lunes, 30 de mayo de 2022

SINDULFO SEGUNDO

 



Este Sindulfo nació pollo grande y listo, más qué listo, genial y superdotado. Al principio le bautizaron Inolfo, pero con los años cambió de nombre. No porque "Inolfo" le pareciese feo..., no; el gusto por estos o aquellos nombres le parecía afectación borreguil de moda pasajera... Además, ¡es la persona la que hace al nombre, no el nombre a la persona!...

"Inolfo" le parecía un nombre tan bonito o feo como cualquier otro, pero su origen era dudoso, y eso contrariaba la inteligencia superior de nuestro pollo, pues se sentía un infatigable buscador de sentidos cual "lobo solitario", aunque era bicho de pluma, no de pelo. Esta creencia lykófila tuvo su importancia, por ella en parte se cambió el propio por Sindulfo, que es nombre de origen germánico y cuyo significado viene de "Sind-", camino; y "-wulf", lobo; por lo tanto, Sindulfo es "lobo del camino". ¡Mola!

A Sindulfo le gustaba ese nombre por otras razones. Primera, porque él pensaba todo camino o trayectoria como encrucijada cuántica de tiempo y espacio ya que estudió con aprovechamiento física teórica, igualito que la expresidenta alemana Ángela Merkel, y nuestro Sindulfo diseñó, en teoría, una máquina del tiempo. Supo enseguida que la primera máquina para viajar en el tiempo, el Anacronópete, la había construido un maño llamado Sindulfo en el siglo XIX, así que, ¡qué casualidad y mira también por dónde!, segunda razón por la que le pareció estupendo llamarse Sindulfo Segundo.

Con aquella máquina legendaria -cantada por Enrique Gaspar- quiso retrotraerse el primer Sindulfo al instante mismo de la creación del mundo, ese momento germinal en que la Nada se hizo embrión de Todo, ¡pero su máquina del tiempo estalló!

Sindulfo Segundo, pollo sabio, engallándose como es natural, y conocedor de la hipótesis de la Gran Explosión, se prometió no ser tan imprudente como su tocayo. ¡Nada de viajar ni al principio ni al fin del mundo! El alfa y el omega hay que dejárselo al Padre supremo de toda galleidad, al Hacedor del tiempo y del espacio. 

Su principal interés, mucho más humilde, era recorrer para atrás unos cien millones de años y conocer la cadena causal de la evolución natural, para asegurarse definitivamente de si su raza (Gallus gallus) y en general su familia (Phasianidae) y clase (aves) tenían por tatarabuela a una dinosauria. A la que naturalmente, de ser así, le gustaría conocer y hasta abrazar.

Y es que a todos nos gusta picar o hurgar en los orígenes, aun a riesgo de estallar en un cacharro cuántico de viaje temporal.

sábado, 28 de mayo de 2022

TRAMPÓSTERO

 




Al TRAMPÓSTERO lo bautizó la célebre naturalista Amelí de Velodú. Demostró con eso gran agudeza visual, como la de esta avispilla que pilla lo que puede en los banquetes de bautizo,boda o primera comunión. Está muy especializada, por eso es jibosa, silenciosa, sigilosa y casi invisible. Ya lo dice el refrán:

"Atendió y rezó con gusto quien supo admirar lo diminuto".


Avispado no es lo mismo que inteligente. ¡Maldita la falta que le hace al TRAMPÓSTERO la inteligencia! Con trincar lo que puede en los banquetes, defecar, reproducirse y descansar ya es feliz o tiene bastante. La fiebre especulativa y científica le es ajena. A fin de cuentas, la inteligencia no es la mayoría de las veces una ventaja evolutiva.

En primavera tira a golosa, pero a finales del verano prefiere lo saladillo. Como se ve, lleva cucharón de fábrica en el abdomen y adonde va lo mete o lo dispone para el saqueo. Le sirve de saco de caco.

