martes, 25 de febrero de 2025

MALVAS por ATILANO

 

A. Lendín y M. Glez Estocada, 1981 

En aquel campamento militar del Purandán, el cabo Atilano Lendín lucía piernas de flamenco, piernas poderosas que le elevaban a formidable altura. En comparación con el cuerpo, la cabeza parecía pequeña. Pero aquel cráneo contenía un cerebro poderoso, aunque un tanto estupefacto por la ingesta demasiado frecuente de algunas sustancias tóxicas que Atilano consumía para evadirse de la guerra, cuando su bolsillo y las circunstancias se lo permitían. Sus compañías en la vida civil no eran muy recomendables en aquellas juventudes de finales de los setenta, del siglo pasado (ay).