jueves, 23 de febrero de 2023

LA ONTOLOGÍA DE NICÉFORO ARGIROTEO

 

NICÉFORO ARGIROTEO

Nicéforo Argiroteo fue el mejor ontólogo de la Galaxia del Palo de Hockey durante la decadencia del Imperio de la dinastía de los Tornasoles. Mozo todavía, escribió en la luz su obra Theofaria o Teoría General de las Deidades Aposteriorísticas. Postulaba en ella un imperativo incondicionado como mandamiento no arbitrario, sino extraído de la Razón pura en su uso ético-práctico. 

El imperativo mandaba así: Al final de todo o, por lo menos, al término de un ciclo cósmico, las civilizaciones superiores suministren, suministran o suministrarán dioses omnipotentes y bondadosos. El uso del subjuntivo en cursiva capta la posibilidad futuriza, ideal o dudosa, del cumplimiento de la orden hic et nunc, o sea, su existencialidad problemática a la vez que su imperiosa necesidad. 

La discusión sobre si esa Deidad a posteriori sería una o muchas es demasiado compleja para resumirla en esta página. Sólo añadiré que, según la sutilísima e iluminativa especulación de Nicéforo, tanto el monoteísmo como el politeísmo aposteriorísticos llevan a contradicción si se razonan en rigor y pureza sus consecuencias prácticas.

Partía el bueno de Nicéforo del hecho incontestable de que todo está material y pésimamente organizado (kosmos deficiens) desde un punto de vista físico, metafísico y moral. Físicamente porque existe el sufrimiento y el dolor; metafísicamente, por la imperfección o la privación de todo cuanto contingentemente existe; y moralmente, porque se da y es imparable el crimen y el atropello voluntario. 

Sobre todo, el mal moral es inaceptable racionalmente, es decir que haya malas personas que delinquen y -por decirlo así- salen y se van de rositas; e inocentes que sufren sin causa justificada (esto último es todavía peor que la impunidad). Por lo tanto ¡hemos de inventar jueces poderosos y justos!, ya que en la Naturaleza brillan por su ausencia y en el orden civil están aquejados de los tres males antes indicados: porque los jueces biológicos enferman físicamente son imperfectos metafísicamente y, a veces, venales, o sea juzgan con dobles y hasta triples intenciones, alguna de ellas viciosas, a veces.

Por desgracia, la Theofaria, cuya edición digital fue costeada por su autor, no alcanzó amplia divulgación ni eco suficiente y su teoría no se implementó en una praxis consecuente por parte de las civilizaciones más avanzadas de su Galaxia del Palo de Hocket. No desesperó el filósofo y, ni corto ni perezoso, sin prisa pero sin pausa, dedicó dos lustros a una original meditación honda, de la que resultó, tras sudores y lágrimas, su segunda obra, que colgó en la Red a su costa: El Gran Dilema. Aquí probaba que cualquier civilización avanzada y próspera tiene dos caminos: o exterminarse a sí misma por exceso de tedio incurriendo en sevicias, pues el aburrimiento es madre de todos los vicios; o, por exceso de bienestar, al caer sus ciudadanos en la abulia y el pasotismo, ya que cuando se tiene todo no se hace nada por mejorar. Además, el exceso de belleza rompe familias, el de inteligencia trae soledad y el de riqueza conduce directamente a la locura. Por consiguiente -razonaba conclusivamente Nicéforo Argiroteo-, la prosperidad tiene también su radical inconveniente y umbral límite en orden a la otorgación de alegrías crecientes.

En ambos excesos, esplín o confort, el motivo de la decadencia es siempre el mismo: al no poder comprender ni dar sentido al absurdo de la existencia, los civiles se vuelven estériles o transforman su hábitat en un paraíso preñado de infiernos o, por decirlo metafóricamente, en camas y cloacas; y al cosmos circundante, en un gran almacén de cachivaches y chatarra. Y es que la Razón, en su codicia, no descansa hasta poder convertir los átomos en bombas y a los electrones, protones y otros corpúsculos o enerjúsculos, en narcóticos y cremas antiarrugas. Así la Razón lo avasalla todo.

