jueves, 31 de julio de 2025

REDENCIÓN DOLOROSA

 


A mi amigo Rafael Guardiola, porque sabe del dolor

El Inquisidor ya no podía soportar el pesado fardo de su mala conciencia. Habían quemado a aquel pobre hombre por su culpa. A aquel "iluminado" que dejaba mujer y tres hijos de corta edad. ¿Qué sabía él, qué sabía el hereje, qué sabía nadie del misterio de la Santísima Trinidad? ¿Si sería antes el Padre o antes el Espíritu, si Cristo era medio Dios o medio Hombre? ¿Qué podía conocer la criatura mortal y finita de lo eterno e infinito?

Sólo estaba clara una cosa: la Tierra, este Valle de lágrimas, es el Infierno y escenario del Mal y él no había hecho sino ejercer de demonio en esta inmensa caldera en la que arden en pasiones todos los vivientes, en este teatro al que han sido condenados a bullir y hervir, tal que náufragos, en la salsa de sus vicios pasados y presentes.