viernes, 17 de diciembre de 2021

LA CÓPULA


Cópula de Exosoma lusitanicum en un gamón.
Sierra Morena (Andújar), 8 mayo 2010

Para Fran (Lycofrán) y Jesús Zamora Bonilla

Mojiganga metafísica

Cuando le dijeron que según Frege, un gran lógico del siglo XX, los filósofos habían divinizado la cópula, Benito era todavía joven y fogoso, por eso le pareció maravilloso y oportuno que aquellos tipos que lo pensaban todo (¿o es que pensaban el todo?) hubieran convertido en éxtasis celestial o apoteosis el acto amoroso, de acople o unión, entre un varón y una mujer, un macho y una hembra.

Se llevó una gran desilusión cuando se percató de que esa "cópula" era la del verbo "ser" en expresiones como "el pájaro es un colorín" o "la lluvia no es espuma". Al parecer, "ser" adquiere otro valor, un carácter existencial, absoluto, en expresiones como "Cristina es", que significaría "Cristina existe o es un hecho del mundo". 


Cópula chinchosa en una ortiga, marzo 2007, Cerros de Úbeda

Nadie va por ahí preguntándole a Cristina si es o existe, incluso si -Dios no lo quiera-, la pobre hubiese fallecido, nadie preguntaría: "¿es todavía Cristina?". Por lo visto, que eso no lo digan los mortales ordinarios o comunes no les importa demasiado a los filósofos, gente poco corriente e incluso solitaria, pues ellos están más pendientes de lo que se puede o podría decirse, que de lo que realmente se habla. Uno de ellos, Lycofrán, al que Benito conoció bebiendo vino en una taberna de Córdoba, le dijo que eso es porque los filósofos están más pendientes de la Lengua o Lógos, que del habla corriente y moliente.

El mismo Lycofrán le explicó que las cuestiones sobre el ser de la cópula o los problemas de la cópula que significa existir son cuestiones "ontológicas", o sea, metafísicas, y que un tal Quine, muy famoso entre las raras gentes del gremio, había sentenciado que las cuestiones científicas y las ontológicas son continuas, de suerte que la divisoria entre las mismas es sólo gradual y fluctuante, que todo depende del "marco conceptual" y que lo metafísico tiene más bien que ver con la práxis (el nombre que ellos dan a la práctica) y hasta con la moral, que con la teoría pura y dura.


Boceto del autor para el cartel del XIII Congreso
de la Asociación Andaluza de Filosofía (Úbeda 2021)


Benito le dijo a Lycofrán que, desde luego, a nadie se le ocurre ir diciendo por ahí "el zapato es" o "el zapato existe", ni siquiera "España no es", aunque muchos preferirían que no existiese. Por lo tanto, aquellas discusiones sobre "la cópula" le parecieron a Benito tan bizantinas como ociosas. A pesar de lo cual siguió frecuentando a Lycofrán porque era un vasco muy majo y sabía explicar el sentido de sus ideas. Por él se enteró de que había existido toda una escuela filosófica llamada "neopositivismo" que pensaba eso mismo: que los problemas de la existencia, a los que señalaba como "problemas metafísicos" porque no trataban de hechos físicos y positivos (únicos de los que se ocupaba la verdadera ciencia), eran falsos problemas y que por eso mismo no podían resolverse, sino sólo disolverse. Ese "disolver los problemas relativos al ser y al existir" era como sacar a un moscardón zumbón de una botella. Se hacía mediante un análisis riguroso del lenguaje. 

Sin embargo, a Benito no le pareció bien que la existencia tendiera a disolverse, ni siquiera de una manera, digamos, puramente teórica o analítica. Negar la existencia de algo a lo que hemos dado nombre, por ejemplo cuando decimos "los vampiros no existen" o "las sirenas tampoco existen" o, peor: "los ángeles no existen", ya le parecía a Benito un poco tonto y no sólo porque su madre le había hecho rezar muchas veces al Ángel de la guarda. ¿Y la sirena de La sirenita? ¿No existe, o es, de alguna manera, la sirenita, al menos no es real como personaje de ficción?


