jueves, 8 de diciembre de 2022

EFIALTÉS


JBL 2020, ceras, lápices, tintas y acuarelas


EFIALTÉS– Ἐφιάλτης, Efiáltēs, "el que (te) (a)salta". 

Demonio de la pesadilla, es íncubo o súcubo, según sea espíritu macho o hembra (los efialtés carecen de perspectiva de géneros y le tiran lo mismo a la pluma que a la carne o al pescado). Sus perversas intenciones son provocarte angustia mientras te atormentan con pesadillas. 

El Efialtés toma muchas formas, aunque todas son feas como adefesios. Se introduce por cualquiera de los agujeros corporales, estén puros o impuros, exentos u ocupados, eso le da igual, e incluso por sus ventanas, sobre todo si miras adonde no debes o te paras mucho delante de los escaparates ansiando poseer lo que no necesitas. Conócense casos en que se filtraron por las orejas con el ruido discotequero. 

Se aposentan en el tronco encefálico y el sistema límbico mayormente. Allí se sienten como en casa. Hay expertos que sostienen que acarician el neocortex; otros, que lo muerden. No se sabe de qué se alimentan concretamente, pero lo cierto es que minan tus energías y desgracian tus modales.

Con su habitual prosaísmo, nuestra psiquiatría llama "efialtés" al "transtorno de ansiedad". En nuestro mundo del "¿te lo vas a perder?" y del "¡porque tú lo vales!", en el que una tecnología cada vez más perfecta genera frustraciones cada vez más completas, los efialtés abundan tanto como las mascotas, y lo peor: defecan dentro del cerebro sin que te percates de ello. En la antigüedad, al poseído por un efialtés se le decía, groseramente, "que estaba cagado" y, en lugar de asistirle y curarle, se le marginaba insolidariamente. 

Los efialtés son invisibles, pero imaginables. Durante el día devoran la publicidad y la propaganda que estás viendo en cualquiera de tus monitores, especialmente la que ofende tu inteligencia si todavía te queda y no has caído en el sopor o la duermevela. ¡Ojo!, si te asaltan dos y no te sacudes por lo menos uno a tiempo, pueden llegar a asfixiarte por la noche o mientras aguardas a un tren que no llega.