Lo peor es que no la ves venir ni echársete encima. A las moscas las notas y las sientes en la piel; ¡a TRAMPÓSTERO no! Además, por precaución, busca su manduca a los postres cuando los del banquete ya están borrachos, de ahí su nombre.

Sus antenas parecen cuernos, pero no se los ponen; carecen del concepto "fidelidad". Esos apéndices están más desarrollados en las hembras, cosa rara entre hexápodos, lo cual las hace más sensibles y por tanto más aptas como descuideras. Les encanta el marisco.


HABILPÍN

 


¡Ya nos gustaría contar con los Superpoderes de HABILPÍN!, al que también llaman sus allegados EL NAPIAS. Es lógico porque gracias a su finísimo olfato es capaz de detectar los niveles de toxicidad del aire, inclusive si pululan por allí virus chinos y filipinos, o cualquier otro agente patógeno. Si es así, sale pitando, queremos decir volando. Como sus alas no zumban como abejas ni redoblan tambor como torcaces, HABILPÍN vuela en silencio. No alcanza las velocidades de las libélulas ni es capaz de volar para atrás, pero puede cernirse sobre un panal de miel, un tarro de mermelada o un racimo de uvas sin que te des ni cuenta.

Y, ojo, porque es prácticamente invisible, a simple vista parece una de esas mosquitas que usan para experimentos genéticos.

Su boca es engañosa, chica por fuera, pero grande por dentro. Come a dos carrillos, sobre todo ingiere sustancias dulces. Pero su poder superior es su finísimo olfato. ¡Y es que huele los estados de ánimo! Por eso, si un congénere está zahareño o arisco, ni se acerca, con lo cual su raza se evita muchos sinsabores.

¡Ya nos gustaría poder hincharnos de azúcar como estos duendes alados, golosos y diminutos, sin engordar ni desarrollar diabetes! Y es que se lo gastan y lo queman todo meneando y batiendo a gran velocidad las alas, ¡como 60 veces por segundo!

De su sexualidad y orientación sexual aún sabemos muy poco. Para esas intimidades buscan rincones obscuros y las horas más frías de la noche...

lunes, 23 de mayo de 2022

MELACTINA

JBL, "Melactina", tinta, lápiz y acuarela, 2022


MELACTINA es criatura patética desde que se arrancó las alas, aunque nunca le sirvieron para volar con eficacia. Nació demasiado pesada para elevarse hasta el cielo. De aquellos apéndices le quedaron cuatro muñones en forma de mochila jibosa.

Fabricada con ADN de abeja solitaria (Colletidae), de su mesosoma cuelgan tres mamas regulares que dan miel cuando MELACTINA se alimenta como dios manda. Pocas veces, porque agarra depres de campeonato que la vuelven inapetente, de las que solo se recupera podando rosales y jazmines con sus poderosas mandíbulas que afila con una piedra molar como si fueran hoces yerberas. No le sirven para otra cosa, pues no es depredadora ni peleona.

De su oficio de jardinera pide baja con frecuencia, porque padece de los baritarsos de las patas traseras, bases de tres dedos con cinco tarsos. ¡Y es que el diseñador no pensó que fuese a caminar tanto!

Encarna las posibilidades fallidas de los diseños biotecnológicos. Su rabo aparatoso está hecho de flagelómeros, como las antenas de los insectos, que escapan de un escapo con pedicelo. Es muy sensible. Cuenta con aguijón negro y duro como las mandíbulas, pero no lo usa; de hacerlo, se destriparía y moriría.

MELACTINA no mide más de un metro, ni se violenta por nada, pero parece salida de la Casa del miedo... Da pena, sobre todo porque ve el mundo como nadie gracias a sus ojazos, pero sus antenas bien formadas transmiten señales que ni las abejas entienden. Por eso no hace amistades.

viernes, 20 de mayo de 2022

MORFICOL

 



Hay zoólogos que dan por desaparecida a esta criatura equívoca, el Morficol. No han leído al último Ortega. El filósofo, harto de extremismos y de guerras, renegado de la política, apartado de su cátedra, enfermo y exiliado en Portugal, afirmó en una conferencia de Lisboa en 1944 que sólo creía ya en lo equívoco, porque lo real es equívoco y las mejores personas también, equívocas y neutrales cuando los fanáticos se pelean. Los fanáticos tienen una identidad definida, los mejores están siempre haciéndose, no paran ni se estancan en figuras petrefactas.

