martes, 24 de abril de 2018

HACERSE EL TONTO

Resultado de imagen de theodoret de cyr

Teodoreto, último gran teólogo de la escuela de Antioquía, fue obispo de Ciro (Siria) a mediados del siglo V. Disidente del Concilio de Éfeso, arremetió en una de sus epístolas (la ochenta y tres) contra aquellos que negaban la maternidad divina de María. Acabó reconciliado con la Iglesia, que sin embargo acabaría anatemizando la lectura de algunos de sus escritos.


El caso es que en una de sus apologías contra el paganismo Teodoreto de Ciro afirmó que Platón simulaba en público venerar a todos los dioses del panteón griego, pero en secreto el ateniense adoraba a un solo Dios. Cuando sus íntimos le preguntaron al filósofo por qué hacía tal cosa, Platón les explicó que las personas entendidas lo tienen crudo en este mundo si no se acomodan a las opiniones del populacho. Conviene pasar desapercibido, o guardar bajo siete candados lo que se sabe, como hacían los primeros pitagóricos.

Tal posición la han celebrado muchos como ejemplo de prudencia, pero horrorizó a nuestro Juan de Zabaleta (1610-1670), cronista oficial de Felipe IV y al que Quevedo hostigó aprovechándose de su legendaria fealdad. ¡Y a esto llaman política! -exclama Zabaleta-. Llaman política al arte de componer la fortuna, simulando creer lo que no se profesa. Y además con mucho trabajo, pues los políticos tienen una cosa en el pecho y otra en la lengua, así que han de esforzarse por halagar lo que aborrecen y aplaudir lo que reprueban. Los políticos...


"Son grandes maestros de enseñar lo que ven que los otros gustan de aprender y rudísimos para aprender a enseñar lo que es razón que aprendan los otros" (1).

Zabaleta, como agudo moralista, repudia todo disimulo: ¡los vicios y los errores no se han de acariciar ni con el semblante!, y acusa de cobarde al sabio que disimula sus virtudes. Hasta se atreve a dedicar a Platón un grave rapapolvo: 


"El maestro no cumple con la obligación de maestro si no enseña a los otros hombres toda la verdad de que son capaces".

Pero, ¿y si "los otros hombres" se muestran incapaces? El que ensaya buena doctrina con el necio, ¿no se arriesga a ser malentendido y a malgastar doctrina y tiempo? 

En cualquier caso, es privilegio del sabio hacerse el tonto, porque el tonto difícilmente podrá pasar por sabio. Aunque se han dado casos...

Nota bibliográfica

 (1) Juan de Zabaleta, Errores celebrados, XXIII, ed. de David Hershberg para Clásicos Castellanos, Madrid, 1972.