Cópula de Otitidae, 15 mayo 2008.

Pero imagínate al jefe de los camareros que llaman metre, que en lugar de decirte "no hay perdiz escabechada" (a Benito le volvía loco la perdiz en escabeche, esa carne de presa volátil en antiquísima salsa conservante)..., imagina que el metre te dice: "no existe perdiz escabechada". Tal metre o no sabría lo que registraba su carta o era un impostor, ignorante por completo de la cinegética y la cocina tradicional manchega.

En cierto sentido, y aunque Benito renunció a graduarse como metafísico (lo suyo era el campo y la caza), le gustó saber que había filósofos dispuestos a reconocerle sentido a preguntas como "¿son, en realidad, los números?" o "¿existe el síndrome de colon irritable?" o "¿son reales los megavatios que carga en su factura la compañía eléctrica?" o "¿puede ser una discriminación positiva?", etc.

Y a veces se pregunta si cuando alguien asevera que "los vampiros no existen", no será porque son criaturas nocturnas y se guardan mucho de ser vistas, o porque no han sorprendido todavía a ninguno, o ninguna, que las hay hembras, buscándole la yugular, o porque los ingenieros no los han diseñado todavía con inteligencia artificial, o porque los que salen en las películas no son de verdad vampiros y sólo simulan serlo por razones del guion... 

Benito le ha dado mucho al coco pensando sobre esto de la cópula y del ser de unas cosas y otras cosas que ni siquiera parecen cosas, de las cosas que son y de las que parecen ser. Lycofrán le explicó qué era una conjetura y él solo, antes o después de la siesta, se ha formulado algunas conjeturas y ha llegado desde ellas, razonando en la siesta, a alguna conclusión. No está seguro de si esta conclusión será "ontológica" o "metafísica", pero ha llegado a la convicción de que, existan de verdad o de mentirijilla, o en el pasado como los dinosaurios, o en el presente como el ronquido de su abuelo, o en futuro como el robot con sentimientos, todas las cosas que nombramos, de algún modo, existen y son

miércoles, 8 de diciembre de 2021

MIRADA DE OTRO

Madreselva, vista por el otro. Foto JBL, otoño 2021

"...Véante mis ojos
pues eres lumbre de ellos
y sólo para ti quiero tenerlos"

Juan de la Cruz. Cántico espiritual.

El sol se pone, los gatos miran curiosos, Ibrahim tiende su esterilla junto al laurel. Un escuadrón de rabilargos revolotean y buscan los últimos rayos del sol que se oculta detrás del horizonte. 

Ibrahim es de esos que no se fían al principio, pero sí cuando descubren la buena intención del otro. Entonces desabrochan su corazón grande y amistoso. 

Nada más irse el sol una fría brisa enciende el sonajero seminal del ailanto. La temperatura cae tan rápido que uno puede ver moverse el mercurio en el termómetro. El gato más feo (ñarim cani) busca las entrañas calientes del pathfinder, el todoterreno verde oliva, y una docena de pájaros discuten por la percha dormitorio en el zarzal de abajo, más allá de la huerta. 

Si agudizas el oído, sientes el sonido del agua en la fuente, como un bajo continuo de la grave voz con que Ibrahim canta sus oraciones. Pero estas no se elevan, más bien ruedan por tierra.

Ladra un perro a lo lejos, en aquel cortijo blanco donde un rayó mató al mulo que cabalgaba el casero, dejando a este intacto. Eso cuentan. Detrás, las aguas del pantano, el gran charco del Giribaile, los restos de viejos apriscos cavernarios y castros feudales, y más allá las oscuras cuestas y crestas de Sierra Morena. Maúlla un gato cerca del algarrobo con el  gemido de un nene.

Miro estas maravillas comunes, corrientes, con total desapego, como un dios que contempla las evoluciones imprevistas de sus criaturas, ¡pero no soy un dios! Tal vez actúe como un ojo suyo, alentando como un instrumento emanado de él, como su tentáculo, criatura sensible conectada a su centro. 