Y hete aquí que Morficol es anfibio equívoco, versátil, polivalente y pacifista, ante el cual no sabes nunca a qué atenerte: ni sabes si está despierto o dormido, porque no tiene párpados y duerme como un centinela veterano, con los ojos abiertos.

Su naturaleza es borrosa, como la de cierta lógica avanzada. Puede soñar durante lustros a la sombra de una roca, enterrado en la arena o bajo el agua, encerrado en su magnífica concha semi-espinosa de brillos malvibroncíneos.

Es molusco muy longevo y descansado. Inteligente como sus parientes los pulpos, pero más reflexivo y ambiguo. Muy difícil conocer su opinión e imposible saber de sus posiciones políticas, aunque parecen ser variadas y dependientes de cada situación. MORFICOL no se casa con nadie. Por supuesto, tiene sexo. Es hermafrodita como los caracoles, pero solo se enamora una vez cada veinticinco años, con pasión que sólo lo encela durante tres días y tres noches. Luego regresa a la serenidad y no sabe cómo estuvo tan perdido o colocado durante esos tres días.

Los antiguos temían a Morficol porque detesta y detecta con su sola presencia a los mentirosos. Por eso se cuenta que en los tribunales de Atlantis no se juraba decir toda la verdad sobre un libro sagrado, sino junto a un Morficol, ya que se le encienden los palpos de la cabeza, uno o más de uno según el tamaño del embuste. Incluso es capaz de sentir y denunciar con sus antenas fosforescentes el silencio cómplice.

En Atlantis, el Morficol era abundante y los mentirosos muy escasos y se guardaban de su presencia equivoca. Entre nosotros, sucede lo contrario. El Morficol parece extinto, aunque hay testimonios de haberlo visto retirado del mundanal ruido, en charcos de alta montaña libres de plásticos e islas volcánicas perdidas en el Pacífico. La ubicación de estos santuarios del Moficol, por motivos de seguridad, se guarda en secreto. A la empresa fabricante de polígrafos le encantaría hacerse con uno o más de esta singular y verísima criatura, copiar su diseño genético o reproducirla en laboratorio.

MUDRAQUE



Algunos dirían que Mudraque es criatura fallida. Pero no, aunque se pueda aceptar que es diverso, raro..., ¡merece empatía! O, como se decía antes, ¡también es hija de dios! No ha delinquido jamás. Tampoco acosa. Y desde luego es hija de un dios menor.

El bioingeniero que lo diseñó buscaba un compa de juegos para su hijo único que se aburría como una ostra y engordaba como una foca y con el que no hallaba tiempo para retozar o jugar a la pelota en el césped del jardín ni en la piscina climatizada.

Algunos piensan que le salió un espantajo que da miedo. Pero no; Mudraque es feucho pero blando y apenas mide treinta cms. Y más que miedo, da pena o hace reír. No se vaya a pensar que apena por su extraña identidad cuir, de género fluido. Él no presume de eso, pero tampoco le pesa. El caso es que tiene pocos amigos, porque pocos se juntan con quiénes dan pena, aunque no se quejen de nada.

Si algo le gusta por naturaleza a Mudraque no es quejarse, sino jugar al escondite, a dolalique o a piequieto con una niña o un niño de tres a cinco años. Fue diseñado para abrazar con sus finos dedos a la chavalería abandonada mientras sus padres o abuelos están divirtiéndose o trabajando. Por eso descansa en la postura de abrazar.

