lunes, 23 de mayo de 2022

MELACTINA

JBL, "Melactina", tinta, lápiz y acuarela, 2022


MELACTINA es criatura patética desde que se arrancó las alas, aunque nunca le sirvieron para volar con eficacia. Nació demasiado pesada para elevarse hasta el cielo. De aquellos apéndices le quedaron cuatro muñones en forma de mochila jibosa.

Fabricada con ADN de abeja solitaria (Colletidae), de su mesosoma cuelgan tres mamas regulares que dan miel cuando MELACTINA se alimenta como dios manda. Pocas veces, porque agarra depres de campeonato que la vuelven inapetente, de las que solo se recupera podando rosales y jazmines con sus poderosas mandíbulas que afila con una piedra molar como si fueran hoces yerberas. No le sirven para otra cosa, pues no es depredadora ni peleona.

De su oficio de jardinera pide baja con frecuencia, porque padece de los baritarsos de las patas traseras, bases de tres dedos con cinco tarsos. ¡Y es que el diseñador no pensó que fuese a caminar tanto!

Encarna las posibilidades fallidas de los diseños biotecnológicos. Su rabo aparatoso está hecho de flagelómeros, como las antenas de los insectos, que escapan de un escapo con pedicelo. Es muy sensible. Cuenta con aguijón negro y duro como las mandíbulas, pero no lo usa; de hacerlo, se destriparía y moriría.

MELACTINA no mide más de un metro, ni se violenta por nada, pero parece salida de la Casa del miedo... Da pena, sobre todo porque ve el mundo como nadie gracias a sus ojazos, pero sus antenas bien formadas transmiten señales que ni las abejas entienden. Por eso no hace amistades.