El El Gran Dilema tampoco alcanzó éxito ni motivó un cambio de paradigma científico como nuestro ingenioso ontólogo pretendía. Después de haber defendido a la Razón productiva inventora de dioses, contra las injusticias de la Naturaleza; y a la misteriosa Naturaleza, contra la instrumentalización dominadora de la Razón que todo lo convierte en desierto y basura, la decepción no acabó con la inspiración del filósofo, el cual, tras tres lustros quemándose las pestañas y dándole al magín, redactó en la luz su Refutación del Universal. En esta obra de madurez, Nicéforo recogía todas las hipótesis posibles sobre el origen y destino del Cosmos, incluso los más extravagantes nihilismos: "El Cosmos no existe y tal"; incluso registraba el más pesimista de los creacionismos gnósticos, la conjetura de que el universo es fruto de la demencia de un Supercerebro trastornado por su eviterna soledad; o aquella otra, que sostiene que la materia al transformarse en sustancia nerviosa o circuito electrónico calcula bien, mucho y rapidísimo, pero piensa como un imbécil; o sea, la materia entonces sabe, pero no sabe qué hacer con el saber...

Nicéforo llamó "Gran Salto Fideísta" a su conclusión de que todas las disputas de los filósofos, estos y los otros, esos y aquellos, diestros y siniestros, son vanas, ya que cada sujeto ejecutivo y cada inteligencia natural o artificial puede y debe inventar su propia filosofía dando así sentido provisional a lo que hace y en armonía con su idiosincrasia. Con una condición, se debe siempre filosofar como si existieran ya esos dioses -o diosas- que la civilización superior debe crear (ha creado o creará) y como si esas deidades nos estuviesen viendo y pudiesen castigarnos o premiarnos. De este modo, al azar se unirá la necesidad y la armonía, ganada libre y espontáneamente, corregirá el desarreglo o, por lo menos, contendrá el caos del kosmos deficiens.

El maestro Nicéforo no salía de su asombro cuando se apercibió de las pocas descargas que se hacían de sus tratados y que muy pocos de los intelectuales de su época criticaban con benevolencia sus planteamientos. Hubo uno que le llamó "Bufón de los Tornasoles", ¡cosa injustísima! porque Nicéforo Argiroteo nunca se había ocupado del menudeo cotidiano de la  política y estaba muy lejos de ser un "estómago agradecido" adulador del jerarca de turno; otro dijo de él que escribía "cuentos de viejas". ¡Lamentable desprecio de Nicéforo, pero también misógino menosprecio de la sabiduría de la tercera edad!... Bueno, la verdad es que nuestro pensador sí salió de Asombro, y fue por la puerta de Rabia y Resentimiento. Ni premios, ni renombre, ni celebridad, ni subvención, ni beca, ni reconocimiento... ¡Sólo le quedaba la esperanza de que los que han de venir descubriesen la relevancia de sus ideas y su pertinencia transformadora! 

Su aparente fracaso, su inactualidad, no desanimó a nuestro genio. Ya sesentón completó su obra con una demostración irrefutable mediante procedimientos estadísticos y rigurosa lógica probabilística. En su Aristarquía o Gobierno de los cisnes y Demonarquía o Gobierno de las ranas (título matizado por su ya negro humor) probó matemáticamente la existencia en su galaxia de una civilización superior que necesariamente construiría un Nicetrón argiroteico productor de dioses justos. A su Aristarquía añadió un epítome en el que, a modo de corolario, aseveraba que el destino de los seres orgánicos inteligentes es siempre acabar sintetizando inteligencias superiores o, si son animales, maquinales transbiológicos que acaban, por nostalgia edípica, recreando madres biológicas, o biónicas, mediante procesos de desextinción y reedición genética. O sea y por decirlo claro: personas que crean inteligencias artificiales y máquinas inteligentes que recrean personas en vuelta eterna y circular. 

Aristarquía concluía con dos preguntas cruciales que Nicéforo planteaba como la esfinge su enigma, sin querer darles respuesta (en realidad, leyendo fino, parecía que Nicéforo las consideraba una sola pregunta): 

  • ¿Qué fue primero, la persona o la máquina?
  • ¿Qué fue primero, la Forma o la Materia?

