domingo, 31 de enero de 2021

EUMÓN EL TRACIO

 

Tinta y acuarela

FERTILIDAD DE LA DUDA

 El rey tracio Eumón se tomaba las vacaciones por semestres porque cada seis lunas se le acortaba la pierna derecha y tardaba otras seis lunas en volvérsele a su natural. Por eso Eumón para no perder el respeto de sus súbditos se iba a sus vagancias o salía de excursión con aquella piernecilla y no volvía a su reino hasta que no podía mostrarse digno en las procesiones. Tenía enormes orejas, pero eso era fealdad común de los tracios y no contaba por defecto, por consiguiente sus monstruosos pabellones auriculares en nada disminuían su majestad.

Según Cunqueiro, Eumón fue hombre afable y amigo de Egisto, el usurpador del reino de Micenas y concubino de Clitemnestra, la cual, a pesar de su ridículo nombre y sus costumbres criminales, era mujer ilustrada y muy provocativa. En general se sentía menos culpable que su amante Egisto pues justificaba el adulterio y el crimen recordando la escasa virilidad de Agamenón y la desvergüenza con la que metió en su palacio a Casandra, la enredadora que se trajo de Troya como botín de guerra, a la que Apolo con motivo, porque era muy lianta, había maldecido escupiéndole en la boca.

Eumón visitó a la culpable y atemorizada pareja cuando ya se habían cargado a Agamenón y mientras Orestes tramaba con su hermana Electra la venganza. El rey tracio pasaba en su país por intelectual escéptico y cuando Egisto le preguntó si creía –pues era ya rumor consolidado- que Orestes hubiese muerto (¡tanto temía del hijo de Agamenón que temblaba entero cuando pronunciaba su nombre!), Eumón le contestó que podía o no podía estar muerto, pero que recomendaba que creyese que lo estaba. Incluso dudando, su vida sería mejor que si creyendo el vaticinio se aseguraba que Orestes le mataría.

̶  Un hombre que duda es un hombre libre –añadió el tracio-, y el dudoso llega a ser poético soñador, por la necesidad espiritual de certezas que sufrimos todos. Son tan escasas y dramáticas que estamos obligados a inventarlas. Lo importante no es saber si los higos del mercado son más reales que los soñados, sino conocer cuáles tienen mejor sabor y aroma.

Es verosímil que muchos años después, Pascal recordase esta conversación entre Egisto y Eumón, la cual le inspiraría su famosa prueba de la existencia de Dios, llamada también “apuesta a favor de Su existencia”, en la que, aun dudando, nada se pierde pero algo se gana.

sábado, 30 de enero de 2021

LA DIOSA DE LAS BRUJAS



 

G


El antropólogo y brujo inglés Gerald Gardner (1884-1964), hijo de un importante importador de maderas nobles, emigró con su niñera seis años mayor que él a Oriente, donde pasó parte importante de su juventud y madurez. Consiguió permiso para publicar un extracto de la liturgia de su conventículo: La brujería hoy. Llamaba a la diosa de las brujas “G”, porque su verdadero nombre no debe ser revelado ya que los malos espíritus no pueden causar daño a aquel cuyo nombre desconocen.

G no había amado nunca, pero lamentaba la muerte y quería resolver su misterio, así que descendió al Inframundo. Sus guardianes le exigieron que se despojara de vestido, joyas y complementos. G se quedó en cueros, como todos los que entran en el reino del Señor de los Muertos.

Era tan completa y terrible su belleza que el mismo Señor de los Muertos se arrodilló y le besó los pies diciendo: “¡Benditos sean, que te han traído hasta aquí! Vive conmigo y deja que ponga mi frío mano sobre tu corazón”. Ella replicó: “Yo no te amo, mas ¿por qué haces que todo cuanto vive desaparezca y muera? Eso me extraña, pero sobre todo me desmoraliza y asusta. Tal vez sea eso lo que me impide amar”.

̶  Señora –dijo el Señor de los Muertos- es el Tiempo y el Destino, contra ellos no puedo nada. La edad marchita todas las cosas, pero yo concedo descanso, paz y fuerza a los que merecen volver. Sin embargo, tú, tan hermosa, ¡no regreses, porfa, quédate conmigo!”.

̶  No te amo.

̶  Puesto que no recibes mi mano en tu corazón, tendrás que recibir el azote de la muerte.

̶  Si tal cosa manda Destino, obedeceré –dijo G, y se arrodilló.

El Señor de los Muertos la azotó sin saña y ella exclamó:

̶  Ahora conozco las angustias del amor.

̶  ¡Bendita seas! –exclamó y le dio un beso quíntuple-. Sólo así alcanzarás la alegría y el saber.

El Señor de los Muertos enseñó a G todos los misterios inframundanos. Se amaron y fundieron en uno. Él le mostró todas las magias y lo que importaban tres grandes eventos en la vida de los hombres: el amor, la muerte y la resurrección, y cómo la magia domina los tres. Para renacer se debe morir y disponerse para recibir un nuevo cuerpo; para morir es necesario haber nacido; y sin amor no se puede nacer, y esta es toda la magia.

Cadáver exquisito, Tinta y acuarela, JBL


Gardner fue plantador de caucho en Borneo y Malasia. A su regreso a Inglaterra adoptó el naturismo. Estuvo viviendo treinta y tres años con una mujer, Donna, que no quiso saber nada de brujería. Se obsesionó con la copia de un extraño libro, cuyo original suponía oculto en una sierra, tal vez de los Andes. Murió navegando hacia el Líbano. Sólo el capitán del barco asistió a su funeral y fue enterrado en un puerto de Túnez.

