jueves, 15 de abril de 2021

KOMATSU, PRINCESA ENTOMÓFILA

Ilustración de Rafael Zabaleta para El Solitario de C. J. Cela.

Supimos por don Camilo que el paladín Skawinski y el boticario Panderevo se batieron por el amor de Komatsu, la princesa adúltera que ama los insectos. Eran otros tiempos, el amor romántico aún no se había desacreditado como cursi y machista. La princesa decía que el mundo y el demonio, enemigos tradicionales del alma, era suyos y de su carne. Tanta ambición añadía encanto a su figura.

Ella apreciaba casi por igual las galanterías represadas del torrero de faro Skawinski, como las cortesías tóxicas del boticario Panderevo. Su indecisión, muy femenina, alimentaba celos; su volubilidad, tan móvil qual piuma al vento volvía locos a sus pretendientes. Su belleza era llave de abrir corazones y su coquetería ganzúa para robarlos al descuido. 

Cuando le preguntaron por su marido Oronabo, la princesa amante de los insectos se limitó a decir que había sido buen jinete. Luego cerró la boca discretamente.


Eucera sp., "buenos cuernos", abeja solitaria.
Los machos lucen enormes y fuertes antenas

A Komatsu le gustaban los insectos con bigote como el que lucía el paladín Skawinski, que aunque no era más que torrero de faro, cuidaba su aspecto y aderezo. También le gustaban a la princesa los insectos con grandes ojos y antenas, así como los galanes que gastaban barba, tal era el caso de Panderevo, aunque luego se la afeitó, e incluso se interesaba Komatsu por los que paseaban sus cuernos por las praderas a la luz del sol. En esto tenía por precedente a la supina Pasífae, involuntaria madre del Minotauro, esposa de Minos.

El duelo por los amores de la princesa lo ganó Panderevo, pero Skawinski no murió del todo. Se negó a hacer amigos, eso sí. También se negó a hacer enemigos, pues con el corazón hecho pedazos le parecía odiar un despilfarro cordial que no podía permitirse. 

La princesa Komatsu tuvo el detalle de escribir al farero derrotado, animándole a abandonar la vida del Solitario, incitándole al mismo tiempo a amar, como ella hacía, a los insectos acompañadores... 

"Mi carne no es del mundo ni de la carne de los demás, y ni el mundo ni la carne de los demás son míos. Mi carne es del demonio en soledad y mío, de mi carne, es el demonio a solas que ni veo siquiera."

Estas palabras le parecieron al torrero tan sublimes como obscuras, a pesar de que son las únicas que recuerda de aquella epístola consolatoria. Y es que a veces recordamos lo que no entendemos, mejor que lo que entendemos. ¡No caemos en dilucidar qué valor evolutivo puede tener una aptitud tan tonta!

En la torre de su faro el paladín Skawinski bebió y lloró durante horas, días y semanas. Únicamente le distraía de su dolor el gambito de rey, apertura que practicaba en su smartphone contra adversarios remotos cuando jugaba con blancas. No obstante, cuando necesitaba mear salía al balcón y lo hacía fácil y con gusto: a favor del viento y contra el mar.

miércoles, 7 de abril de 2021

LA DUDA DE GARGANTÚA

 

Representación imaginaria de Babedec


Cuando Badebec falleció al dar a luz a Pantagruel, Gargantúa, marido de la primera y padre del segundo, cayó en dudas como el asno del Buridano. Al ver muerta a su querida esposa, que no pudo soportar el parto de hijo tan enorme, no sabía qué decir ni qué hacer: si debía llorar por el duelo de su mujer o reír por la alegría de su titánico y hermoso retoño peludo.

De uno y otro lado veía grandes argumentos sofísticos que le sofocaban, porque los hacía muy bien in modo et figura, pero no los podía resolver, pues no sólo eran argumentos lógicos, sino también enigmas del corazón y de sus dobleces o entretelas. Y digo del "corazón" ajustándome por tradición al compromiso injustificado de poetas y copleros, que sitúan los sentimientos, las emociones y las pasiones en ese músculo tonto, asociación precientífica e inexacta, porque hoy sabemos que las emociones, y los sentimientos y pasiones en que se resuelven o agigantan aquellas, son también cosa cerebral y neurológica, cuando no morbosamente neurótica.

El caso fue que Gargantúa sentía entre otros sentires que le confundían, que su buena mujer le faltaba, "y era la más aquí, la más allá que había en el mundo", ¡sin duda una pérdida inestimable! 

Según unos, Badebec es caricatura de Claudia de Francia, esposa de Francisco I; según otros, de Margarita de Navarra, reina de Navarra. La palabra significa "boca enorme". Hay artistas que se la emparejan también con sus napias haciendo trompa de estas.

Me ha dado alegría saber que existe una revista de estudios de teoría y crítica literaria que, asociada a la Universidad de Rosario (Argentina), lleva su nombre: BADEBEC, dirigida por María Fernanda Alle, y que va por el número diez. Admite colaboraciones, previo examen.