Al final de sus días, resignado por no alcanzar gloria alguna, ni tan siquiera en los brazos exteriores de su Galaxia del Palo de Hockey, volvió a pensar en las generaciones venideras. Tal vez ellas descubrirían la excelencia y ultimidad verdadera de su ontología, su teología aposteriorística y su ética del como si. 

Murió pobre, virgen y desconocido, pero entregó su alma in olore virtutis. Había investigado, pensado y trabajado para quienes habían de venir. Ninguno de los cuales, de los que lleguen, han llegado o llegarán, podrá jamás estrecharle la mano ni invitarle a un picnic.


jueves, 9 de febrero de 2023

DRACONOLOGÍA PROBABILÍSTICA

 

Paolo Uccello. San Jorge y el dragón, 1470.
Temple sobre madera, National Gallery.


- ¿Cuándo, entonces -preguntó Sócrates-, 
el alma aprehende la verdad? 
Porque cuando intenta examinar algo 
en compañía del cuerpo, 
está claro que entonces es engañada por él.
- Dices verdad.
-¿No es, pues, al reflexionar (λογíζεσθαι) 
más que en ningún otro momento, 
cuando se le hace evidente algo de lo real?
(Platón. Fedón 65b-c)


En su Ciberiada, Estanislao Lem visitó un mundo -y luego todo un sistema solar- obsesionado con los dragones. No se trataba de un pueblo atrasado ni medieval, sino de una nación en paz perpetua con una gran cultura muy avanzada en cibernética, biotecnología y geometría no euclidiana del espacio pseudovacío. 

Evidentemente, los dragones no existen, constatación simplista que puede satisfacer a una mentalidad primaria, pero no a una mente científica, y mucho menos a un espíritu filosófico. Ya el genial lógico y matemático Gottlob Frege (1848-1925), padre de la filosofía analítica, dotó de total objetividad al modo de referir de las palabras, a su sentido (Sinn) o intensión, incluso si esos nombres carecen, aquí y ahora (hic et nunc, en este espacio y este tiempo) de referencia existencial o de significado extensivo (Bedeutung), el modo de referir intensivo es perfectamente legítimo, aunque no esté por el momento sustancialmente saturado. Este es el caso de palabras o expresiones como centauro, cero, raíz-cuadrada-de-dos, sirena, esfinge, etc.

¿Acaso carece de sentido el principio de identidad (A = A), tan imprescindible en la práctica (praxis) como en la técnica y en el arte (techné) ? Podemos decir que carece de significado ¡pero no de sentido! 

La Identidad carece de significado existencial por, al menos, tres razones: 1) Porque nada en el universo se conserva estable ni idéntico a sí mismo, ya que toda entidad contingente se mueve en dinámica y continua evolución, como el río de Heráclito; 2) Dado que el Continuo no está hecho de puntos, la película de la realidad no puede descomponerse en fotogramas; y 3) Porque "jamás en el mundo se da una semejanza perfecta", según el principio de los indiscernibles de Leibniz. O sea que la ley de los iguales no es más que un caso especialísimo de la Ley de los desiguales

Por consiguiente, tales nombres como el de "dragón" son objetivos aunque no refieran por el momento a seres reales o, digamos, resulten de problemática existencialidad, como, por otra parte, sucede también con "Dios", "Libertad", "Felicidad", "Verdad" o "Justicia".

Así pues, los sabios de la Escuela de Neántica no se ocupaban sólo de lo existente, no pensaban que la imperfecta banalidad y contingencia de la existencia mereciese una atención racional y circunspecta permanente, necesaria o propiamente científica. Se habían entregado a una segunda singladura (deúteros ploûs), una vez satisfechas sus urgencias existenciales: de abrigo, alimentación, salud y reproducción. Podemos decir que navegaban a la búsqueda del sentido. Peregrinación, contemplación, o sea theoría, y luego aplicación, es decir praxis, techné, artes constructivas, pues sabían que "todos los posibles exigen existir". 

O también: los ingenieros de Neántica sostenían que reducir la inteligencia a la comprensión y explicación de lo existente es tan reductivo como inadecuado, pues el mundo de los posibles es, no sólo más vasto, sino también más interesante que el de los existentes, tan expuestos como están a la obsolescencia, la decadencia termodinámica y la muerte. 

