sábado, 31 de diciembre de 2022

BATALLAS DE MARCA & COPYRIGHT

 

Muñeca con el semblante de Liz Taylor
haciendo de Cleopatra VII

En septiembre de 1997 la poderosa empresa estadounidense de juguetes Mattel (fundada en 1945) acudió a los juzgados acusando al grupo musical danés Aqua de violación de su marca y de competencia ilegal por su popular canción "Barbie Girl" que contenía estrofas como "Bésame aquí, tócame aquí, listillo" sexualizando indebidamente a la púdica muñeca: la globalizada e internacional Barbie, muñeca "fashionista" de colección, con infinidad de trajes, cuerpos y peinados, que se ha mantenido joven durante 63 años con un novio perfecto llamado Ken Carson (nacido en 1961).

El fabricante denunciaba el hecho y solicitaba una indemnización por perjuicios y que el álbum del sello MCA fuera retirado del mercado y destruido. Aqua ganó el pleito por copyright gracias a que los abogados de MCA estuvieron dispuestos a luchar con uñas y dientes para que el single permaneciese en las listas de éxitos.

Una batalla entre marcas con la que Naomi Klein ilustra el capítulo sobre "Censura empresarial" de su libro NOLOGO. El poder de las marcas (Paidós, 2001).

Frédéric Beigbeder cuenta en su libro 13,99 euros (2000) que cuando ensayó como publicista usar la palabra "felicidad" en un eslogan, el departamento jurídico le explicó que no era posible porque la palabra "felicidad" estaba registrada por Nestlé. LA FELICIDAD PERTENECE A NESTLÉ, exclama con exageración mayúscula. Y añade que Pepsi quiere registrar el color azul.

Barbie, creada por Ruth Handler, esposa de un cofundador de Mattel, es una campeona de la autodeterminación: "Tú puedes ser lo que quieras ser", aunque, que sepamos, no padece disforia de género ni ha tomado la decisión de cambiar de género. Cuando fue creada las muñecas eran en general bebitos, así que parte de su éxito se debió a que proponía al usurario infantil un icono de mujer hecha y derecha que se dejaba vestir y desnudar. Una muñeca alemana Lilli la precedió. En USA, la Barbie tomó su nombre de la hija de Ruth, que se llamaba Bárbara. La muñeca cumple años el 9 de marzo. Mattel  afirma que se venden en el mundo tres muñecas Barbie por segundo.

El nombre "Barbie" ha acabado también sirviendo para calificar a una chica joven, demasiado estilizada y bastante superficial, popular y más interesada por la cosmética y el peinado que por su educación y formación cultural. Con todo, Andy Warhol le dedicó una de sus pinturas en 1984. La "Barbie negra" fue lanzada en 1980, pero todavía tenía rasgos caucásicos.


Barbie versus Lammily


En junio de 2012 dio la vuelta al mundo le imagen de la ucraniana Valerie Lukyanova, modelo e influencer de 31 años, por su parecido con la muñeca. Aunque afirmaba que su apariencia de muñeca era natural parece haberse sometido a numerosas cirugías para conseguir ostentar un aspecto surrealista.

Valeria usa lentes de contacto azules
sobre sus ojos naturalmente verdes


En noviembre de 2014 se lanzó al mercado la primera muñeca anti-Barbie: "Lammily", con celulitis, acné y tatuajes. Ya se han vendido más de 22 mil unidades. La creó el estadounidense Nickolay Lamm para enviar a las chicas un mensaje contrapuesto al de la rubia de Mattel.

A mí no me extrañaría que el modelo y traza de la Barbie haya favorecido la anorexia nerviosa en chicas predispuestas a ello por otros motivos. Así que veo con buenos ojos el invento de Lammily.

jueves, 22 de diciembre de 2022

EL TAMBOR DE ALMANZOR

ALMANZOR


Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí, mejor conocido como Almanzor el Victorioso (939-1002) nació en Turrush una alquería de la iberia andalusí, no se sabe bien si cerca de Algeciras o de Granada. De ascendencia árabe yemení, en Córdoba se formó como alfaquí.

Cuenta Juan Eslava Galán que el general, invicto todavía, envió a su amigo el juez Abu Marwan tres muchachas vírgenes "tan bellas como vacas silvestres". Acompañó su regalo con un poema en el que deseaba al amigo: "¡Que Alá te conceda potencia para cubrirlas!" 

Eran otros tiempos, otras costumbres. Alá proveyó, pues el venerable anciano, robusto aún para la lid venérea, las desfloró a las tres prendas en una sola noche. Al día siguiente escribió a Almanzor: "Hemos roto el sello y nos hemos teñido con la sangre que corría. Volví a ser joven...".

Eslava Galán se preguntaba si habría recurrido el provecto juez a algún afrodisíaco de los que se vendían en los bazares de Al-Ándalus, como aquella pomada que estimulaba la erección a base de euforbio, natrón, mostaza y almizcle, ligados en pasta de azucena. También valían los sesos de cuarenta pajaritos cazados en época de celo, secos, triturados y mezclados con esencia de jazmín. Los libertinos de entonces, como los de ahora, buscaban también trufas para sus devaneos eróticos, esa maravillosa seta subterránea; o cantaridina, extraída de la mal llamada "mosca española", que en realidad es un escarabajo. La cantaridina dilata los vasos sanguíneos, facilita la erección aún sin deseo, pero puede fastidiarte el corazón.

Por la misma época, Ahmed Iben Farach, poeta de Jaén, escribía: 

"Estaba dispuesta a entregarse, pero me abstuve de ella y no caí en la tentación que me brindaba Satanás. No soy yo como las bestias aquellas que devoran rosas y alhelíes, dalias y lirios, y arrasan los jardines como pasto". 

