martes, 28 de junio de 2022

MARIOPA

Mariopa. Técnica mixta, JBL, 2022


Se hubiera sentido muy feliz con su vida depredadora de pulgones y bichos menudos, si no fuese porque sus colegas la miraban mal cuando en invierno volaba con ellas para esconderse bajo una piedra que calentaba el sol, en la Peña del Águila, al norte de Mancha Real. MARIOPA se sentía a gusto consigo misma. Intentó que la indiferencia del Pueblo de las mariquitas no le doliera, pero es difícil no perder la autoestima cuando te dejan sola y te miran mal.

Tardó en darse cuenta de que no la miraban con desprecio, sino con miedo. Y tardó en explicarse por qué la temían. Y es que las mariquitas sólo alcanzan con dificultad los rudimentos de las matemáticas. 
Fue un grillo llamado Pepito quien le hizo saber a MARIOPA que ella era muy especial. Sus hermanas lucían siete puntos negros en sus rojas alas escleróticas, donde ella tenía dieciséis, ¡ni uno más ni uno menos!

¡Hecho insólito!, porque la ciencia no había descrito especie alguna de cochinillas que tuviese ese número de manchas negras sobre campo de gules. Pero Mariola no era un monstruo -sentenció el grillo "savant"-, sino alguien distinguido y muy especial. Omnia praeclara rara!* -concluyó Pepito, y se escondió de un salto en su agujero porque cerca merodeaba Guiri, la gata castrada, y porque fuera hacía calor.

(*) Todo lo excelente escasea.