De modo que en dicha escuela se desarrolló con éxito y durante varias generaciones la Draconología. Sus estudiosos descubrieron por métodos exactos tres clases distintas de dragones posibles: los iguales a cero o cerontes, los imaginarios o imaginontes y los negativos o negontes. Ningunos de los tres existían (todavía), pero cada clase insiste de manera completamente distinta y -por decirlo filosóficamente-, son en cualquier caso dragones posibles (posibilontes) y -como toda esencia virtual- pugnan por su existencia, pero de modo muy diferente. Curiosamente, por ejemplo, si se herboriza a dos negontes se obtiene un infradragón en cantidad 0,6 aproximadamente, cifra que expresa su esencia o grado de posibilidad y perfección.

La Draconología Probabilística se desarrolló en la Escuela de Neántica hasta el punto de llegarse a la conclusión de que los dragones sustanciales son termodinámicamente imposibles sólo en sentido estadístico, como elfos, hadas, sirenas y duendes, pero en absoluto insiste -ni puede darse- en el más allá o más acá un dragón incomposible, en el sentido de que una bestia a la que podamos llamar objetivamente dragón sea incompatible con todos y cada uno de los mundos posibles. Es decir, los dragones no existen, pero podrían existir, aunque no en un mundo cualquiera, sino como esencias dinámicas en busca de su perfección, en armonía con un ordenamiento espacio-temporal propicio, acogedor y, por decirlo con un neologismo poético: en un ámbito draconófilo

Se precisó que para presenciar la manifestación espontánea de un dragón habría que esperar quintocuatrillones de heptillones de años, ¡tiempo enorme!, pero menos del que requeriría la aparición del gnomo o el duende, y poca cosa en comparación con la eternidad. Impacientes por dotar de presencia y figura a esta entelequia dragonil que ya amaban desesperadamente, los ingenieros de Neántica inventaron un amplificador de probabilidad que se implementó en un dragotrón, esto es: una máquina de diseño prototípico y producción paradigmática de dragones. 

La clave del procesador dragotrón consistía en hacer pasar a la criatura sintética desde el espacio configurativo de geometría no euclídea al espacio real, o digamos existencial, tridimensional, aprovechando la vitalidad creadora del vacío, cribando, eso sí, las micropartículas y microcargas con un filtro de antimateria, porque 'ex nihilo nihil fieri cogitare possit' y, como se sabe, materia y antimateria se reducen a nada (0)


Nos cuesta pensar el proceso, porque no todo lo inteligible resulta imaginable, pero piénsese en que los electrones se mueven precisamente en ese espacio que hemos llamado "configurativo", dependiendo su suerte fundamentalmente de lo que llamamos "ondas de probabilidad". Por supuesto, es preferible posibilitar elfos rubios o positivizar en realidad hadas buenas y bellas, antes que existencializar bestias dragonoides, puesto que difícilmente podemos creer que las hadas quieran chamuscarnos o puedan comerse a nadie.

El caso es que la Escuela de Neántica llevaba ya mucho camino recorrido como para cambiar la Draconología probabilística por la Elficología, una de cuyas ramas, la Feericología, se ocupa, precisamente, del estudio, producción y reproducción de hadas. (La Elficología fue popularizada por Pierre Dubois y no sólo estudia a las hadas, sino también a otra gente pequeña como elfos, trolls, duendes, etc.)... Soslayemos lo feérico, y centrémonos en lo dracónico, la Escuela de Neántica halló la unidad llamada dracónido, imprescindible para calibrar el contador de dragón: dragonómetro.

Puesto que la inteligencia se desvive por ir más allá de lo condicionado, nadie pudo evitar que en la Escuela de Neántica se especulara más allá de lo positivo y empírico, sobre estos decisivos descubrimientos y técnicas, incluso retrospectivamente, usando ilegítimamente la Razón pura para dilucidar la virtualidad de un dragón-vampiro, rascando en la etimología de "Drá-cula", ni que se perdiesen algunas mentes en digresiones meditabundas sobre el espectro discontinuo del Basilisco. Esto sucedió después del descubrimiento de las fluctuaciones paradójicas de la estadística aplicada a los espacios configurativos polidimensionales y multivérsicos, pues aconteció que los dragones, al emerger desde el espacio configurativo al real parecían algunas veces múltiples a pesar de ser uno solo, otras veces resultaban con disforia de género; o se naturalizaban con dos cabezas, lo que conducía irremediablemente a bipolaridades esquizoides y a violentos altercados.