Miro el matorral de madreselvas y rosas caninas. Ahora las veo de otra manera. Sí, es el otro el que mira. El otro que es silencio, tiempo, espacio y misterio. Le he interpelado en otras ocasiones, pero nunca contesta, sólo me obliga, a veces, a mirar las cosas de otro modo. Puede que Él también hable las lenguas de todos y que por eso calle. También nos ve con la mirada de otros, sin embargo nuestros ojos no están hechos para verlo.

lunes, 30 de agosto de 2021

ANHÉLITA Y LAS PRIMITIVAS TRANSFUSIONES

 

JBL, Anhélita 2. Lápiz, acuarela 

En tiempos de León Hebreo, autor de Diálogos de amor, hijo que fue del famosísimo médico de cámara real Isaac Abravanel, ya se ensayaron transfusiones de sangre en Lisboa utilizando una planta importada de las Molucas y llamada anhélita porque, aun vegetal, parecía respirar intensamente. 

De dicha planta hay varias descripciones que coinciden en afirmar que la planta contaba en sus enormes hojas con ventosas grandes y rojas en forma de labios humanos. Más sorprendió aún en la corte portuguesa que la planta experimentase inclinaciones amorosas bisexuales, reaccionando positivamente tanto a la "pluma" como al "pelo", por usar las expresiones de Quevedo. 

Así, cuando pasaba Tereixa de Sousa Valadares, sus carnes empanadas en seda, las bellas tibias tatuadas de perejil y oro, perfumadas con secante de canela traída de Ceilán, la planta suspiraba, batía sus hojas como jadeante y expulsaba por sus ventosas hilillos de sangre oscura, muy aromática. Sí, como si estuviese perdida por Tereixa y muy enamorada la planta, más que amadora, adoradora de simpares bellezas.

No le sucedía esto con todas las damas -vegetal listo y selectivo-, por eso se pensó que anhélita fuese monógama. Sin embargo, también vertía su sangre cuando paseaba cerca, por el jardín secreto de la corte, el gentil caballero Oliveira de Minganao, que solía vestir de terciopelo azul y portar sombrero amarillo de ala ancha con enarbolante pluma de ave del paraíso.

Naturalmente, se hicieron ensayos. Una hermana anhélita recién traída del puerto de Amboina pareció enamorarse de una esclava negra del conde de Pradeira y le ofrecieron la morena desnuda a la planta. La anhélita la acarició con sus hojas y besándola, por decirlo así, le pasó a la negra su sangre. Luego, como si se hubiese agotado en el lance, dejó caer sus ramas y cerró sus ventosas.

Por lo que respecta a la africana, se le borró una almorrana que mucho le fastidiaba, se le afirmaron los pechos, se le arregló la regla y desde entonces habló portugués con acento aristocrático. Otros efectos maravillosos, aunque diferentes siempre beneficiosos para los amantes, se experimentaron tras el lance de Anhélita (le pondremos ya nombre propio) con un doncel, mozo garrido... El caso es que los varones ganaban con ello potencia viril deslumbradora, tanto sexual como bélica, y las mujeres mejoraban tanto en genio metafísico como en compostura física.


JBL. Anhélita 1. Lápices y acuarelas, 2021

Por desgracia, cuando llegó la peste de 1578 a Lisboa, señora de los mares, transmitida por la pulga de la rata negra, las plantas anhélitas que con tanto cuidado se mimaban y guardaban en los invernaderos secretos de palacio se contagiaron y murieron, como Luis de Camoes, el celebérrimo poeta. Sus restos fueron conservados, en rama o en polvo, en cajitas de plata. 

Felipe el Prudente se hizo con algunas y aún quedaba algo de la planta amadora y sangrante en el Madrid de Felipe IV, pues se dice que el rey y su compinche, el conde de Villamediana, usaban "polvos de la planta portuguesa" para violar el sexto mandamiento.

