sábado, 28 de mayo de 2022

TRAMPÓSTERO

 




Al TRAMPÓSTERO lo bautizó la célebre naturalista Amelí de Velodú. Demostró con eso gran agudeza visual, como la de esta avispilla que pilla lo que puede en los banquetes de bautizo,boda o primera comunión. Está muy especializada, por eso es jibosa, silenciosa, sigilosa y casi invisible. Ya lo dice el refrán:

"Atendió y rezó con gusto quien supo admirar lo diminuto".


Avispado no es lo mismo que inteligente. ¡Maldita la falta que le hace al TRAMPÓSTERO la inteligencia! Con trincar lo que puede en los banquetes, defecar, reproducirse y descansar ya es feliz o tiene bastante. La fiebre especulativa y científica le es ajena. A fin de cuentas, la inteligencia no es la mayoría de las veces una ventaja evolutiva.

En primavera tira a golosa, pero a finales del verano prefiere lo saladillo. Como se ve, lleva cucharón de fábrica en el abdomen y adonde va lo mete o lo dispone para el saqueo. Le sirve de saco de caco.

Lo peor es que no la ves venir ni echársete encima. A las moscas las notas y las sientes en la piel; ¡a TRAMPÓSTERO no! Además, por precaución, busca su manduca a los postres cuando los del banquete ya están borrachos, de ahí su nombre.

Sus antenas parecen cuernos, pero no se los ponen; carecen del concepto "fidelidad". Esos apéndices están más desarrollados en las hembras, cosa rara entre hexápodos, lo cual las hace más sensibles y por tanto más aptas como descuideras. Les encanta el marisco.