Este último hecho podrá constar en la Historia de la Ciencia como feliz serindipia o chiripa fértil, porque el famoso ciberconstructor Gerold Rascacueros inventó -aprovechando el fracaso de la bicefalia accidental y analizando la dracónica conflictiva-, creó -decimos- un trabuco anticabeza capaz de disparar y alojar en un dragón bien formado una cabecita electrónica que al momento paralizaba al bicho alado por interferencia con el cerebro sintético y luego serenaba sus impulsos (impeta), esfuerzos (nisua) y conatos (appetitua), es decir sus energías y fuerzas ínsitas para actuar y padecer, para desear y percibir, reduciéndolo a un dragón sumiso o sumidraco. 

El sumidraco se mostró criatura relativamente dócil y susceptible de comercializarse como mascota de nobles damiselas con posibles, que dispongan de parques o jardines donde hospedar a un dragón que sigue siendo animal XXL, que no come cualquier cosa y que requiere cuidadores especializados y amaestradores si se ambiciona enseñarle a hablar o a piruetear en el aire para impresionar a invitados y amigos. Los ingenieros del dragotrón se inspiraron en cuadros antiguos, como el de Uccello que adorna esta crónica, para diseñar a estas simpáticas criaturas y prefigurar su capacidad primera de recepción monádica (πρῶτον δεκτικόν).

Por desgracia, algunos dragones sintéticos, ya más o menos enanecidos y binarios (a voluntad del consumidor), se escaparon, se colaron como polizones o viajaron como mascotas en naves interestelares y acabaron asilvestrados en planetas poco habitados, cuyos nativos y aborígenes, aún hundidos en la superstición de edades obscuras, les trataban como almas impuras, creyendo que les habían caído del cielo cual castigo divino. A cambio de que no se comieran a personas o estropearan sembrados y obras civiles, les ofrecían siete doncellas tiernas y siete efebos imberbes cada año, de los que el dragón cimarrón abusaba cuanto podía para devolverlos -¡eso cuando los devolvía!- sucios y famélicos. 

¡Menos mal que Gerold Rascacueros inventó también el Desposibilizador dragonicida! No obstante, su uso resultaba tan complejo como peligroso. 

En el reino mediavalizante y neófobo de Archivaldo Odelario, la hija del rey, Frida, sufrió acoso y rapto por parte de un dragón inteligente y libertino, aunque feo y con carácter de dinosaurio engreído. Gerold probó su lanza desposibilizadora con la bestia parda, que se resistía a poner en libertad a la hermosa Frida, y causó con el arma tal tensión entre el espacio de configuración y el espacio real que empezaron a emerger del submundo y del multiverso dos Cthulhus y tres Azathothes de Lovecraft. 

¡Menos mal que Rascacueros apagó su lanza a tiempo y todo volvió a ser posible! De no hacerlo, hubiera sido peor el remedio que la enfermedad. 

Al final se impuso una solución negociada: Frida pudo volver con su papá Archivaldo a su cortesana burbuja de confort, a cambio de la promesa firmada por el director de la Escuela de Neántica de la desextinción o puesta en existencia plausible de una hembra dragona, joven, sana, limpia y consentidora.

martes, 7 de febrero de 2023

LUZMIRO EN BUROCRÓN

ARPESTOSA

 Luzmiro Matratás sabía cómo conducirse con éxito en su oficio, pero no sabía qué hacer en Burocrón para que se le hiciera justicia. Se estaba volviendo loco de indignación. La administración de aquel planeta remoto le tenía maltratado y muy cabreado. 

Su trabajo consistía en saltar con su bien nutrido equipo de artefactos, robots y biotecnólogos, desde un planeta a otro, ofreciendo sus servicios de exterminador de especies muy dañinas. No le faltaba faena a su empresa, a lo largo de las espirales externas de la galaxia llamada Vía Láctea. 

Cicatero Racañón, Presidente autoritario del planeta unificado Burocrón, le había solicitado con gran urgencia.  Había reclamado con angustia los servicios de su empresa como si unas arenas movedizas estuviesen a punto de tragarse a él y a todos sus súbditos, prometiéndole a cambio el oro y el moro.