Esto lo cuenta Cunqueiro en su Tertulia de boticas prodigiosas.

jueves, 15 de abril de 2021

KOMATSU, PRINCESA ENTOMÓFILA

Ilustración de Rafael Zabaleta para El Solitario de C. J. Cela.

Supimos por don Camilo que el paladín Skawinski y el boticario Panderevo se batieron por el amor de Komatsu, la princesa adúltera que ama los insectos. Eran otros tiempos, el amor romántico aún no se había desacreditado como cursi y machista. La princesa decía que el mundo y el demonio, enemigos tradicionales del alma, era suyos y de su carne. Tanta ambición añadía encanto a su figura.

Ella apreciaba casi por igual las galanterías represadas del torrero de faro Skawinski, como las cortesías tóxicas del boticario Panderevo. Su indecisión, muy femenina, alimentaba celos; su volubilidad, tan móvil qual piuma al vento volvía locos a sus pretendientes. Su belleza era llave de abrir corazones y su coquetería ganzúa para robarlos al descuido. 

Cuando le preguntaron por su marido Oronabo, la princesa amante de los insectos se limitó a decir que había sido buen jinete. Luego cerró la boca discretamente.


Eucera sp., "buenos cuernos", abeja solitaria.
Los machos lucen enormes y fuertes antenas

A Komatsu le gustaban los insectos con bigote como el que lucía el paladín Skawinski, que aunque no era más que torrero de faro, cuidaba su aspecto y aderezo. También le gustaban a la princesa los insectos con grandes ojos y antenas, así como los galanes que gastaban barba, tal era el caso de Panderevo, aunque luego se la afeitó, e incluso se interesaba Komatsu por los que paseaban sus cuernos por las praderas a la luz del sol. En esto tenía por precedente a la supina Pasífae, involuntaria madre del Minotauro, esposa de Minos.

El duelo por los amores de la princesa lo ganó Panderevo, pero Skawinski no murió del todo. Se negó a hacer amigos, eso sí. También se negó a hacer enemigos, pues con el corazón hecho pedazos le parecía odiar un despilfarro cordial que no podía permitirse. 

La princesa Komatsu tuvo el detalle de escribir al farero derrotado, animándole a abandonar la vida del Solitario, incitándole al mismo tiempo a amar, como ella hacía, a los insectos acompañadores... 

"Mi carne no es del mundo ni de la carne de los demás, y ni el mundo ni la carne de los demás son míos. Mi carne es del demonio en soledad y mío, de mi carne, es el demonio a solas que ni veo siquiera."

Estas palabras le parecieron al torrero tan sublimes como obscuras, a pesar de que son las únicas que recuerda de aquella epístola consolatoria. Y es que a veces recordamos lo que no entendemos, mejor que lo que entendemos. ¡No caemos en dilucidar qué valor evolutivo puede tener una aptitud tan tonta!

En la torre de su faro el paladín Skawinski bebió y lloró durante horas, días y semanas. Únicamente le distraía de su dolor el gambito de rey, apertura que practicaba en su smartphone contra adversarios remotos cuando jugaba con blancas. No obstante, cuando necesitaba mear salía al balcón y lo hacía fácil y con gusto: a favor del viento y contra el mar.

miércoles, 7 de abril de 2021

LA DUDA DE GARGANTÚA

 

Representación imaginaria de Babedec


Cuando Badebec falleció al dar a luz a Pantagruel, Gargantúa, marido de la primera y padre del segundo, cayó en dudas como el asno del Buridano. Al ver muerta a su querida esposa, que no pudo soportar el parto de hijo tan enorme, no sabía qué decir ni qué hacer: si debía llorar por el duelo de su mujer o reír por la alegría de su titánico y hermoso retoño peludo.