Está equipado con grandes orejas y su oído es muy sensible a las llamadas de auxilio y a los suspiros que acompañan a los sollozos secretos y a los reproches sin formulación. Su mantenimiento está chupado, porque se alimenta lamiendo hojas y sus deposiciones son redonditas, como las de un lebrato, inodoras, casi imperceptibles y, por añadidura, sirven de abono de su jardín.

Sólo se fabrica bajo pedido y anticipo. No se admiten devoluciones por abuso violento.

domingo, 15 de mayo de 2022

LA ZORRA Y EL GALGO

JBL, técnica mixta 2022

 

(Cuento segoviano)

Hambrienta, la Zorra bajó un día del monte en que habitaba y les comió la merienda a unos hortelanos. Confiada por su primer éxito, volvió a sus andadas y otra vez entró en la cabaña de los campesinos y les robó el almuerzo.

Sin embargo, los hortelanos, ya prevenidos, le acecharon, y a la tercera la acorralaron dentro de la choza. La patearon sin piedad y ella, para salvar su vida, se hizo la muerta. En cuanto los hortelanos se descuidaron, corrió cuesta arriba hacia la seguridad de su madriguera.

La vieron huir cuando doblaba magullada la primera loma y llamaron a un galgo suyo, que echó a volar tras la Zorra y alcanzó a agarrarle una pata cuando ya la ladrona se guarecía con la cabeza dentro de su cubil...

Viéndose perdida, dijo la Zorra:

- ¡Tira, tira, que de buena raíz tiras!

Y el Galgo contestó:

- ¡Es mentira!

Sin embargo, como tuvo que abrir la boca para contestar, la zorra se liberó de las fauces del veloz perro y se salvó en el fondo de su cueva. 

El galgo se volvió burlado,

agotado, avergonzado y sediento

mordiéndose de rabia el rabo.

lunes, 9 de mayo de 2022

ORACIÓN A SÓCRATES

Conium maculatum, 8 - V - 2022. Bosque de El Quejigal (Úbeda).

Sancte Sócrates, ora pro nobis -fue la oración que inventó Erasmo de Roterdam para contactar con el tábano de Atenas entrando en la etérea Sala de la Comunión de los Santos, en la que se aúnan los grandes espíritus en interminable y gozosa dialéctica amorosa per sacecula seculorum. Amén. 

Yo también, en su nombre, en el del mártir ateniense, adorno esta mojiganga con la belleza de las hojas y umbelas florecidas de cicuta, cuyo mosto paralizó aquel formidable sistema irónico y acabó con su vida terrenal o física, aunque no con su fértil legado de preguntón insistente y pertinaz...

Cicuta en flor. Ibidem

Oh Sócrates, ¿qué podrás decirle a la Razón que sobrevive a duras penas, castigada por la necesidad o por el consumismo y el despilfarro, bajo la plutocracia y el sentimentalismo hipócrita que dominan el mundo? O sofista sublimado, que con inusitado coraje pusiste en duda que la opinión de la mayoría, que la fe dominante, que los prejuicios masivos, fuesen acordes con el Logos ni lo más razonable, e hiciste del poder pellejo vacío, pues el dominio de los demás no es nada si le falta señorío de sí: mesura y sabiduría, ni vale nada el poderío si gobierna sin conocimiento.

Ora pro nobis.

Oh Tú, Sancte Socrate, que has buscado como nadie la razón mejor de lo mejor, que sólo has querido comprender la buena verdad de las cosas, la faceta preferible, la íntima belleza amable, si el mundo anda ciego, loco, sordo, en guerra despiadada de tirios y troyanos, si tal vez ya no queden hombres semejantes a ti, ateniense demasiado sensato como para tomar partido, callejero penitente de pies sucios y alma inmaculada, buscando inquieto el camino más consistente del país de Excelencia, la polis de los justos, devoto también de Dionisios en trances de ditirambos y vino, pero bajo la convicción apolínea de que no hay cosa más beneficiosa al hombre que la raíz de la verdad que lleva dentro... 

Ora pro nobis.

Díptero en umbela de Conium maculatum. Ibidem.

