libres de interés! 

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sábado, 4 de febrero de 2023

GERUNDIOS EN SANGRE

 

José María Waldo Echegaray y Eizaguirre (1832-1916)

OLVIDADO ECHEGARAY, PREMIO NOBEL

No somos nada, ni nadie. El manuscrito de una comedia inédita de don José Echegaray, excelente matemático, formidable ingeniero, físico y primer premio Nobel español en Literatura (1904) lleva dos décadas a la venta en Internet y nadie lo compra por unos miserables 1600€, nadie se interesa por él. 

¿Cómo cambian los tiempos? ¿Qué vueltas y sacudidas nos dan? "El Caballero de la Nada", llamaba Emilia Pardo Bazán al Tiempo, Señor Soberano. Y aunque no seamos como piedras, rodamos como cantos de río, ¡qué digo río!, torrencial corriente que nos arrastra al eclipse total del olvido. Aunque puede que la revuelta sea para mejor memoria: Se pensaba que el Greco era un pintor menor con defectos en la vista, hasta que la generación del 98 lo rehabilitó, lo hizo portento estético. 

En los tiempos de Echegaray, como en los nuestros, la ciencia no daba en España para muchas comodidades. Quiero decir que los sueldos de los científicos no servían ni sirven para mantener familias numerosas; la de Echegaray no lo fue, pero encontró con su teatro, ¡de enorme éxito ayer, considerado mediocre hoy!, ingresos sustanciosos para dotar sobrinas. Eso sí, tenía que escribir dos comedias o dramas por año. Y lo hizo, a parte sus numerosas obras científicas y su desvelo por buscarle nuevo rey a España...

De convicciones progresistas y liberales, creía que la regeneración de España dependía de la mejora en educación y de la importación de la ciencia europea. Estaba en lo cierto. Fue enemigo de la esclavitud y amigo de la libertad religiosa. Apostaba por el libre mercado, pero consciente de que resultaba impracticable en un país atrasado económicamente como su España del XIX. Polemizó en el Ateneo madrileño con Pablo Iglesias, el fundador del Psoe, porque el socialismo le parecía a Echegaray "la absorción del individuo por la sociedad y el Estado". Estaba en lo cierto. Oscar Wilde lo explica maravillosamente en uno de sus ensayos.

Según la Academia sueca, obtuvo Echegaray el Nobel (al alimón con el poeta provenzal Frédéric Mistral del que nadie se acuerda tampoco hoy) por conseguir revitalizar la magnífica tradición de la dramaturgia española. El premio sentó como una bofetada a la joven vanguardia de los escritores, llamada por Azorín "Generación del 98", para los cuales Echegaray era un representante de la España más rancia. Valle-Inclán le llamó "Viejo idiota". Se cuenta que, a pesar de ello, Echegaray ofreció su sangre con motivo de una grave enfermedad al pelijoso y atrabiliario escritor gallego y que el genial creador del esperpento no la aceptó: "no quiero la sangre de ese. La tiene llena de gerundios" -eso dicen que dijo el autor de Luces de Bohemia.

Tampoco gustó, ni a tirios ni a troyanos, el discurso que José Echegaray, hermano del también comediógrafo Miguel, pronunció con motivo de su ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas. Los revolucionarios atacaron sus tendencias liberales y los liberales le acusaron de maltratar a la ciencia española (país de extremosidades, de místicos y fanáticos, de quijotes y sanchos; hubo quien fue fusilado o tuvo que exiliarse por tibio en nuestra última guerra incivil o "cuarta guerra carlista"). No obstante, don José es considerado hoy el primer matemático español de su siglo, con valiosas contribuciones e importantes aportes también en física teórica.

Pío Baroja, por amigo de la ciencia y por liberal radical e individualismo ácrata, debió de sentir por Echegaray menos animadversión que sus compañeros de generación. El donostiarra recoge una jugosa anécdota sobre el polifacético polímata, que tampoco fue ajeno a las intrigas políticas de la época... 

A Echegaray le hicieron Ministro de Hacienda siendo ya viejo. Un periodista fue a entrevistarlo al ministerio y Echegaray le confesó que no sabía lo que debía hacer. El periodista quiso agradecer la sinceridad del sabio y despedirse amablemente del Nobel:

- - Don José, aquí no estará usted muy a gusto, porque este edificio es muy fresco.

A lo que Echegaray contestó:

- - Para fresco, yo.

Según Pío Baroja, esa frase "cínica y populachera" la pueden repetir la mayoría de los políticos españoles. A mí, más que cínica, me parece sincera, virtud que Baroja apreciaba en demasía.

Adenda. Las esdrújulas de Villaespesa

Asevera el catedrático de filología Jaime Siles Ruiz que no fue Echegaray quien ofreció su sangre a Valle-Inclán cuando el amputaron el brazo, sino Villaespesa (poeta que le dejó a deber un duro a Pío Baroja, sablazo que este recordó toda su vida). Y añade el filólogo que Valle-Inclán rechazó la generosa hemoferta del escritor almeriense porque estaría repleta de esdrújulas. 

Esto lo sé gracias a un correo de Antonio Carvajal, extraordinario poeta amigo, quien me confiesa que ha usado versos de Villaespesa: "dos en especial, endecasílabos y sin esdrújulas". Antonio Carvajal ha escrito sobre la métrica de La copa del rey de Thule, pues Villaespesa es poeta que le gusta tanto que, para no cansarse de él, nunca lo lee de seguido. 

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Fuentes: 

- Pío Baroja. Juventud, egolatría (1917), XVI, ed. Taifa, Barcelona 1987, pg. 152.
- Wikipedia