De uno y otro lado veía grandes argumentos sofísticos que le sofocaban, porque los hacía muy bien in modo et figura, pero no los podía resolver, pues no sólo eran argumentos lógicos, sino también enigmas del corazón y de sus dobleces o entretelas. Y digo del "corazón" ajustándome por tradición al compromiso injustificado de poetas y copleros, que sitúan los sentimientos, las emociones y las pasiones en ese músculo tonto, asociación precientífica e inexacta, porque hoy sabemos que las emociones, y los sentimientos y pasiones en que se resuelven o agigantan aquellas, son también cosa cerebral y neurológica, cuando no morbosamente neurótica.

El caso fue que Gargantúa sentía entre otros sentires que le confundían, que su buena mujer le faltaba, "y era la más aquí, la más allá que había en el mundo", ¡sin duda una pérdida inestimable! 

Según unos, Badebec es caricatura de Claudia de Francia, esposa de Francisco I; según otros, de Margarita de Navarra, reina de Navarra. La palabra significa "boca enorme". Hay artistas que se la emparejan también con sus napias haciendo trompa de estas.

Me ha dado alegría saber que existe una revista de estudios de teoría y crítica literaria que, asociada a la Universidad de Rosario (Argentina), lleva su nombre: BADEBEC, dirigida por María Fernanda Alle, y que va por el número diez. Admite colaboraciones, previo examen.

domingo, 31 de enero de 2021

EUMÓN EL TRACIO

 

Tinta y acuarela

FERTILIDAD DE LA DUDA

 El rey tracio Eumón se tomaba las vacaciones por semestres porque cada seis lunas se le acortaba la pierna derecha y tardaba otras seis lunas en volvérsele a su natural. Por eso Eumón para no perder el respeto de sus súbditos se iba a sus vagancias o salía de excursión con aquella piernecilla y no volvía a su reino hasta que no podía mostrarse digno en las procesiones. Tenía enormes orejas, pero eso era fealdad común de los tracios y no contaba por defecto, por consiguiente sus monstruosos pabellones auriculares en nada disminuían su majestad.

Según Cunqueiro, Eumón fue hombre afable y amigo de Egisto, el usurpador del reino de Micenas y concubino de Clitemnestra, la cual, a pesar de su ridículo nombre y sus costumbres criminales, era mujer ilustrada y muy provocativa. En general se sentía menos culpable que su amante Egisto pues justificaba el adulterio y el crimen recordando la escasa virilidad de Agamenón y la desvergüenza con la que metió en su palacio a Casandra, la enredadora que se trajo de Troya como botín de guerra, a la que Apolo con motivo, porque era muy lianta, había maldecido escupiéndole en la boca.

Eumón visitó a la culpable y atemorizada pareja cuando ya se habían cargado a Agamenón y mientras Orestes tramaba con su hermana Electra la venganza. El rey tracio pasaba en su país por intelectual escéptico y cuando Egisto le preguntó si creía –pues era ya rumor consolidado- que Orestes hubiese muerto (¡tanto temía del hijo de Agamenón que temblaba entero cuando pronunciaba su nombre!), Eumón le contestó que podía o no podía estar muerto, pero que recomendaba que creyese que lo estaba. Incluso dudando, su vida sería mejor que si creyendo el vaticinio se aseguraba que Orestes le mataría.

̶  Un hombre que duda es un hombre libre –añadió el tracio-, y el dudoso llega a ser poético soñador, por la necesidad espiritual de certezas que sufrimos todos. Son tan escasas y dramáticas que estamos obligados a inventarlas. Lo importante no es saber si los higos del mercado son más reales que los soñados, sino conocer cuáles tienen mejor sabor y aroma.

Es verosímil que muchos años después, Pascal recordase esta conversación entre Egisto y Eumón, la cual le inspiraría su famosa prueba de la existencia de Dios, llamada también “apuesta a favor de Su existencia”, en la que, aun dudando, nada se pierde pero algo se gana.

sábado, 30 de enero de 2021

LA DIOSA DE LAS BRUJAS



 

G


El antropólogo y brujo inglés Gerald Gardner (1884-1964), hijo de un importante importador de maderas nobles, emigró con su niñera seis años mayor que él a Oriente, donde pasó parte importante de su juventud y madurez. Consiguió permiso para publicar un extracto de la liturgia de su conventículo: La brujería hoy. Llamaba a la diosa de las brujas “G”, porque su verdadero nombre no debe ser revelado ya que los malos espíritus no pueden causar daño a aquel cuyo nombre desconocen.