Luzmiro y su equipo de ciber-organismos altamente cualificados habían cumplido en un periquete, acabando con la abominable raza de Las Arpestosas, criaturas diseñadas y escapadas accidentalmente (por descuido y desidia) de un laboratorio de biotecnología de Burocrón. Las arpestosas eran bestezuelas volantes que se reproducían por partenogénesis telitóquica con más facilidad que lombrices y polillas, infestando cultivos, estropeando canales acuíferos, quemando redes eléctricas e incluso introduciéndose en los hogares para robar en alacenas y frigoríficos, pues no carecían del todo de astucia práctica.

Sin embargo, cuando Luzmiro reclamó la paga por sus gastos y competentes servicios, el Presidente Cicatero no quiso o no pudo saldar la factura, minuta tan formal que incluía un eco-impuesto interplanetario. El Presi se escaqueó y olvidó su compromiso, echando la culpa a la burocracia de su mundo: que había que confeccionar un protocolo especial para el caso, que tenía que contar con la aprobación del Senado, que había que reunir el Consejo Nacional, previa aprobación de mediciones, infografías 3D, etc., etc.

Luzmiro desesperaba en la espera. Iba de acá para allá pagándose el transporte y la comida. El Tesorero de la República Constitucional le acogió con buenas palabras pero le despidió diciéndole que no sabía cómo podría formalizar el pago, que no estaba previsto tal dispendio en el ordenamiento jurídico presente. Él tenía que ajustarse a lo mandado por el poder legislativo, él era sólo "un mandado", y las Cortes estaban de vacaciones. Hasta que los diputados no elaborasen nuevas leyes...

Luzmiro fue de Ministerio en Ministerio a sugerencia del Presidente autoritario, el cual, muy paradójicamente, parecía carecer por completo de autoridad... Desde el Ministerio de Defensa al Ministerio de Salud Pública, de caja en caja (y para pagos sólo las abrían del alba al desayuno)... ¡Siempre faltaba alguna instancia, un sello, algún archivo digital. Fue obligado a redactar una biografía personal y un historial completo de su empresa interplanetaria. Se vio obligado a conseguir la nacionalidad burocroniense, sin alcanzar por eso a que le pagaran.

Entonces, hastiado pero enérgico, fastidiado pero no vencido, recordó la antigua historia del Flautista de Hamelín. No pensó en secuestrar a los niños de Burocrón (Luzmiro era un buen tipo), aunque no eran muchos, pues resultaban caros. 

Meditó, meditó..., quiero decir que pensó en vengarse e ingenió el modo. Como guardaba en su nave un registro genético de todos los bichos y monstruos que había exterminado en cientos de sistemas estelares, procedió a la desextinción de una arpestosa. Lo consiguió al cabo de tres semanas burocronienses, y pronto la arpestosa se multiplicó por cien, y las cien por mil... Las liberó a todas y partió con todo su equipo rumbo a casa, saltando el espacio-tiempo a través de un túnel de gusano.

No se había jubilado todavía, cuando Luzmiro supo que el planeta Burocrón había dejado de emitir información codificada e inteligible. Sin duda, las voraces arpestosas habían acabado con toda su vida inteligente, y de paso con toda su apestosa y estéril burocracia.

domingo, 5 de febrero de 2023

ELECTROBARDO EN OFERTA


 Ciberpoeta, también llamado Electrobardo, ha sido modelado cibernéticamente por el ingeniero estelar Trurl mediante un hardware de circuitos lógicos y emocionales, estos últimos reforzados y entrecuzados con nódulos armónicos. 

En su producción, el gran maestro cibernético añadió un filtro filosófico estrangulador de problemas existenciales, para que Ciberpoeta no se obsesionara ni se fuese por las ramas de la especulación teórica. Lo consiguió añadiendo al filtro e incorporando a la máquina egocentrizadores autoguiados con acople narcisista. 

Todo eso no hubiese bastado sin el agregado de un software inmenso compuesto por centenares de bibliotecas poéticas y con muchísimos textos de autores consagrados en todos los idiomas conocidos. Hemos de decir que Trurl puso el trabajo, la sudor y el talento cibernético, pero la idea se la proporcionó el famoso psicólogo, matemático y reconocido literato, Estanislao Lem (medio polaco medio ucraniano), famoso autor de Ciberiada (1965).