Se piensa que Gerald Gardner fue introducido en la Wicca, la brujería moderna o religión neopagana, por distintas maestras y sobre todo por una cuyo nombre mágico era Dafo. Se discute la influencia en la liturgia Wicca de diversas sectas masónicas y gnósticas. El nombre “wicca” significa brujo en antiguo inglés, su femenino es “wicce”. En antiguos glosarios se define "wicca" en latín como ‘ariolus’ que significa mago o adivino, mientras "wicce" está glosado como ‘phitonisa’ que significa poseída por Pythia.

Hay también quien opina que Gerald Gardner fundó su religión para poder pagar sus cuantiosas deudas copiando antiguos manuscritos. Y la sacerdotisa Lois Bourne (Tanith), influyente figura del neopaganismo Wicca, le acusó de homofobia.

Flor crionizada, foto editada, 2020.


Bibliografía

Frank Donovan. Historia de la brujería, Alianza, Madrid 1978.

jueves, 7 de enero de 2021

REBELIÓN RAFANOIDE

 

Flor de pimiento, 1 Noviembre 2020

Estaban hartos, las raíces, los tallos, hasta las hojas, fastidiados y cansados de que los ningunearan. “¡Me importa un rábano! ¡Me importa un pimiento! ¡Me importa un pepino!...”. Por eso, los rábanos, los pimientos y los pepinos hicieron causa común y elevaron al Ministerio de Igualdad un largo alegato para que dichas expresiones ultrajantes y discriminatorias fueran comprendidas como expresiones de odio y perseguidas como odiosas por el derecho penal.

Los rábanos occidentales, padres filogenéticos de todos los demás, invocaron a sus parientes japoneses, los famosos descendientes del honradísimo daikon, que son parte esencial de la culinaria del Imperio del Sol Naciente, aderezo del sushi y de la hamburguesa nipona. También apelaron al gigantesco pariente chino, el inmaculado mooli, que se solidarizó enseguida con su causa.

Por su parte, los pepinos decidieron que el amargor de sus culos se extendiera también a sus cuerpos porque ya la acritud les embargaba sus cabezas. No contentos con ello, endurecieron y fortalecieron sus semillas y –como los rabanetes- empezaron a escaparse de las huertas para invadir cunetas, baldíos, sembrados y montes, una pizca de tierra y humedad les resultaban ahora suficiente para crecer como especies invasivas por todo el orbe, menos en la Antártida. Los bosques desprendían en otoño olores rafanoides, no ya por su abundancia en setas, sino por su olor a rábanos. Muchos pájaros, no sólo los canarios cuyo gusto por las hojas del rábano es proverbial, se alegraron, medraron y se multiplicaron porque amaban y comían con gusto sus hojas, sin pretender como los tontos coger el rábano por ellas.

Estambres de flor de pimiento y pulgón

En cuanto a los pimientos, todas sus especies y subespecies decidieron evolucionar hasta convertirse en guindillas picantísimas. Como rabiaban por el ninguneo de las expresiones desconsideradas, también ahora hacían rabiar a cualquier comensal incauto. No había bicho bípedo ni hexápodo que se atreviera con ellas.

Las tres especies llamaron igualmente en su ayuda a los cominos, apiáceas discretísimas. A pimientos, rábanos y pepinos ¡sí les importaban los cominos!, más que muchas otras cosas que pululan sobrevaloradas por el mundo, grandes y vanas. Como se sabe, los cominos constituyen el núcleo básico de los policromáticos mojos canarios. Por su parte, los cominos incluyeron en el manifiesto de protesta un honroso evento histórico contra la nefasta expresión “¡me importa un comino!”…

“El mejor perfume –escribieron- se vende en tarros pequeños. Nuestros granos son pequeños, cierto, pero cuanto más chica, más fina es la sardina. ¡No seremos tan poco importantes cuando el emperador Carlomagno ordenó que en sus reales huertas cultivasen el Cuminum cyminum! No sólo somos un excelente carminativo y sedante, sino que está probado que en infusión nuestras semillas acrecientan la leche de las madres. Ya el Talmud babilónico nos mienta como cicatrizantes. ¡Qué sería de la morcilla de Burgos o de Aranda sin nuestro aroma! ¡Qué del moje del Cocido madrileño, del gazpacho andaluz, de las berenjenas de Almagro, del adobo del cazón o de las papas manchegas en caldillo!

El alegato de protesta con ecuánimes exigencias de cominos, pepinos, rábanos y pimientos ha sido editado por una famosa editorial y los derechos de sus autores pagan una intensa y extensa campaña de divulgación para disuadir al público de utilizar sus nombres como paradigma de lo insignificante, despreciable, insustancial o baladí. "Lo pequeño es hermoso", repiten los cominos como lema y consigna de combate.

Rebelión rafanoide, JBL, acuarela, 2021

Mojigangas y pamplinas, o sea este blog, se solidariza gratis con dicha campaña, advirtiendo que jamás ha pretendido con la intención de su título (ni con la primera, ni con la segunda ni con la tercera intención de sus dos autores) difamar a las vegetales pamplinas ni desacreditar el oficio de mimos y comediantes.