Se trataba del amor udrí, sin sexo, contemplativo "que se goza de una morbosa perpetuación del deseo", dice Eslava Galán. Los Banu Udra (de donde viene "udrí") exaltaban en oriente la castidad, tal vez "pervertidos" por el monacato cristiano.

Así, quien evita la acción, evita el fracaso -como decía Lao Tsé. Y se libra de la tristeza post-coitum. El amor caballeresco fue otra cosa, sublimaba el impulso animal, pero sin renunciar del todo a la carne y santificando la unión sexual con la donna angelicata (Dante) como símbolo de perfección divina y éxtasis místico.

Francisco Umbral no vivía como vaciamiento triste la saciedad amorosa, sino como un levitar en paz en el "hueco, el silencio y la lucidez del post-coito. Es un momento de suprema apertura, de honda disponibilidad, de clara luz, y sólo por eso valdría el amor, por haber llegado a este puerto de sombra donde nada me ancla, a este estado -la única beatitud posible- de no desear, de no estar, de no ser". Y concluye diciendo que mientras el amor a la mujer se le apaga lentamente, a él el amor le deja una gran oquedad, el pecho abierto y los ojos inmensos, y entonces... "el mundo todo acude a llenarme, a cruzar, sin romperlo ni mancharlo, el cristal en que me he simplificado" (Mortal y rosa, 1975).

Pura transparencia.

jueves, 8 de diciembre de 2022

EFIALTÉS


JBL 2020, ceras, lápices, tintas y acuarelas


EFIALTÉS– Ἐφιάλτης, Efiáltēs, "el que (te) (a)salta". 

Demonio de la pesadilla, es íncubo o súcubo, según sea espíritu macho o hembra (los efialtés carecen de perspectiva de géneros y le tiran lo mismo a la pluma que a la carne o al pescado). Sus perversas intenciones son provocarte angustia mientras te atormentan con pesadillas. 

El Efialtés toma muchas formas, aunque todas son feas como adefesios. Se introduce por cualquiera de los agujeros corporales, estén puros o impuros, exentos u ocupados, eso le da igual, e incluso por sus ventanas, sobre todo si miras adonde no debes o te paras mucho delante de los escaparates ansiando poseer lo que no necesitas. Conócense casos en que se filtraron por las orejas con el ruido discotequero. 

Se aposentan en el tronco encefálico y el sistema límbico mayormente. Allí se sienten como en casa. Hay expertos que sostienen que acarician el neocortex; otros, que lo muerden. No se sabe de qué se alimentan concretamente, pero lo cierto es que minan tus energías y desgracian tus modales.

Con su habitual prosaísmo, nuestra psiquiatría llama "efialtés" al "transtorno de ansiedad". En nuestro mundo del "¿te lo vas a perder?" y del "¡porque tú lo vales!", en el que una tecnología cada vez más perfecta genera frustraciones cada vez más completas, los efialtés abundan tanto como las mascotas, y lo peor: defecan dentro del cerebro sin que te percates de ello. En la antigüedad, al poseído por un efialtés se le decía, groseramente, "que estaba cagado" y, en lugar de asistirle y curarle, se le marginaba insolidariamente. 

Los efialtés son invisibles, pero imaginables. Durante el día devoran la publicidad y la propaganda que estás viendo en cualquiera de tus monitores, especialmente la que ofende tu inteligencia si todavía te queda y no has caído en el sopor o la duermevela. ¡Ojo!, si te asaltan dos y no te sacudes por lo menos uno a tiempo, pueden llegar a asfixiarte por la noche o mientras aguardas a un tren que no llega.

EL REY SIMURG

 


Una vez el Rey pájaro Simurg dejó caer en el corazón de China una de sus espléndidas plumas, irisada y brillante. Jamás sus semejantes habían visto nada igual. Todos los pájaros que la alcanzaron a ver se entusiasmaron. Hartos de la anarquía en que vivían, miles de aves se agruparon un día con la ilusión de volar en busca del Simurg para proclamarlo su rey.

Sabían que su alcázar coronaba una montaña altísima y lejana. Eso no les amilanó. Atravesaron sierras escarpadas y mares traicioneros durante siglos de vuelo penosísimo hasta que, diezmados por sus esfuerzos y por el tiempo inexorable, sólo quedaron treinta peregrinos.

Por fin, los treinta, maltrechos, lograron el acceso a la antesala del palacio del Simurg. Sin embargo, en el instante mismo en que iba a producirse el encuentro prodigioso, descubren sorprendidos la maravilla: "perciben que ellos son el Simurg, y que el Simurg es cada uno de ellos y todos ellos".

Las últimas palabras entre comillas pertenecen al relato en que J. L. Borges recrea la antigua leyenda (Seres imaginarios, 1967). Para el escritor argentino el Simurg es un pájaro inmortal que se recoge, anida y reproduce, en las ramas del Árbol de la ciencia. Flaubert lo describió como ave de plumaje anaranjado y metálico con cabecita humanoide, con cuatro alas, garras de buitre e inmensa cola de pavo real.

La literatura mística musulmana usa el símbolo del Simurg. Según Luce López-Baralt fue el poeta persa Attar quien acuñó el nombre de esta enigmática ave en el siglo XII, como símbolo sagrado, en su Conferencia de los pájaros. Al parecer, "Simurg" significa en persa Pájaro-rey, pero también significa treinta pájaros.

No obstante, la fábula no es sólo un juego de palabras, también es una apología de la búsqueda (del orden, de la verdad, de la majestad, de la santidad) y de sus efectos transfiguradores. Uno busca ser aquello que persigue. A veces, quizá, lo logra.