A petición del propietario o usuario, Electrobardo es capaz de formular desde sencillos epigramas y procaces romances, desde breves eslóganes publicitarios o propagandísticos, hasta complejas palinodias para suplicar perdón a cualquier dama feminista, o largos y entrañables poemas gnómicos para reprender a un hijo u orientar a una prosélita rebelde. Todo ello mediante outputs orales o escritos, recitados o cantados, en registro masculino o femenino, de soprano a contralto o de contratenor angelical a bajo profundo.

El Ciberpoeta es competente para celebrar el Amor en verso o lamentar la Muerte mediante emocionantes elegías salpimentadas con melismas quejosos y refinados ayes que le harán llorar hasta desahogarse del todo. Sus creaciones pueden referir al origen y al destino, especular sobre el bien y el mal, en ellas puede mostrarse asceta, místico o libertino, y esto en un lenguaje sencillo o aún en términos de matemáticas superiores y álgebra de tensores.

Sus invenciones pueden adoptar estrofa y métrica clásicas, o libérrima y vanguardista; esto es: coplas inteligibles y populares o fragmentos de línea quebrada tan conmovedores y elitistas como incomprensibles, o tan obscuros como inquietantes.

¡Atrévase ahora a hacerse con Electrobardo por un precio rebajado (30% hasta fin de mes) que podrá pagar en cómodos plazos mensuales y libres de interés! 

Si su sensibilidad ha sido testada como mediana o media-superior hágase con él y evitará el aburrimiento o esas incómodas situaciones en que uno no sabe qué decir ni qué replicar. ¿Se lo va a perder? Podrá sorprender a sus amigos y parientes en reuniones familiares y escribir preciosas epístolas, firmadas como si fuesen suyas; Electrobardo no le demandará por ello, pues carece de derechos de autor. 

Si formaliza su pedido ahora, recibirá a Ciberpoeta en su domicilio sin gastos de envío y en un plazo máximo de tres días. Su paquete incluirá a Ciberpipo de regalo, electropajarito que acompaña los cibercantos de Electrobardo con trinos de celo primaveral añadiendo un refrescante toque pastoral a la belleza irrefutable de sus versos.

Warning, Warnung, Advertencia, خبرداری, সতর্কতা,  Manchachiy, चेतावनी, تحذير, предупреждение, avertissement, انتباہ

Antes de consumirlo, consulte con su terapeuta. Antes de emplearlo, lea los consejos del fabricante sobre secuenciación y especificaciones de uso. Absténganse de adquirirlo las almas testadas hipersensibles con percentil superior a 90. 

Contraindicaciones: El abuso de las creaciones de Electrobardo puede causar aturdimiento lírico, crisis de embelesamiento, ansiedad erótica o accesos de postración melancólica.


sábado, 4 de febrero de 2023

GERUNDIOS EN SANGRE

 

José María Waldo Echegaray y Eizaguirre (1832-1916)

OLVIDADO ECHEGARAY, PREMIO NOBEL

No somos nada, ni nadie. El manuscrito de una comedia inédita de don José Echegaray, excelente matemático, formidable ingeniero, físico y primer premio Nobel español en Literatura (1904) lleva dos décadas a la venta en Internet y nadie lo compra por unos miserables 1600€, nadie se interesa por él. 

¿Cómo cambian los tiempos? ¿Qué vueltas y sacudidas nos dan? "El Caballero de la Nada", llamaba Emilia Pardo Bazán al Tiempo, Señor Soberano. Y aunque no seamos como piedras, rodamos como cantos de río, ¡qué digo río!, torrencial corriente que nos arrastra al eclipse total del olvido. Aunque puede que la revuelta sea para mejor memoria: Se pensaba que el Greco era un pintor menor con defectos en la vista, hasta que la generación del 98 lo rehabilitó, lo hizo portento estético. 

En los tiempos de Echegaray, como en los nuestros, la ciencia no daba en España para muchas comodidades. Quiero decir que los sueldos de los científicos no servían ni sirven para mantener familias numerosas; la de Echegaray no lo fue, pero encontró con su teatro, ¡de enorme éxito ayer, considerado mediocre hoy!, ingresos sustanciosos para dotar sobrinas. Eso sí, tenía que escribir dos comedias o dramas por año. Y lo hizo, a parte sus numerosas obras científicas y su desvelo por buscarle nuevo rey a España...