Oh, tú, Sancte Socrate, patrono de la inteligencia del bien y del mal, del saber prudente que, consciente de sí, sabe qué hacer con la tecno-ciencia, cívico ejemplar de espíritu libérrimo, mas autónomo librepensador, solitario contemplador de auroras... 

¡Ruega por nosotros y que tu demonio nos ilumine y ampare, para que sepamos qué hacer y adónde apuntar o dirigirnos conociéndonos a nosotros mismos!


martes, 3 de mayo de 2022

SOÑÓ QUE ERA UN HUEVO

 


¿Un huevo? - Sí, un enorme huevo flotando en un mar azul turquesa. Había otras cosas allí: un delfín saltarín, dos erizos pinchosos, un pulpo intelectual y unos pajaritos bailando con estrellas, ellos también con forma de huevo.

¿Un sueño agradable? - No, ningún sueño es agradable para un enfermo mental. Todas las experiencias de sueños le llenan de terror. Le parecía que sus brazos y piernas se encogían dentro de su cuerpo y que su cara se aplanaba y sus facciones desaparecían convertidas en unas runas geométricas carentes de todo significado. No paraba de mirarse al espejo para convencerse de que su nariz no había desaparecido, que de ella sólo quedaba un punto del que irradiaban espermatozoides.

Ya desvelado ¿creía "realmente" que se estaba convirtiendo en un huevo? - Para él no estaba claro el significado de "realmente". ¡Los temores son tan reales! Su mala gestión lleva al trastorno de comportamiento o al delirio. Lloró, lloró mucho.

***

El psicoterapeuta pensó que se trataba de temor a la castración. "Qué pena", dijo ella, parece el sueño de un pintor. Ella se imaginaba con gusto el enorme huevo nacarado flotando en el océano profundamente saturado de azul turquesa. Adoraba el color turquesa. Lo veía en su mente con toda claridad y la imagen la sosegaba y llenaba de compasión. Veía al paciente tan patético y desgraciado como un arlequín perdido.

- Está relacionado con su obsesiva necesidad de comer para matar el ansia de querer vivir y no saber cómo hacerlo. Los perdularios de mente dañada -o que se piensan perdedores- suelen disimular sus miedos de castración con un deseo de absorberlo todo. Una vez que se han tragado el mundo, nada queda ya de qué asustarse. Es lo que ocurre con los artistas fracasados.

(El terapeuta no comprendía por qué se consideraba su paciente fracasado. ¡Lo veía todavía lleno de falsas y elevadas creencias sobre sí mismo!)

¿Y el pulpo? - La racionalidad marginada, tal vez, el último reducto de sentido crítico. Un cefalópodo listo pero blando de pies a cabeza...

¿Los pajaritos? - Todos los artistas tienen la cabeza llena de pájaros que bailan con estrellas de ambición. Ser estrella es ser famosa.

¿El delfín? - Ni idea, pero tiene forma fálica... 

(Entonces pensó que su preocupación por las desgracias de las personas tenían más que ver con el sexo que con el altruismo o con la ciencia, y que toda curiosidad que no estuviese inspirada por el amor o el afán de conocimiento es maligna, pura fisgonería de indiscreto o de chismosa).

¿Los erizos? - Noli me tangere. Ofrecen algo delicioso y de provecho en su interior, pero se defienden con espinas; son ariscos, como puede serlo el medio social para el artista.

- ¡Ah!, el mundo encantado y sugestivo de la teoría psicoanalítica, dividida en escuelas como otros tantos mágicos jardines, cada uno dotado de su propia flora y configuración, y cada uno rodeado de su propia muralla. Hortus conclusus.

- Los sueños conspiran con la conciencia dormida, intercambian información, se nutren mutuamente y se repliegan en el olvido. Si se recuerdan... ¡malo! Entonces lo que debió ser sabiduría se transforma en pesadilla.


Nota bene: Inspirado por un pasaje de The sacred and profane love machine (Londres, 1974), novela de Iris Murdoch.