Confesó el doctor Villalobos que un solo diente que le quedaba se le cayó comiendo una breva muy madura. Respondió el comendador don Juan de Zúñiga:
– ¡Más maduro estaba el diente!
Esto cuenta Melchor de Santa Cruz. Pero puede pasarle a cualquiera.
– A veces perdemos las mejores armas contra los peores enemigos, o sea los más fáciles de vencer.
– Si son los más fáciles de vencer, como la breva, ¿no serán también los "mejores" enemigos? Y si las perdemos, como el diente, ¿no serán las "peores" armas?
– Lo de bueno y malo tiene mucha corteza y poca miga. Mordiendo esas ideas también se estropean y caen los dientes. A Sócrates se le cayeron del todo.
– Eso fue por beber zumo de cicuta... Dicen los sabios que la moral es la ciencia del querer morir...
– Es lamentable la inversión de nuestro mejor cuidado en quien no nos quiere bien. Como comer pipas o roer cuero.
– Eso también..., pero no sé a qué viene... La breva estaba deliciosa.
– ¡¿Así la llamas, deliciosa, si te hiere?!
– En mi goce por comerla me dejé con gusto el diente. No es para guardarlo, sino para gastarlo convenientemente.
– Igual la vida que la muela o el diente.
– Cada breva, sus riesgos, por madura que la veas.
– A la baja, sabe más dulce...
– Relación inversa calidad y precio, ¡que lo mires!