G no había amado nunca, pero lamentaba la muerte y quería resolver su misterio, así que descendió al Inframundo. Sus guardianes le exigieron que se despojara de vestido, joyas y complementos. G se quedó en cueros, como todos los que entran en el reino del Señor de los Muertos.

Era tan completa y terrible su belleza que el mismo Señor de los Muertos se arrodilló y le besó los pies diciendo: “¡Benditos sean, que te han traído hasta aquí! Vive conmigo y deja que ponga mi frío mano sobre tu corazón”. Ella replicó: “Yo no te amo, mas ¿por qué haces que todo cuanto vive desaparezca y muera? Eso me extraña, pero sobre todo me desmoraliza y asusta. Tal vez sea eso lo que me impide amar”.

̶  Señora –dijo el Señor de los Muertos- es el Tiempo y el Destino, contra ellos no puedo nada. La edad marchita todas las cosas, pero yo concedo descanso, paz y fuerza a los que merecen volver. Sin embargo, tú, tan hermosa, ¡no regreses, porfa, quédate conmigo!”.

̶  No te amo.

̶  Puesto que no recibes mi mano en tu corazón, tendrás que recibir el azote de la muerte.

̶  Si tal cosa manda Destino, obedeceré –dijo G, y se arrodilló.

El Señor de los Muertos la azotó sin saña y ella exclamó:

̶  Ahora conozco las angustias del amor.

̶  ¡Bendita seas! –exclamó y le dio un beso quíntuple-. Sólo así alcanzarás la alegría y el saber.

El Señor de los Muertos enseñó a G todos los misterios inframundanos. Se amaron y fundieron en uno. Él le mostró todas las magias y lo que importaban tres grandes eventos en la vida de los hombres: el amor, la muerte y la resurrección, y cómo la magia domina los tres. Para renacer se debe morir y disponerse para recibir un nuevo cuerpo; para morir es necesario haber nacido; y sin amor no se puede nacer, y esta es toda la magia.

Cadáver exquisito, Tinta y acuarela, JBL


Gardner fue plantador de caucho en Borneo y Malasia. A su regreso a Inglaterra adoptó el naturismo. Estuvo viviendo treinta y tres años con una mujer, Donna, que no quiso saber nada de brujería. Se obsesionó con la copia de un extraño libro, cuyo original suponía oculto en una sierra, tal vez de los Andes. Murió navegando hacia el Líbano. Sólo el capitán del barco asistió a su funeral y fue enterrado en un puerto de Túnez.

Se piensa que Gerald Gardner fue introducido en la Wicca, la brujería moderna o religión neopagana, por distintas maestras y sobre todo por una cuyo nombre mágico era Dafo. Se discute la influencia en la liturgia Wicca de diversas sectas masónicas y gnósticas. El nombre “wicca” significa brujo en antiguo inglés, su femenino es “wicce”. En antiguos glosarios se define "wicca" en latín como ‘ariolus’ que significa mago o adivino, mientras "wicce" está glosado como ‘phitonisa’ que significa poseída por Pythia.

Hay también quien opina que Gerald Gardner fundó su religión para poder pagar sus cuantiosas deudas copiando antiguos manuscritos. Y la sacerdotisa Lois Bourne (Tanith), influyente figura del neopaganismo Wicca, le acusó de homofobia.

Flor crionizada, foto editada, 2020.


