Lo que aquí nos importa es el relato con que el filósofo confortó e intentó aliviar a la reina Arsínoe calmando su natural dolor...
Cuando el padre Zeus repartió dones a los dioses -le dijo el sabio-, la divina Aflicción llegó tarde a esa distribución de ofrendas y regalos. Todos los obsequios habían sido ya repartidos. Zeus no sabía con qué conformarla, pero al fin, como poderoso dios que era, inventó para ella la tristeza y las lágrimas. Si no la conformaban, por lo.menos las lágrimas desahogaban a Aflicción.
Es un hecho que los dioses aman a aquellos que les honran, por eso Afrodita y Eros amparan a los enamorados y Ares a los tipos de espíritu belicoso. También Aflicción hace lo suyo. Así pues -añadió el filósofo a la reina Arsínoe a modo de moraleja-:
"Si no honras a Aflicción, no se te acercará, pero si es honrada por ti solícitamente con los dones que le han sido concedidos, es decir, con tristezas y con llantos, te amará y te concederá algo semejante, con tal de que ella sea venerada constantemente por ti".
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La fábula, cuyo origen se pierde en los legendarios tiempos de Esopo y que recoge Plutarco en su *Consolación a Apolonio*, expresa la importancia de la voluntad en la superación de los estados depresivos, lo que hoy también se llama "resiliencia", la capacidad para sobreponerse al sufrimiento, la pena, la frustración..., no dejándose engolfar por la tristeza y sus reclamos (encantadores a veces), por los señuelos de la diva Aflicción.