jueves, 23 de diciembre de 2010

Cuando ... 9

Hasta ahora he puesto diversas "falacias" dejando al lector la tarea de aclarar cuál es en cada caso. En realidad el análisis de nuestro razonamiento va más allá de una simple clasificación de los errores que podemos cometer. La táctica (o falacia) de apoyar una afirmación con otra que nada tiene que ver, no siempre es fácil. Veamos algunos casos:
Falacia Ad hominem. Como su nombre lo indica aquí se trata de atacar al hombre, y no a la idea que expone o defiende. Ya lo expresó claramente Cicerón "Cuando no tenga argumentos para discutir, insulte al oponente" (citado en "Razón, dulce razón, de T. Tymoczko y J. Henle. Ariel, 2002). Sin embargo hay casos en que argumentar de esta manera no es una falacia stricto sensu si el ataque a la persona tiene una relación indirecta con el tema en cuestión, como argumentar en contra de un profesor de Educación Física por su pasado pedófilo. En este caso si bien el argumento no tiene relación con lo que se podría considerar las cualidades y habilidades necesarias en alguien que enseña gimnasia y deportes, si las tiene, en tanto tal persona trataría, habitualmente, con niños e infantes. Por lo tanto hay que andar con cuidado en el análisis lógico.
Otro caso es el argumento Ad vercundiam, o sea apelar a las convenciones sociales. Decir que Fulano no es apto para un puesto de directivo porque "tricota jerséis" es caer en esta falacia. Sin embargo apelar a las convenciones no es siempre falaz, como bien señalan Tymoczko y Henle en el libro mencionado.