Bibliografía

Frank Donovan. Historia de la brujería, Alianza, Madrid 1978.

jueves, 7 de enero de 2021

REBELIÓN RAFANOIDE

 

Flor de pimiento, 1 Noviembre 2020

Estaban hartos, las raíces, los tallos, hasta las hojas, fastidiados y cansados de que los ningunearan. “¡Me importa un rábano! ¡Me importa un pimiento! ¡Me importa un pepino!...”. Por eso, los rábanos, los pimientos y los pepinos hicieron causa común y elevaron al Ministerio de Igualdad un largo alegato para que dichas expresiones ultrajantes y discriminatorias fueran comprendidas como expresiones de odio y perseguidas como odiosas por el derecho penal.

Los rábanos occidentales, padres filogenéticos de todos los demás, invocaron a sus parientes japoneses, los famosos descendientes del honradísimo daikon, que son parte esencial de la culinaria del Imperio del Sol Naciente, aderezo del sushi y de la hamburguesa nipona. También apelaron al gigantesco pariente chino, el inmaculado mooli, que se solidarizó enseguida con su causa.

Por su parte, los pepinos decidieron que el amargor de sus culos se extendiera también a sus cuerpos porque ya la acritud les embargaba sus cabezas. No contentos con ello, endurecieron y fortalecieron sus semillas y –como los rabanetes- empezaron a escaparse de las huertas para invadir cunetas, baldíos, sembrados y montes, una pizca de tierra y humedad les resultaban ahora suficiente para crecer como especies invasivas por todo el orbe, menos en la Antártida. Los bosques desprendían en otoño olores rafanoides, no ya por su abundancia en setas, sino por su olor a rábanos. Muchos pájaros, no sólo los canarios cuyo gusto por las hojas del rábano es proverbial, se alegraron, medraron y se multiplicaron porque amaban y comían con gusto sus hojas, sin pretender como los tontos coger el rábano por ellas.

Estambres de flor de pimiento y pulgón

En cuanto a los pimientos, todas sus especies y subespecies decidieron evolucionar hasta convertirse en guindillas picantísimas. Como rabiaban por el ninguneo de las expresiones desconsideradas, también ahora hacían rabiar a cualquier comensal incauto. No había bicho bípedo ni hexápodo que se atreviera con ellas.

Las tres especies llamaron igualmente en su ayuda a los cominos, apiáceas discretísimas. A pimientos, rábanos y pepinos ¡sí les importaban los cominos!, más que muchas otras cosas que pululan sobrevaloradas por el mundo, grandes y vanas. Como se sabe, los cominos constituyen el núcleo básico de los policromáticos mojos canarios. Por su parte, los cominos incluyeron en el manifiesto de protesta un honroso evento histórico contra la nefasta expresión “¡me importa un comino!”…

“El mejor perfume –escribieron- se vende en tarros pequeños. Nuestros granos son pequeños, cierto, pero cuanto más chica, más fina es la sardina. ¡No seremos tan poco importantes cuando el emperador Carlomagno ordenó que en sus reales huertas cultivasen el Cuminum cyminum! No sólo somos un excelente carminativo y sedante, sino que está probado que en infusión nuestras semillas acrecientan la leche de las madres. Ya el Talmud babilónico nos mienta como cicatrizantes. ¡Qué sería de la morcilla de Burgos o de Aranda sin nuestro aroma! ¡Qué del moje del Cocido madrileño, del gazpacho andaluz, de las berenjenas de Almagro, del adobo del cazón o de las papas manchegas en caldillo!

El alegato de protesta con ecuánimes exigencias de cominos, pepinos, rábanos y pimientos ha sido editado por una famosa editorial y los derechos de sus autores pagan una intensa y extensa campaña de divulgación para disuadir al público de utilizar sus nombres como paradigma de lo insignificante, despreciable, insustancial o baladí. "Lo pequeño es hermoso", repiten los cominos como lema y consigna de combate.

Rebelión rafanoide, JBL, acuarela, 2021

Mojigangas y pamplinas, o sea este blog, se solidariza gratis con dicha campaña, advirtiendo que jamás ha pretendido con la intención de su título (ni con la primera, ni con la segunda ni con la tercera intención de sus dos autores) difamar a las vegetales pamplinas ni desacreditar el oficio de mimos y comediantes.