De convicciones progresistas y liberales, creía que la regeneración de España dependía de la mejora en educación y de la importación de la ciencia europea. Estaba en lo cierto. Fue enemigo de la esclavitud y amigo de la libertad religiosa. Apostaba por el libre mercado, pero consciente de que resultaba impracticable en un país atrasado económicamente como su España del XIX. Polemizó en el Ateneo madrileño con Pablo Iglesias, el fundador del Psoe, porque el socialismo le parecía a Echegaray "la absorción del individuo por la sociedad y el Estado". Estaba en lo cierto. Oscar Wilde lo explica maravillosamente en uno de sus ensayos.

Según la Academia sueca, obtuvo Echegaray el Nobel (al alimón con el poeta provenzal Frédéric Mistral del que nadie se acuerda tampoco hoy) por conseguir revitalizar la magnífica tradición de la dramaturgia española. El premio sentó como una bofetada a la joven vanguardia de los escritores, llamada por Azorín "Generación del 98", para los cuales Echegaray era un representante de la España más rancia. Valle-Inclán le llamó "Viejo idiota". Se cuenta que, a pesar de ello, Echegaray ofreció su sangre con motivo de una grave enfermedad al pelijoso y atrabiliario escritor gallego y que el genial creador del esperpento no la aceptó: "no quiero la sangre de ese. La tiene llena de gerundios" -eso dicen que dijo el autor de Luces de Bohemia.

Tampoco gustó, ni a tirios ni a troyanos, el discurso que José Echegaray, hermano del también comediógrafo Miguel, pronunció con motivo de su ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas. Los revolucionarios atacaron sus tendencias liberales y los liberales le acusaron de maltratar a la ciencia española (país de extremosidades, de místicos y fanáticos, de quijotes y sanchos; hubo quien fue fusilado o tuvo que exiliarse por tibio en nuestra última guerra incivil o "cuarta guerra carlista"). No obstante, don José es considerado hoy el primer matemático español de su siglo, con valiosas contribuciones e importantes aportes también en física teórica.

Pío Baroja, por amigo de la ciencia y por liberal radical e individualismo ácrata, debió de sentir por Echegaray menos animadversión que sus compañeros de generación. El donostiarra recoge una jugosa anécdota sobre el polifacético polímata, que tampoco fue ajeno a las intrigas políticas de la época... 

A Echegaray le hicieron Ministro de Hacienda siendo ya viejo. Un periodista fue a entrevistarlo al ministerio y Echegaray le confesó que no sabía lo que debía hacer. El periodista quiso agradecer la sinceridad del sabio y despedirse amablemente del Nobel:

- - Don José, aquí no estará usted muy a gusto, porque este edificio es muy fresco.

A lo que Echegaray contestó:

- - Para fresco, yo.

Según Pío Baroja, esa frase "cínica y populachera" la pueden repetir la mayoría de los políticos españoles. A mí, más que cínica, me parece sincera, virtud que Baroja apreciaba en demasía.

Adenda. Las esdrújulas de Villaespesa

Asevera el catedrático de filología Jaime Siles Ruiz que no fue Echegaray quien ofreció su sangre a Valle-Inclán cuando el amputaron el brazo, sino Villaespesa (poeta que le dejó a deber un duro a Pío Baroja, sablazo que este recordó toda su vida). Y añade el filólogo que Valle-Inclán rechazó la generosa hemoferta del escritor almeriense porque estaría repleta de esdrújulas. 

Esto lo sé gracias a un correo de Antonio Carvajal, extraordinario poeta amigo, quien me confiesa que ha usado versos de Villaespesa: "dos en especial, endecasílabos y sin esdrújulas". Antonio Carvajal ha escrito sobre la métrica de La copa del rey de Thule, pues Villaespesa es poeta que le gusta tanto que, para no cansarse de él, nunca lo lee de seguido. 

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Fuentes: 

- Pío Baroja. Juventud, egolatría (1917), XVI, ed. Taifa, Barcelona 1987, pg. 152.
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